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“Aquí morimos de sed”, es la frase común entre los habitantes de comunidades y municipios de la Sierra Gorda, región que contiene los municipios del desierto y semidesierto queretanos y donde la escasez del agua representa un suplicio de todos los días.
En Landa de Matamoros, Jalpan de Serra y Peñamiller, las familias padecen la falta de agua por generaciones. En comunidades como Cerro de la Palma, Sabino El Chico y Agua Fría, Las Mesas, Agua de Pedro, entre otras situadas en las tres poblaciones, parece “normal” que la gente tome agua estancada de lluvia y que la use tantas veces como puede.
Ésta es una forma de vida “común, aquí nos morimos de sed, sobre todo en tiempo de calor”, coinciden las familias.
En Peñamiller, por ejemplo, todo indicaría que cuentan con un suministro puntual de agua, porque existe una red de tuberías a lo largo y ancho de la comunidad urbana, cuyas casas incluso exhiben medidores. Pero esta infraestructura no pertenece a la realidad cotidiana de Peñamiller y solo sirve para que sus habitantes se pregunten por qué el gobierno no hace nada para completar ese servicio.
De ahí que la única esperanza de los pobladores de este municipio –y los de Landa y Jalpan– se halla en las lluvias y en el acarreo de agua de los manantiales más cercanos.
Por ello, en el pasado reciente, los habitantes de Las Mesas buscaron el apoyo de Antorcha Campesina para que los asesorara para organizar un grupo compacto que exigiera a las autoridades municipales el acceso al servicio de agua.
Fue Adriana Martínez González, quien habló a nombre de los vecinos de Las Mesas, y denunció que su carencia de agua es permanente, que el envío de ésta, mediante pipas, se tarda hasta dos meses y que las dotaciones resultan insuficientes y apenas alcanzan a satisfacer sus necesidades por unos cuantos días.
“Cuando tenemos ‘suerte’, nos abastecen 400 litros de agua por domicilio, cantidad insuficiente, porque no nos alcanza para cubrir las necesidades de la familia”, afirma Iraís López León, encargada de la tienda de abarrotes en ese poblado.
En la comunidad de Agua de Pedro, la situación es un poco diferente, porque tiene un pozo, aunque éste no cuente con la suficiente presión para que el líquido suba a la superficie y por ello los habitantes deben sacar el agua con botes para llevarlos a sus casas. Las mujeres cargan los botes sobre sus hombros y esta imagen se ha convertido en un ícono tradicional de Agua de Pedro en el municipio.
En Agua Fría, que cuenta con mil 427 pobladores, la carencia del líquido vital ya se convirtió en un problema adicional tan grave como su propio padecimiento: el engaño procedente de las autoridades, federales, estatales y municipales y la insolidaria actitud de una comunidad vecina que se niega a abastecer de agua potable a la red de tuberías instalada hace más de un sexenio.
Durante el gobierno estatal anterior, a cargo de José Calzada Rovirosa, les fue instalada dicha red distribuidora de acuerdo al programa Agua Cerca de Todos; pero el agua nunca llegó y su falta no solo se advierte en los medidores sin uso, sino básicamente en los caminos de acceso, que están en muy mal estado y en los Centros de Salud abandonados.
Además de padecer este fraude, los habitantes de esta comunidad sufren el egoísmo; los habitantes de El Portugués, tienen la concesión para explotar un manantial, pero su contenido no se comparte con Agua Fría con el argumento de que se agotaría si lo comparten con sus vecinos.
Otra de las actitudes que más lastiman a los integrantes de esta comunidad, es el recuerdo del entusiasmo depositado al abrir las zanjas para tender la red de tuberías y obtener el agua potable en las calles de Agua Fría y cómo ahora, en sustitución de aquéllas, algunos de ellos colocaron mangueras para abastecerse del agua proveniente de un manantial que se halla a dos kilómetros de distancia.
Esta agua, además de su uso doméstico para beber, cocinar y dar a los animales, les sirve para lavar utensilios de cocina y mesa, ropa, limpiar la casa y sanitarios.
Concepción Martínez Yáñez, conocido por todos los vecinos como Don Conce, narró a buzos que las familias han padecido por la falta de agua durante muchos años: “Gobiernos entran, gobiernos salen y el agua potable nunca llega. Ahora es común que las personas hagan guardia en el manantial que les abastece, ya sea de día, tarde y noche. Incluso en tiempo de calor es normal que pasen la noche haciendo guardia para poder conectar su manguera y así vigilar que no sea desconectada por alguna otra persona”.
En 2014, la comunidad de Agua Fría solicitó, a la Comisión Estatal de Aguas (CEA), el equipamiento del pozo de agua, una red de conducción y distribución para proveerse de ésta y que se dotara a otras comunidades. El proyecto incluía la construcción de líneas de interconexión, un tanque de distribución y equipos, pero solo se efectuaron las líneas en Agua Fría y tres años después todo quedó en el olvido.
“Lo que nosotros estamos esperando es que la CEA se disponga a trabajar con nosotros y eso nos va a dar una justificación”, indica uno de los jefes de familia.
Siete años sin que CEA y Conagua escuchen
Para llegar a la comunidad de Cerro de la Palma, en el municipio de Landa de Matamoros, se requieren aproximadamente seis horas, si uno viaja desde Querétaro. La localidad cuenta con 361 habitantes distribuidos en 95 hogares. Ninguno dispone de agua entubada.
En La Palma, las familias afirman que nunca han tenido agua a la mano, para conseguirla, caminan por lo menos un par de horas, usan un vehículo o piden “auxilio” para trasladarla a sus hogares. Estas prácticas son cotidianas y generan la solidaridad que prevalece entre sus habitantes.
Entrevistadas por buzos, Eloísa Garay señaló que la frecuente falta de agua, debido a su esporádico envío mediante pipas, por la autoridad municipal, ha propiciado que niños, jóvenes, adultos y aun adultos mayores la busquen “hasta por debajo de las piedras” y que, una vez conseguida, traten de aprovecharla de muchas formas.
El agua de lluvia, por ejemplo, se captura en tinajas, cubetas y estanques y se almacena en tinacos o aguajes naturales; lo mismo se hace con la que se acarrea del manantial. Durante el recorrido que este semanario realizó en la localidad, pudo ver algunos depósitos al aire libre que, obviamente, contenían agua “sucia”.
“Es un poco complicado, por el agua que no tenemos, solo captamos la de la lluvia y en los meses que no llueve, tenemos que traerla de donde hay. Ése es el problema de nosotros, está muy retirado y los que no tenemos camioneta para traer el agua, sí batallamos mucho”, señala uno de los informantes.
En Jalpan de Serra, específicamente en la comunidad Sabino Chico, la vida sin agua no es muy distinta a la de los pueblos acostumbrados a ese padecimiento. Evelio Sierra Landaverde habla a nombre de los 191 habitantes de la localidad y su relato comienza con el mismo cuestionamiento de sus paisanos de Landa y Peñamiller: por qué las autoridades (del municipio, CEA y Conagua) colocaron tuberías y no les han puesto agua.
Don Evelio reveló que, cuando los empleados de estas instituciones trazaron las líneas de conducción y colocaron las tuberías, lo hicieron tan mal, que a los habitantes de la comunidad les quedó la impresión de que tenían prisa por irse. A manera de ejemplo, señaló el tendido de una línea de la red instalada sobre la cuneta del camino.
Hace siete años que estas labores se efectuaron y los vecinos de Sabino Chico desconocen aún con qué finalidad se hicieron, porque todo parece indicar que no fue para llevarles agua. Don Evelio guarda en su memoria su propia explicación de este hecho y la expresa al recordar lo que dijeron algunos trabajadores de la CEA.
“Cuando les preguntamos a esos señores que andaban trabajando, dijeron que ellos nada más pondrían la tubería, pero no sabían para qué; y los de la Conagua dijeron que iban a poner el agua, pero de ésta no se mira nada.
“Por eso yo digo –agrega don Evelio– que para qué pusieron la tubería. Solo malgastaron el dinero; mejor debieron dárselo a la comunidad y así veríamos la forma de entre nosotros mismos ponernos el agua como podamos, porque ellos nada más nos engañaron. Eso es lo único que hicieron”.
Los hombres en esta comunidad tienen que salir a buscar el agua al manantial más cercano, además de ir al centro de Jalpan de Serra donde quizás puedan encontrar un empleo eventual o, como han tenido que hacer muchos de sus vecinos, migrar hacia Estados Unidos para enviar algún dinero a sus familias.
Organización y manifestación como alternativa.
La perforación de pozos, solicitar el surtimiento a través de pipas y exigir a los autoridades que abastezcan de agua a las familias en las comunidades marginadas, son algunas de las acciones que a los largo de los años muchos habitantes de la Sierra Gorda han tenido que realizar para exigir solución a este problema.
Ante la negativa de las autoridades, la población ha optado por sumarse a las filas de organizaciones sociales que la orientan y aglutinan al mayor número posible de quejosos para hacerse escuchar y atender por autoridades.
En Jalpan, e l líder de los habitantes, Jerónimo Gurrola Grave dijo a buzos que luego de años de lucha, finalmente se logró que el gobierno estatal accediera a aplicar recursos gestionados por diputados afiliados a su organización, el Movimiento Antorchista, en coordinación con el programa local Peso a peso, con lo que se logró formar una bolsa económica de nueve millones de pesos para poner en acción los pozos y trabajar en proyectos productivos.
Como en Querétaro, en otros estados del país las poblaciones más alejadas de los centros urbanos sufren aún de las más crueles expresiones de desigualdad, entre las que destaca la falta de agua. Las autoridades atribuyen este problema a múltiples factores, entre los que figuran el cambio climático y el aumento de la población, pero sin duda la mayor responsabilidad es de los gobernantes y sus partidos, en cuyas agendas este asunto brilla por su ausencia.
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Escrito por Redacción