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El domingo cinco de junio hubo elecciones en seis estados de la República: Tamaulipas, Hidalgo, Durango, Aguascalientes, Oaxaca y Quintana Roo. Los resultados quedaron como sigue: en Tamaulipas ganó Américo Villareal, candidato del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena); en Hidalgo ganó Julio Menchaca, de Morena, a su contrincante Carolina Viggiano, de la alianza formada por los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD); en Durango fue el priista Esteban Villegas, de la coalición PRI-PAN-PRD, quien superó a Marina Vitela, de Morena; en Aguascalientes la candidata del PAN, la exdiputada federal Teresa Jiménez, venció a la morenista Nora Ruvalcaba; en Oaxaca Morena, con Salomón Jara al frente, ganó a Alejandro Avilés, de la alianza PRI-PRD y, finalmente, en Quintana Roo la también morenista Mara Lezama triunfó y dejó en segundo lugar a Laura Fernández, de alianza PAN-PRD. De esta suerte, Morena obtuvo cuatro de las seis gubernaturas que estuvieron en disputa y la alianza PRI, PAN y PRD, dos.
Se dice que algunas elecciones fueron de Estado y algo hay de cierto en eso, pues tanto funcionarios de gobierno estatal como los secretarios federales Adán Augusto López, de Gobernación y Marcelo Ebrard, Relaciones Exteriores, y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México (CDMX), Claudia Sheinbaum, participaron en varias de las entidades donde hubo elecciones para apoyar a los candidatos de Morena. También llama la atención que la votación a favor de los candidatos de este partido fue mayoritaria en los estados donde hay mayor población que recibe apoyos monetarios del Gobierno Federal y que fue menor en las entidades donde éstos son más reducidos. En Aguascalientes, el 46 por ciento de los ciudadanos que reciben estos apoyos votaron por Morena y 28 por ciento no lo hizo; en Durango, la proporción fue del 46 por ciento sí y el 34 no; en Hidalgo fue de 72 sí y 57 no; en Oaxaca de 71 sí y 55 no; en Quintana Roo, de 64 sí y 55 no; en Tamaulipas, 55 sí y 46 no[1]. Como puede verse, la mayoría de los votos a favor de Morena provino de gente beneficiada por los programas sociales del Gobierno Federal; lo que no deja ninguna duda sobre el impacto político-electoral de estos apoyos económicos, supuestamente destinados a “sacar a la gente de la pobreza”.
Para mostrar los efectos electoreros de los programas sociales desde otra perspectiva social, en Aguascalientes, el 26 por ciento de la votación favorable a Morena provino de electores de entre 18 y 29 años, el 36 por ciento de 30 a 49 años y el 39 por ciento de 50 o más años. En Durango, los jóvenes de 18 a 29 años contribuyeron con el 39 por ciento y los ciudadanos de 30, 49, 50 o más años con el 48 por ciento. En Hidalgo, las cosas estuvieron así: el 53 por ciento provino de los jóvenes de 18 a 29 años; el 64 por ciento de los de 30 a49; y el 68 por ciento de los de 50 o más. En Oaxaca ocurrió algo similar a lo de Hidalgo: el 54 por ciento de la votación fue de los jóvenes entre 18 y 29 años, el 61 por ciento de los de 30 a 49 años y el 68 por ciento de los de 50 o más. En Quintana Roo, el 57 por ciento fue de los jóvenes entre 18 y 29 años, el 55 por ciento de los de 30-49 años y el 69 por ciento de 50 años o más. En Tamaulipas, el 47 por ciento procedió de los ciudadanos de 18 a 29 años, el 51 por ciento de los de 30 a 49 años y el 55 por ciento de 50 o más[2]. Como puede verse, los adultos mayores, que son el primer objetivo del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), votaron por Morena; y la respuesta de muchos de ellos, el domingo cinco de junio, corroboró el objetivo político-electoral de éste y otros programas sociales del actual Gobierno Federal.
Ahora bien, cabe preguntar: ¿quién ganó realmente las elecciones? El pueblo no fue. Fue el propio PRI, pero ahora con otra camisa. Veamos. En la sección política de la revista Expansión se publicó lo siguiente: “Morena recicla candidatos: expriistas y experredistas el 92 por ciento de sus aspirantes. 13 de los 14 perfiles electos mediante una encuesta formaron parte de las filas del PRI, del PRD o de ambos partidos; solo una candidata procede de las filas del movimiento”[3]. Y cita varios nombres: Alfonso Durazo, Clara Luz Flores, Miguel Ángel Navarro Quintero, Layda Sansores (hija de Carlos Sansores Pérez, expresidente priista y ex gobernador de Campeche), Félix Salgado Macedonio y Lorena Cuéllar, Ignacio Mier (coordinador de los diputados de Morena en la Cámara de Diputados), Marcelo Ebrard, David Monreal, Ricardo Monreal y el propio AMLO. ¿Así o más claro?
Es más, en un tuit, Marko Cortés, presidente nacional del PAN, advirtió: “Cinismo puro @mario_delgado, para vivir del presupuesto fuiste del PRI, PRD y ahora MORENA. Hoy, lo peor del PRI y todos los partidos se refugia en Morena: empezando por @lopezobrador_, @ManuelBartlett, @MBarbosaMX, @NGomezUrrutiaMX, etc”. Dos de las gubernaturas ganadas por Morena el cinco de junio, las de Hidalgo y Tamaulipas, estarán a cargo de expriistas: Julio Menchaca, quien tenía 30 años de militancia y Américo Villareal Anaya, cuyo padre Américo Villareal Guerra fue gobernador priista en el periodo 1987-1993. Por ello, en el caso de muchos morenistas aplica puntualmente aquel refrán popular que señala que son “la misma gata, nada más que revolcada”. Es decir, ganó el PRI, pero con otro color. Por ello no puede haber tal esperanza para el pueblo de México, pues se trata de la misma clase política y, por tanto, de los vicios y defectos de siempre. Buena parte del pueblo sigue sin descubrir la diferencia y, por lo mismo, está confundido. Los discursos mañaneros y placeros que indican que se acabaron el PRI corrupto y el pasado neoliberal, etc., son mentiras: ya que las cosas están exactamente al revés de como se proclaman. Por ello es necesario que el pueblo observe la situación.
¿En qué le beneficia al pueblo de México que gobierne un expriista disfrazado de morenista? En nada, pues los políticos no cambian de principios ni de mañas de la noche a la mañana. El gran perdedor fue el pueblo de México; pues ahora estará sometido, como decía el gran escritor mexicano del Siglo XIX Ignacio Manuel Altamirano, a una “vergonzosa tutela”. Hace falta que el pueblo mexicano tome conciencia de su situación, que se organice y luche por el poder político con un partido político propio, nacido verdaderamente del pueblo y no un partido como Morena, que está lleno de políticos que estuvieron en el PRI, el PAN y el PRD y que los abandonaron porque no les dieron candidaturas y poder. Ésta es la realidad que debemos combatir mediante la formación de una nueva clase política más educada, más culta, más digna y libre y que luche por el poder para beneficiar realmente a los trabajadores. Esta clase política está en proceso de formación con el impulso del Movimiento Antorchista Nacional. Mexicanos, únanse al Movimiento Antorchista para hacer de México una patria más digna y mejor para todos sus hijos.
Por ello, en el caso de muchos morenistas aplica puntualmente aquel refrán popular que señala que son “la misma gata, nada más que revolcada”. Es decir, ganó el PRI, pero con otro color.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.