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Esta diferencia no es casual. Fueron los soviéticos, con su gran amor al proletariado internacional quienes salvaron al mundo de la peste nazi en la Segunda Guerra Mundial. Y qué vigente, qué actual resulta el poema Yo canto a Lenin, publicado en 1957 por el periodista, pedagogo y poeta venezolano Carlos Augusto León (1914-1997), quien pusiera su pluma al servicio del proletariado de su país y del mundo hasta convertirse en un exponente de la poesía comprometida. La condena al imperialismo, la denuncia de sus atrocidades y de las calumnias contra la Unión Soviética, así como la certeza de que inevitablemente el capitalismo será derrotado son la esencia del poema que hoy sube a esta Tribuna.
1
Yo canto a Lenin cuando otros se confunden
y dicen: ya no es ése el gran pueblo de Lenin,
ha cambiado su senda.
No, Lenin: sé que estás más que nunca en los tuyos.
Odio a los que injurian tu familia de pueblos,
los que intentan cubrirla con capa de mentiras.
Pero no es nuevo esto. ¿Tú recuerdas?
¡Si eras para ellos solamente
el gran capitán de los “bandidos”,
todo tu pueblo en pie era una “horda”…
Así ladraban,
así ladran ahora, todavía
prosiguen sus ladridos
2
Pero todo ha pasado, Camarada,
como tú lo decías.
Primero creció solo,
cercado por doquier y conmovido.
más firme en su crecer,
segura flecha
al blanco dirigida,
el árbol de tu pueblo,
libre y junto,
del ruso, del tadzikio, del turcmenio…
Mas, luego,
surgieron –todo un bosque– nuevos árboles,
de Pekín hasta Praga,
de Mongolia a Bulgaria…
Es que todo ha pasado, Camarada,
como tú lo decías.
Y los otros, los que tú combatías,
han seguido derecho hacia su muerte
como tú lo decías.
Aún ladran, aún maltratan, aún saquean,
porque marchan derecho hacia su muerte,
como tú lo decías.
Y los pueblos todos de la tierra,
cada vez más erguidos y despiertos,
sacúdense los yugos
de uno y otro imperio porque saben
que hay un país, un mundo ya, con ellos,
poderosos, fraternos.
Porque todo ha pasado, Camarada,
como lo ibas diciendo.
3
(…)
Cómo entre los tuyos trabajabas,
uno más entre todos, como oías
al mujik y al soldado; tú sabías
que los ojos de muchos, unidos, ven más lejos,
que los brazos de todos, unidos, son más fuertes.
Yo he crecido contigo, entre la infamia
que ronda nuestro mundo. Yo recuerdo:
cuando era un niño apenas me mostraban
a los niños hambrientos de tu tierra
y decían: he aquí lo que perpetran
allá los bolcheviques.
No decían que aquella hambre arrancaba
–que era un río de sed– de los palacios
del zar y de los suyos… me mostraban
estampas de valientes campesinos
asesinados por los “guardias blancos”
diciéndome: esto hacen
allá los comunistas…
Ellos no cambian, Camarada Lenin,
no cambia el enemigo.
Tu país ha crecido, pero ellos
afirman que sus muros son de hambre
tu tierra es limpia y clara, pero ellos
–los que nutren con sangres populares
sus armas y sus máquinas–
quieren hacernos ver que es sólo sombra.
Ellos no cambian, Camarada Lenin,
nuestro siempre enemigo.
En Budapest ahora asesinó patriotas
y nos mostró sus víctimas diciendo:
esto han hecho
allá los comunistas…
Ellos no cambian, Camarada Lenin.
La vida que yo llevo de luchar y cantar
y el tiempo mismo
que tu Revolución tiene de vida,
ellos lo llevan de preparar Kolchaks
y Denikin para agredir de nuevo…
en vano, en vano:
cada día son más débiles
–con bombas, sí, con armas a montones
y montones de dólares–
y cada día más fuertes
somos tú y yo, los pueblos de la tierra.
No se corrigen ellos, nunca cambian,
–¡si son los mismos lobos!–
por nada se convencen que deben dejar paso
a quienes hoy tenemos que edificar la historia.
Una vez atacaron…
era Hitler, ya polvo en la memoria,
crimen en la memoria, ya nada más, del mundo.
Y hace poco quisieron que volviera:
sus cenizas
fueron a despertar y sus soldados
lanzaron contra Hungría…
Pero ésta no fue suya, Camarada.
Tus gentes –tus hermanos, tus hijos
de la patria soviética–
al lado de los húngaros de veras
allí otra vez han rechazado el monstruo,
han liberado al Hombre.
José Esquivel Pren ubica dentro de los primeros poetas románticos que alcanzaran cierta fama a mediados del Siglo XIX.
Representan el primer florecimiento de la poesía pentasilábica en la tradición china. Se trata de la producción anónima de diversos literatos pertenecientes a la clase terrateniente media y baja.
Nació el 21 de septiembre de 1895 en el aún Imperio ruso. Fue un ávido lector de Pushkin y otros poetas. Perteneció al Grupo de los Imaginistas, nacido a partir de la publicación de su primer poema, Transfiguración, en 1918.
Su poesía, en contraste con el realismo y el modernismo de 1950, expresa la belleza eterna y delicada de la naturaleza y la dignidad escondida en la vida corriente de la gente humilde por medio de la lírica tradicional coreana.
Su obra publicada incluye teatro infantil, poesía, narraciones y compilaciones de leyendas; la mayor parte está dedicada a la niñez, pero también tiene literatura para adultos.
Poeta turco nacido el 26 de agosto de 1914 en Estambul. Uno de los poetas más prolíficos de la Turquía republicana, con más de 60 colecciones de poemas publicados.
Maestro y poeta, desde 1976 soy orgullosamente un militante antorchista de vanguardia; desde 1979 me he dedicado a recorrer el país con el objetivo de educar y organizar a los obreros, campesinos, amas de casa y estudiantes en el Movimiento Antorchista Nacional.
Considerado el más famoso poema de Abelardo "Lalo" Delgado, este poema denuncia el desperdicio de talento de tantos migrantes, debido a que están condenados a la degradación y la violencia en una sociedad que los oprime.
Su obra literaria abarcó dos vertientes: el teatro y la poesía.
Fue un poeta y escritor palestino de origen druso, A pesar de las dificultades y la censura, siempre escribió y abogó por los derechos de los palestinos. Su obra se distingue por su compromiso político y su enfoque en las cuestiones humanas.
Ha publicado más de 30 libros, incluidos 21 de poesía, entre ellos, La espesa arboleda
Poeta palestino nacido en Boquai’a, de la alta Galilea, una aldea que no está reconocida oficialmente.
Arístides Enrique José Roque Gandolfi Herrero es el nombre real de este escritor y revolucionario argentino; Álvaro Yunque es su nombre de batalla en las lides poéticas, desde donde combate “por la liberación económica del proletariado”.
El accidente acabó con la vida de uno de los más destacados representantes del indigenismo en la literatura latinoamericana.
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Escrito por Tania Zapata Ortega
Licenciada en Letras por BUAP.