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Poesía
Edna St. Vincent Millay
Es una de las figuras literarias más fascinantes y controvertidas del Siglo XX, encarnando el espíritu rebelde de la era del jazz.


Es una de las figuras literarias más fascinantes y controvertidas del Siglo XX, encarnando el espíritu rebelde de la era del jazz. Nació el 22 de febrero de 1892 en una pequeña ciudad costera de Maine, vivió una infancia marcada por la pobreza y una madre divorciada que crió sola a tres; su poema Renascence, escrito cuando tenía 19 años, llamó la atención en su colegio, con lo que consiguió el patrocinio para estudiar en el Vassar College, donde su genio creativo floreció.

Vivió abiertamente su bisexualidad en el Greenwich Village de los años 20, rodeada de artistas y escritores bohemios; desafió las convenciones sociales con una actitud que combinaba la elegancia formal con una audacia transgresora. Sus numerosos romances, tanto con hombres como con mujeres, alimentaron una poesía cargada de pasión, pero también de melancolía y desencanto; este equilibrio entre el ardor y la ironía se convirtió en su sello distintivo.

Aunque su estilo se enraizaba en las formas clásicas –especialmente el soneto–impregnó sus versos con figuras de una modernidad radical; mientras otros poetas de su tiempo experimentaban con el verso libre, ella demostró que las estructuras tradicionales podían contener emociones contemporáneas. Varios de sus críticos califican sus poemas sobre el amor, como Fatal Interview (1931), con la intensidad de los sonetos shakespearianos con una perspectiva femenina y moderna; su famoso verso My candle burns at both ends se convirtió en el lema no oficial de una generación que buscaba vivir con intensidad, aunque fuera a costa de consumirse rápidamente. Se considera que sus mejores trabajos son aquellos donde explora las contradicciones del corazón humano: What lips my lips have kissed captura con precisión la nostalgia por amores perdidos, mientras que The Ballad of the Harp-Weaver –poema que le valió el Premio Pulitzer de Poesía en 1923– combina la balada tradicional con una conmovedora historia de sacrificio materno.

La poetisa pagó el precio de su vida intensa. Sus últimos años estuvieron marcados por problemas de salud, adicciones y una producción literaria menos constante. Cuando murió en 1950, dejó tras de sí un legado que influiría en generaciones de poetas, desde los confesionales de los años 50 hasta las voces feministas posteriores. Su capacidad para expresar emociones universales con una voz única y valiente asegura que su poesía siga resonando hoy con la misma fuerza que en su época.

traducción de ana mata buil

 

El amor no lo es todo

El amor no lo es todo: no es comida ni bebida

ni sueño ni un techo sobre tu cabeza contra la lluvia;

ni una tabla que flota para los hombres que se hunden

y se alzan y se hunden y se alzan y vuelven a hundirse;

el amor no puede llenar de aire el pulmón herido

ni limpiar la sangre ni soldar el hueso partido;

aun así, en este instante en que te hablo

muchos hombres se acercan a la muerte

                        [sólo por falta de amor.

Podría ser que en un momento difícil,

atrapada en el dolor y suplicando ser liberada

o llevada por la necesidad más allá del poder de mi voluntad,

vendiese yo tu amor por un poco de paz,

o cambiara la memoria de esta noche por comida.

Podría ser. Pero no creo que lo hiciera.

Quitarle tiempo al tiempo

El tiempo, que renueva los tejidos,

que al niño el blando hueso endureció,

le enseñó a llorar, mirar, andar erguido,

preguntar, dar nombre al mundo, y le enseñó

 

a olvidar la oscuridad acuosa de su origen,

acompaña también al hombre adulto,

le da otro atuendo, del suyo lo desviste.

Toda piel se muda: culpa, vergüenza, luto.

 

Tal es mi esperanza, de ser cierto,

ya no he de temer la primera cana,

ni la edad misma, ni el calzado serio,

 

ni el bastón, ni las manos arrugadas:

quizá el tiempo transforme junto a eso,

mi cruel angustia en pena suavizada.

Primavera

¿Con qué propósito, abril, vuelves otra vez?

La belleza no basta.

Ya no puedes calmarme con el enrojecimiento

de las pequeñas hojas que se abren pegajosas.

Sé lo que sé.

El sol calienta mi cuello mientras observo

las espigas del azafrán.

El olor de la tierra es bueno.

Es evidente que no hay muerte.

¿Pero qué significa eso?

No sólo bajo tierra los cerebros de los hombres

son comidos por los gusanos.

La vida en sí es nada.

Una taza vacía, un tramo de escaleras sin alfombra.

No es suficiente que cada año, por esta colina,

abril llegue como un idiota,

balbuceando y esparciendo flores.

Lamento

Escuchen, niños:

vuestro padre ha muerto.

De sus sacos raídos

les haré chaqueticas;

les haré pantaloncitos

de sus viejos pantalones.

Habrá en sus bolsillos

cosas que solía poner allí,

llaves y centavos

cubiertos de tabaco;

Dan tendrá los centavos

para ahorrar en su alcancía;

Anne tendrá las llaves

para hacer un bello sonido.

La vida debe continuar,

y la muerte ser olvidada;

la vida debe continuar,

aunque los hombres buenos mueran;

Anne, come tu desayuno;

Dan, toma tu medicina;

la vida debe continuar;

aunque olvidé por qué.

Yo, nacida mujer y angustiada

Yo, nacida mujer y angustiada

por todas las necesidades

y nociones de mi género,

me urge por tu proximidad hallar

tu justa persona y sentir cierto entusiasmo

por llevar el peso de tu cuerpo en mi pecho:

tan sutilmente está diseñado el humo de la vida,

para aclarar el pulso y nublar la mente,

y dejarme otra vez deshecha, poseída.

 

Sin embargo, no pienses en esto,

la pobre traición de mi sólida sangre

contra mi mente asombrada,

te recordará con amor, o salpicaré

mi desprecio con piedad, déjame aclararlo:

encuentro este frenesí razón insuficiente

para conversar cuando volvamos a vernos.

Noche en Lesbos

Dos veces he visto sus adorables cabezas

peladas, una junto a otra, el ónix y el oro,

sé que he tenido lo que no supe sostener.

 

Dos veces entré en la habitación, sin saber que ella estaba.

Dos ojos de ágata, dos ojos de malaquita,

dos veces se volvieron hacia mí, duros y brillantes.

 

Por lo que conozco mi pérdida.

¡Oh, irreparable,

dulce incienso, que montas en la noche sin viento!

 

Objetor de conciencia:

moriré, pero eso es todo lo que haré por la Muerte.

 

Lo escucho sacar su caballo del establo;

escucho el ruido sobre el suelo.

Tiene prisas; tiene negocios en Cuba,

en los Balcanes, muchas llamadas que hacer esta mañana.

Pero no sostendré la brida mientras él aprieta la cincha.

Y él podrá montar solo: no le ayudaré a subir.

 

Aunque golpee mis hombros con su látigo,

no le diré hacia dónde corrió el zorro.

Con su pezuña en mi pecho,

no le diré dónde se esconde el chico negro en el pantano.

Moriré, pero eso es todo lo que haré por la Muerte;

no estoy en su nómina.

 

No le diré el paradero de mis amigos

ni de mis enemigos.

Aunque me promete mucho,

no le trazaré la ruta hacia

la puerta de ningún hombre.

 

¿Soy un espía en la tierra de los vivos,

para entregar hombres a la Muerte?

Hermano, la contraseña y los planes

de nuestra ciudad están a salvo conmigo;

nunca por mí

serás vencido.


Escrito por Redacción


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