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Poesía
Pak Chaesam
Su poesía, en contraste con el realismo y el modernismo de 1950, expresa la belleza eterna y delicada de la naturaleza y la dignidad escondida en la vida corriente de la gente humilde por medio de la lírica tradicional coreana.


Nació el 10 de abril de 1933 en Japón. Trabajó como periodista para el Daehan-Ilbo y fue editor de la revista literaria Hyundai Munhak, en los años sesenta fue miembro del club literario Sahwajip, junto con Park Huijin, Sung Chan-gyeong, Park Seongryong, Lee Seonggyo, Lee Changdae y Kang Wiseok, y secretario general de la Asociación Coreana de Poetas. 

El primer poema que publicó se tituló En el agua del río, el mismo año se publicó su poemario Providencia. Su poesía, en contraste con el realismo y el modernismo reinantes en la década de 1950, expresa la belleza eterna y delicada de la naturaleza y la dignidad escondida en la vida corriente de la gente humilde por medio de la lírica tradicional coreana. Sin embargo, sus versos no son una mera recreación del sentimentalismo de la naturaleza. Aunque utilizó técnicas clásicas del sentimentalismo, pues incorpora el pathos y el nihilismo de la vida de la gente corriente como una parte fundamental del curso natural de la humanidad. Sus obras: El corazón de Chunhyang y El río de otoño bullendo de lamentos son las que mejor representan el núcleo de su obra, con ese tono coloquial. Falleció el ocho de junio de 1997.

 

Podrido ayer

Primero arranca su fotografía y úsala para limpiarte el culo.

Rompe la foto de ese malvado sujeto,

tírala sin prisas al desagüe

y larguémonos del podrido ayer.

 

En el lugar preciso en que estaba su estatua

levantemos un primer pilar de la democracia,

levantemos un espléndido monumento

a nuestros estudiantes sagrados, los mártires caídos.

 

Ah, rápido, larguémonos de nuestro podrido ayer.

No hay nada a qué temerle ahora,

está bien prenderle fuego a su retrato:

la sonriente foto de ese malvado sujeto,

el mismísimo símbolo de lo fraudulento,

de la adulación, de todo tipo de vicio

encajada hasta los últimos rincones y ranuras de la Tierra,

la distinguida cara de ese sujeto en una foto:

en oficinas de barrio y en ayuntamientos,

en todos los despachos de todas las compañías,

en esta y aquella asociación, en clubes,

por no mencionar bares, comedores, zapaterías,

tiendas de comercio, gasolineras,

librerías, escuelas, cada primaria del país,

en guarderías infantiles;

venerada en todo sitio por los honrados ciudadanos,

quienes miraban fijamente, mañana y noche, esa foto.

 

Era en verdad emblema de opresión y tiranía,

fotografía de un sujeto putrefacto,

y, ah, la imagen de un asesino...

Tú y yo, y hermanas y hermanos y madres,

Chul-su y Yong-sik, señor Kang, sargento Yu,

teniente coronel Kang, todos sabíamos

lo que era en realidad ese tipo,

pero nos aguantamos, temerosos,

callados con tal de mantenernos vivos,

con miedo a ser tildados de “rojos”,

porque era conveniente, con tal de ganar plata,

con tal de proseguir con nuestras vidas miserables,

venerábamos su rostro circunspecto como

si fuera el altar de nuestros antepasados.

 

Mas todos conocíamos al fulano

hasta el fondo de sus entrañas;

pero por pura inercia, por la fuerza de la costumbre,

siempre en un susurro,

sin poder decir todo lo que queríamos,

totalmente desgastados y exhaustos,

seguíamos siempre aguantando

la fotografía de ese malvado sujeto

hasta hoy: hoy es el día en que debe firmemente

ser rota en pedazos.

 

Usémosla para limpiarnos el culo.

Usemos la foto de este fulano para,

con gravedad, limpiarnos el culo.

 

Riendo alegremente, usémosla para limpiarnos el culo.

Riendo con júbilo, usémosla para encender

briquetas de carbón.

¿Está mojada la paja en la casa del perro?

Esparzamos ahí la foto de este tipo...

La democracia se ha convertido en un asunto de sentido común.

La libertad se ha convertido en un asunto de sentido común.

Nadie nos regañará.

Nadie nos arrestará.

 

Desde las barracas del ejército,

desde las casas de los inspectores de escuelas,

desde los hogares de los servidores públicos y los policías,

desde los cuartos de los vigilantes,

desde los cuartos de los comandantes de división,

desde los cuartos de los oficiales en jefe de información,

en esta tierra que ha encontrado la democracia,

 

desde las oficinas de maestros en esta tierra

que ha encontrado la democracia,

desde las estaciones de policía y las casetas policiacas

después del 19 de abril,

desde las casetas policíacas ahora amistosas con cualquier paseante,

desde los hogares de servidores públicos

que no se involucran más en fraudes ni sobornos,

y desde todas las estaciones de trenes,

la fotografía de ese sujeto debe romperse y ser destruida.

 

Primero en los lugares más a la mano:

en orden, una por una,

siempre con gentileza,

sin prisas,

sonriendo.

 

Young-suk, Ki-hwan, Chun-suk, Jun, Man-yong,

Presidente Kim, señorita Lee,

Jung-sun, joven Park, Jung-sik:

arranquen en silencio y destruyan la fotografía de ese sujeto.

 

Arranquen en silencio y destruyan

la fotografía de ese sujeto

tan malvada, tan inhumana que te hace estremecer.

(A primeras horas de la mañana, abril 26, 1960)

 

El camino de regreso

Sobre el helado camino,

la madre vuelve al amanecer

empapada del pesado rocío nocturno;

después de un día de ventas.

 

No hay tarro de miel en la alacena

Sólo el polvo gris acumulado

Mientras tanto los niños, tan pequeños para el trabajo,

Sin culpas, duermen tendidos aquí, allá.

 

Nadie ve, nadie comprende cuando ella sacude

la lluvia de estrellas que trae en la frente.

Cuando de sus mangas

se desprende la luz de la Luna.

 

Un árbol

¡Contempla las olas de hojas que 

siempre se mecen 

bajo el Sol y la brisa! 

 

Amada,

las ondas de tu falda larga 

tocan mi cabeza vertiginosa,

los problemas se desenredan

como una canción. 

 

¿No es así? 

 

Una miríada de actos de amor

y aún una sed sin saciar,

burbujas que surgen sin cesar

y vanidades que desaparecen sin cesar, 

mi hermosa, 

si el amor brillante 

de ese árbol tembloroso se hubiera ido, 

no queda nada por hacer en este mundo.


Escrito por Redacción


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