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editorial
El auge de la desigualdad social
El incremento de la riqueza y la pobreza extremas, los dos polos de la desigualdad social, sugiere a los observadores del fenómeno que la consigna "primero los pobres" muy pronto se transformó en “primero los superricos”.


Algunos analistas llaman a la década presente “década del auge de los superricos” para destacar, como su más notable característica, el enorme incremento de la fortuna de las familias más ricas del país, que constituyen el estrato de la riqueza extrema. Este fenómeno ocurre simultáneamente con el acelerado aumento de la extrema pobreza y representa un doble incremento, el de la concentración de la riqueza social en unas cuantas personas y el de los millones de pobres que cada día perciben ingresos más insuficientes; dos decenas de los llamados superricos frente a un estrato social integrado por decenas de millones que podrían ser llamados “superpobres”. Así, la década que transcurre podría ser llamada también “la década del auge de la desigualdad social”.

En México, la desigualdad se ha profundizado durante los últimos cuatro años (2019-2022), comprendidos en esta década del “auge de los superricos”; en ella se enmarca el sexenio del gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T), como se autoproclamó: ni más, ni menos que la más ambiciosa transformación revolucionaria en la historia de México; según esto, seis años de esta década de auge corresponderían a la 4T; seis años, de los que han transcurrido cuatro, coincidirían con el auge de la desigualdad social mexicana.

Los superricos habrán alcanzado la riqueza extrema que soñaron y llegarán a la cima de su felicidad, a pesar de la terrible pandemia y las crisis que agobian al resto de la sociedad; pandemia y crisis que para los superricos han representado un beneficio extra porque, en medio de la catástrofe, sus ganancias aumentaron y su fortuna se acrecentó.

Pandemia y crisis aceleraron la desigualdad, de tal modo que hicieron añicos la promesa de “primero los pobres”, para convertirla hasta la fecha en una frase vacía, mientras el incremento de la riqueza y la pobreza extremas, los dos polos de la desigualdad social, sugiere a los observadores del fenómeno que aquella consigna muy pronto se transformó en “primero los superricos”.

Pobreza y riqueza extremas, en realidad, son dos características inseparables de un mismo fenómeno: es imposible que la riqueza se concentre en unos pocos sin que la inmensa mayoría social se empobrezca y deje de percibir una porción de la riqueza producida por todos porque la han acaparado los miembros del otro extremo de la desigualdad: los superricos.


Escrito por Redacción


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