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El trapiche
Querer poner a competir al artesanado con la gran industria es un gran despropósito y un gran daño que se le hace al propio artesano
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Plantear en el contexto de una economía globalizada y altamente tecnificada que lo que más requiere México hoy es apoyar a la economía artesanal para desarrollar al país y garantizar el abasto de mercancías, es simple y llanamente un disparate ¿Ésa es la “política industrial” de la “Cuarta Transformación” (4T)? Lo único que revela esta postura es un gr

an desconocimiento de la historia de la economía y, por lo mismo, una suma de ocurrencias que harán que la economía solo crezca a una tasa del 0.9 por ciento, como ya lo anunció el Fondo Monetario Internacional (FMI), tasa que estará muy lejos del dos por ciento del promedio de crecimiento anual logrado por los gobiernos anteriores y aún más lejos del cuatro por ciento que el gobierno actual prometió con base en su “combate a la corrupción”.

Ahora bien. Pasemos a descubrir el grave error del Presidente y los castillos en el aire que genera con su ocurrencia. En un video en el que se ve al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) junto a un artesano que extrae jugo de caña con un arcaico trapiche de madera, que a su vez es movido por un caballo, aquél dice que ésta es una de las formas de producción que deben apoyarse en México. Y mientras así se vanagloria de su ocurrencia y aun brinda por ella con un vaso con jugo de caña cuyo costo es de 10 pesos, al Presidente no le pasó por la cabeza el maltrato del pobre animal.

Debo hacer notar que no estoy en contra de los productores artesanales. Sin embargo, debo hacer valer mis escasos conocimientos de economía para señalar que la propuesta del Presidente de poner el acento en los apoyos individualizados al artesanado nacional no va a sacar a nuestra economía del atraso, ni tampoco a los artesanos en lo particular. Veamos por qué.

En su obra cumbre, El Capital, Carlos Marx expone con claridad meridiana una idea que ya había aparecido de manera sucinta, pero magistral, en el Manifiesto del Partido Comunista: que las formas económicas son fruto del motor del desarrollo social: la lucha de clases. En 1453, los turcos tomaron Constantinopla y a partir de entonces impidieron el paso de las mercancías provenientes del Lejano Oriente: India, China, Filipinas, las Islas Molucas, etc. Este suceso histórico obligó a las potencias de Europa a desarrollar la navegación y con ello a descubrir nuevas tierras. Fue así como Cristóbal Colón descubrió América en 1492 al intentar probar la hipótesis de que la Tierra era redonda y que mediante un viaje de circunnavegación tarde o temprano se toparía con las Islas de las Especies y las Indias Orientales. Pero Colón no contó con que en ese tránsito se encontraría nada más ni nada menos que con otro continente, el americano, que además se hallaba poblado. Fue así como se descubrieron las Indias Occidentales: las islas de las Antillas y las Bahamas y el Continente Americano. Tres años después, en 1495, Vasco da Gama logró la circunnavegación de África y, finalmente, en 1519, una expedición encabezada por Fernando de Magallanes dio la vuelta al mundo por primera vez, aunque él en lo personal no logró completarla. Por ello, el estrecho que hay en el extremo sur de América lleva su nombre, al haberlo descubierto y franqueado para llegar a Asia.

Tras estos descubrimientos se desarrolló de forma acelerada la demanda de productos y, al mismo tiempo, la capacidad económica para adquirirlos, pues en América había minas de oro y plata que inundaron los mercados de Europa. En aquella época, la forma predominante de producción era el artesanado, es decir, la elaboración manual e individual de mercancías por cuenta de maestros que conocían a la perfección su oficio y tenían a su servicio algunos ayudantes y aprendices. Con el desarrollo antedicho de la demanda, ese proceso de producción llegó a su saturación y los capitales comerciales, en su afán práctico, concentraron en un solo local a los artesanos que encontraron en la comunidad, normalmente cerca de los puertos, para que elaboraran de principio a fin sus productos, lo cual abarató los costos al no tener que dispersar las materias primas y concentrarlas en un solo punto. El capitalista no sabía que con esto revivía un proceso de trabajo que otrora había dado grandes frutos: la cooperación. Marx lo llamó cooperación simple. Esta forma de agrupar a los artesanos provocó la emulación entre ellos y, consecuentemente, el incremento de la productividad, pues la agrupación de los trabajadores generó mayor producción por unidad de tiempo, cosa que no ocurre cuando laboran dispersos. El Presidente actual de México propone apoyar a los productores dispersos.

Ahora bien. Ya agrupados, los productores en un solo local, los capitalistas comerciales se percataron de que unos eran más hábiles para realizar determinadas tareas y otros para otras. Fue así como se les ocurrió dividir el proceso de trabajo, de manera que cada uno hiciera solo una parte del producto. Este cambio en la producción elevó aún más la productividad; a esto, Marx lo llamó división técnica del trabajo, y a esta forma de producir la llamó manufactura. Lo que plantea el Presidente es regresar dos etapas atrás de la división técnica del trabajo: es decir, frenar la productividad.

Conforme avanzó la demanda de productos y la capacidad de adquirirlos, lo mismo que el crecimiento de la población, el desarrollo de la ciencia y la técnica se vinculó de manera gradual, pero irreversible, con el proceso de producción, de tal suerte que surgió la maquinaria al servicio de la producción. La parte de la maquinaria que vino a conformar el cambio profundo en la forma de producir fue la que Marx llamó máquina herramienta, pues ésta arrebató de las manos del obrero las herramientas antiguas y convirtió a éste en un simple apéndice. El uso de la maquinaria y el constante perfeccionamiento de los mecanismos han provocado un gran desarrollo de la productividad, de manera que ahora en un día se produce lo que en la época de los métodos artesanales se conseguía en años.  Hoy en día, lo que vemos es un gran desarrollo de la ciencia y de la tecnología al servicio de la producción, lo cual hace que los productos garanticen un alto nivel de calidad, costos bajos y precios muy competitivos en el mercado. De manera que un productor que elabora su jugo con trapiche no está en condiciones de competir con quienes producen jugos con maquinaria altamente tecnificada, por más apoyo individual que les dé el Presidente ¿hay en la demanda global una tendencia generalizada hacia el regreso de la producción artesanal? No, por el contrario. Querer poner a competir al artesanado con la gran industria es un gran despropósito y un gran daño que se le hace al propio artesano y a la economía nacional en su conjunto.

Vuelve el Movimiento Antorchista a levantar la mano para decirle al país que la verdadera alternativa de México no está en el combate a la corrupción o el apoyo irracional a los viejos métodos de producción ya caducos, sino en el cambio de modelo económico, pero bajo una dirección científica y no mediante una suma inconexa de ocurrencias. 


Escrito por Brasil Acosta Peña

Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.


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