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Un raquítico crecimiento de 0.05 por ciento no puede dar motivos para estar de plácemes, para armar una fiesta y decir que vamos “requetebién”. Definitivamente, no. ¿Por qué no? Porque no tener crecimiento golpea duramente a las clases pobres, a las que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) advirtió que defendería, por encima de cualquier cosa; sin embargo, ante tal dato se hace fiesta, pero no se estiman las dificultades que golpearán a los pobres de México. Veamos.
El freno en el crecimiento económico significa, para las clases trabajadoras, un doble golpe. En primer lugar, cuando la economía se detiene, esto genera una importante reducción de la inversión, lo cual se traduce, a su vez, en una reducción de la demanda de trabajo y, por lo mismo, en un incremento del desempleo que se agrega a los más de 300 mil despedidos por el nuevo gobierno de la administración pública. En segundo lugar, el freno de la economía provoca una disminución de la producción y, por tanto, la oferta de productos se reduce, lo cual, a su vez, se traduce en un incremento de los precios que hacen más cara la vida de las clases trabajadoras. Así, el freno de la economía ocasiona un doble problema: mayor desempleo y elevación de los precios.
El desempleo golpea, a su vez, en un doble sentido: además de la no producción, la imposibilidad de tener ingresos seguros, con lo cual se incentiva lamentablemente la delincuencia, pues al no tener fuentes de ingresos y al haber, al mismo tiempo, bocas que alimentar y un sistema que retira toda clase de apoyos por considerarlos corruptos (Prospera, Seguro Popular, Estancias infantiles, etc.), te dejan a la deriva. Por su parte, el incremento en los precios hace que aquellos que tengan un salario “seguro”, pierdan capacidad adquisitiva, es decir, con lo mismo pueden comprar menos; por lo tanto se reduce el nivel de vida de los mexicanos.
¿Por qué no crece la economía mexicana? La primera respuesta tiene que ver con un escenario internacional desfavorable que haría que la economía local se frenara, como una depresión o una guerra. Efectivamente, con una crisis se reduce la producción de países clave como Estados Unidos (EE. UU.), tal fue el caso de 2008, en que la reducción de la producción con nuestro vecino del norte golpeó el desarrollo local y nos hizo retroceder gravemente en la economía.
La segunda razón tiene que ver con una forma inadecuada de promover la economía nacional, es decir, por manejar equivocadamente las variables con que cuenta la economía para desarrollarse: los gastos de gobierno, es decir, la llamada política fiscal; o bien el empleo de la política monetaria, que puede impulsar o frenar la inversión con el manejo de las tasas de interés y el uso de la masa monetaria.
El problema que vemos en México es que la economía de las ocurrencias nos está llevando al abismo antes de lo previsto. Toda la serie de recortes llamados “austeridad”, solo han frenado el consumo privado y la inversión pública. Efectivamente, se confunde, como dijo un economista amigo mío, “austeridad” con “no gastar” (o pagar longanizas de 16 mil pesos) y esto hace que los gastos de gobierno no incidan en la economía. Asimismo, dar dinero a la gente (en “tarjetitas”) para que compre cosas tiene el defecto que debe haber cosas para comprar y a bajo precio, pues lo que más consumen los mexicanos son alimentos, bebidas, transporte y comunicaciones. Finalmente, a la construcción de obras de infraestructura como Dos Bocas, el Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía, etc., no se le ve para cuando; destinarle dinero a Petróleos Mexicanos (Pemex) significa echar billetes en un barril sin fondo. De esta suerte, el país entró en un freno del crecimiento sin haber razón, por culpa de las ocurrencias y necedades del nuevo gobierno.
¿Qué propone la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para detonar la economía? Impulsar los gastos de gobierno inyectándole cerca de 500 mil millones de pesos, es decir, promoviendo, en el segundo semestre del año, lo que no hicieron en el primero. Para ello van a usar los fondos de estabilización. Pero ¿qué son los fondos de estabilización? Se trata de un concepto de economía que refleja el uso de recursos como mecanismo de compensación, y que se forman de los ahorros transitorios y abundantes en periodos de auge, para utilizarlos a manera de gastos en tiempos de crisis; en otras palabras, se trata de una política “contracíclica”.
Como resultado de la crisis de 2008, los gobiernos vieron la necesidad de formar fondos de estabilización para aquellos momentos en que los ingresos programados por los organismos públicos no se alcancen, y los gastos superen por ello lo que se programó ingresar. En ese momento entra el fondo de estabilización, para compensar los ingresos no adquiridos y, de esa manera, cumplir con el Plan de Egresos. El problema es que la inestabilidad, en este momento, no se debe a una crisis internacional, sino a las erróneas políticas del nuevo gobierno que, en su combate a la corrupción, introdujo a México en una crisis provocada.
Pero las recientes acciones de China que provocaron la caída de las bolsas en el mundo, y la reciente reducción de las tasas de interés en EE. UU. son síntomas que prevén una crisis internacional; era preferible que esa crisis mundial nos agarrara fortalecidos, pero con las malas acciones del Gobierno Federal resultará en lo de siempre: “al perro más flaco se le cargarán las pulgas”. Será el pueblo mexicano el que tenga que apretarse otra vez el cinturón y no habrá dinero, en forma de tarjetitas, para aliviar sus males y detonar nuevamente la economía.
El problema de crecer al 0.05 por ciento es absoluta responsabilidad de Morena y de AMLO, mandatario que ha tomado decisiones que afectan a la economía. Ya estoy escuchando la respuesta, “nos dejaron un cochinero”; puede ser, pero la economía estaba creciendo y las medidas hoy tomadas, sobre todo sus resultados, reflejan que “pasamos de Guatemala para entrar en Guatepeor”.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.