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¿Necesita China la “democracia occidental”?
En el documental ¿Cómo se enriqueció China?, Michael Wood establece que no bastaba la liberalización del mercado: era necesario avanzar en la preparación de cientos de miles de profesionistas que supieran aplicar sus conocimientos en la producción, en la administración y en el comercio.
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En el documental ¿Cómo se enriqueció China?, Michael Wood establece que no bastaba la liberalización del mercado: era necesario avanzar en la preparación de cientos de miles de profesionistas que supieran aplicar sus conocimientos en la producción, en la administración y en el comercio. Por esta razón se mandaron cientos de miles de estudiantes chinos a estudiar en universidades de Estados Unidos (EE. UU.) y de otras partes del mundo (el gobierno norteamericano estuvo de acuerdo en recibir a miles de estudiantes chinos; y algunos miembros del Partido Comunista de China (PCCh) le dijeron a Deng que se corría el peligro de que muchos estudiantes ya no regresaran, a lo que Deng contestó: “si de diez estudiantes que salen al extranjero, regresa uno, eso será un triunfo”). Wood señala que a China se le acusó de robarse las patentes de muchos productos norteamericanos, europeos y japoneses; sin embargo, lo que hacía China era comprar en el extranjero productos de alto contenido tecnológico, e imitando los diseños y las tecnologías extranjeras, las adaptaba a las condiciones de China. Las empresas que producían unos cuantos cientos de productos que se podían vender en alguna región, comenzaron a producir más y más, dada la creciente demanda, por lo que pronto abarcaron nuevos territorios para la venta, en algunos casos, empezaron a vender en todo el territorio chino; pasaron, por tanto, de producir miles a cientos de miles y, finalmente, millones de productos. Dice Wood en su documental (y eso es correcto para el Materialismo dialéctico e histórico) que las reformas de Deng Xiaoping liberaron las gigantescas fuerzas productivas que yacían en el seno de la sociedad china.

Deng Xiaoping no se conformó con esta medida, pues él personalmente visitó países como EE. UU., Alemania y Japón (en el documental, Wood dice claramente que Deng mandó filmar cómo vivían las familias trabajadoras de Japón, cuyos ingresos, en los años 80, les permitían tener televisores, refrigeradores, etc., lo cual fue algo que motivó a los trabajadores chinos de esa época a buscar un desarrollo si no igual, por lo menos cercano al de esos países del capitalismo desarrollado). La idea de Deng Xiaoping y en eso se centra la narración del documentalista británico, fue, desde entonces, hacer hincapié en que el desarrollo de China obedece a que se convirtió en una nación capitalista y que tuvo que abandonar el socialismo; claro está que Wood no pone énfasis en lo que realmente distingue a China de los países capitalistas más desarrollados del Planeta: el hecho de que el PCCh haya permitido y alentado el desarrollo de las relaciones capitalistas, pero no como lo han hecho las naciones donde gobierna la clase capitalista, sino como dirían los clásicos: “no es el mercado el que domina a la sociedad, es la sociedad –a través del Estado– la que domina al mercado”. Por tanto, el capitalismo chino está orientado a buscar el bienestar de la población trabajadora de China.

Llama la atención que Wood, sin embargo, considere que el sistema político chino se convertirá en el principal obstáculo para que el Gran Dragón siga creciendo y convirtiéndose en la gran potencia que hoy es la nación que vende más productos en todo el mundo, la que posee más innovaciones científicas y tecnológicas de todo el planeta; la nación que ha logrado sacar de la pobreza a más de 800 millones de personas en las últimas tres décadas. Para Wood y otros historiadores y economistas formados y al servicio del gran capital expoliador, en China, la “falta de un régimen democrático –al estilo occidental– es la contradicción que, tarde o temprano, aislará a China del mundo y será la causa de su caída. Al respecto, es necesario señalar que lo que los ideólogos capitalistas consideran un grave error es en realidad el mayor acierto que hayan tenido los gobernantes comunistas de China. ¿De que serviría una “democracia” occidental en China si esta “democracia” sólo sirve para mantener la profunda desigualdad social, la explotación y la miseria de las masas trabajadoras?; en el capitalismo llano, la gran burguesía mantiene el sistema de partidos que se alternan el poder, pero esos partidos no se diferencian en sus propósitos esenciales que consisten en mantener la gran acumulación de capital en una cuantas manos, manteniendo la explotación severa y la marginación de las masas trabajadoras. Mientras el PCCh le garantice al pueblo chino su bienestar, su desarrollo social, en salud, en vivienda, en educación, en servicios y cultura, será muy difícil que logre instaurarse la tan sobada “democracia occidental”. 


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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