Cargando, por favor espere...
A nadie que sea pobre le gusta serlo, aun cuando algunas películas, telecomedias, religiones y gobiernos demagogos –como el de México– romanticen a la pobreza atribuyéndole valores y virtudes como el deseo de superarla con trabajo y esfuerzo. La pobreza es tan infernal que, aun quienes la viven, la niegan porque sufrirla no puede ser objeto de presunción. La pobreza en el país se debe al trabajo precario, a los bajos salarios y al desempleo masivo.
El ingreso de las familias mexicanas, según algunas estimaciones oficiales, no rebasa los 10 mil pesos mensuales, pero esta cifra no parece estar sustentada en la realidad, porque el salario mínimo vigente se tasa en 278.8 pesos diarios; ninguna instancia gubernamental ha verificado si realmente se está pagando y a cuántos empleados se les está pagando; porque hay al menos tres millones de trabajadores formales que no perciben esta cuota diaria porque otros ocho millones tampoco la reciben y porque el 60 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) trabaja en la informalidad. Es decir, estas cifras plantean una gran vulnerabilidad laboral y contravienen el discurso oficial que difunde cotidianamente que “todo funciona de maravilla”, a pesar de que los ingresos salariales no alcanzan para satisfacer las necesidades más elementales o básicas de la mayoría de las familias.
Por ejemplo, cuando un ama de casa pobre va a comprar alimentos, se encuentra con que el kilogramo de aguacate cuesta 100 pesos; la carne de cerdo, 150; el huevo, 50; y el litro de leche, 30. A las familias les sucede lo que a la Patita de la canción infantil de Gabilondo Soler: se enojan “por lo caro que está todo en el mercado”. Además, se ven obligadas a idear un sinfín de estrategias para darles de comer a sus familiares, que se satisfarán con tortillas, fideos, frijoles y refrescos, sin nutrirse adecuadamente. Por ello, como ocurre en los cuentos de Juan Rulfo, siempre tendrán hambre, un hambre inmisericorde que, en pleno Siglo XXI y bajo el dominio de un gobierno “izquierdista”, debe soportar en vigilia y en la noche cuando duerme.
La mayor parte del ingreso familiar se destina a la compra de alimentos y muchos de éstos son de muy baja calidad. Y, ¡claro!, la falta de una nutrición adecuada es visible también en el rostro de los pobres pues, a diferencia de las mejillas sonrosadas de las personas de la clase opulenta, sus mejillas lucen pálidas y enjutas; sus cambios de guardarropa y calzado, si bien les va, se actualizan anualmente en la “paca”, segunda mano o remiendo porque no pueden darse el lujo de comprar ropa y zapatos de aparador o marca.
Si algún miembro de la familia se enferma, primero se acude a los remedios caseros, luego a los curanderos y más tarde a los hospitales públicos; pero para llegar a esto deben trasladarse a una ciudad, gastar un ojo de la cara en transportarse, medicarse y hospedarse. Sí, nada es gratuito en México. Cuando se enferma uno de sus miembros, la familia se ve obligada a vender o empeñar lo poco que tiene para curar al enfermo.
Alimentación, vestido y salud son necesidades prioritarias para las familias mexicanas debido a sus muy bajos ingresos. Por ello, y por más que quiera negarse que estamos sumidos en la pobreza, ésta salta a la vista en cualquiera de las entidades más ricas del país; y no se puede ocultar. Las clases trabajadoras deben entender, de una vez por todas, que la actual situación socioeconómica ha llegado a un nivel tan crítico que ya no hay nada que perder. Por ello resulta urgente que quienes dedican la mayor parte de su tiempo a sobrevivir entiendan esto, se unifiquen, organicen políticamente y luchen para que cambie el actual estado de cosas.
El Estado mexicano presume la igualdad de derechos entre los individuos.
“Verde, vete a casa” es la traducción al español de la frase inglesa con la que los ciudadanos de América Latina rechazaban, según una añeja versión popular, a los soldados de Estados Unidos.
Exigen les sean devueltos todos sus materiales de trabajo para poder seguir laborando.
La cifra de pobres registrada en ese diagnóstico es similar o incluso mayor a la actual; por lo que el lema “primero los pobres” es solamente una de las muchas mentiras del morenismo rampante.
Cada vez resulta más claro que el imperialismo yanqui solamente reacciona a la pérdida de su poder hegemónico en muchas regiones del mundo.
Han pasado ya 30 años del llamado “error de diciembre”, que se produjo en 1994 durante el cambio de gobierno entre Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León.
Piden que el PEF 2025 contemple el recurso para más 400 escuelas en todo el país que carecen de servicios, mobiliario o personal.
Exigen aumento salarial y equipamiento para realizar su trabajo.
Encapuchados comenzó con pintas en los muros de los comercios a lo largo de Paseo de la Reforma.
Habrá mayor vigilancia en las inmediaciones de los mercados que funcionan en las 16 alcaldías.
El mercado laboral ha empeorado no sólo porque ahora es más problemático conseguir un trabajo digno con un salario decoroso
El colectivo Transportistas Unidos anunció bloqueos a partir de mañana en múltiples carreteras nacionales, demandando el pago de 90 millones de pesos por servicios al Tren Maya.
Suspenderían sus servicios más de 6 mil unidades en Tuxtla Gutiérrez, aseguran.
Smith escribió el libro La riqueza de las naciones, donde afirma que la especialización del trabajo resulta determinante para aprovechar mejor los recursos disponibles, abaratar los productos y competir con mayor eficacia en el mercado.
El concepto soberanía o autosuficiencia alimentaria es usado, desde hace muchos años, por funcionarios y políticos que pretenden exhibirse como nacionalistas y hombres preocupados por la salud del pueblo de México.
Escrito por Capitán Nemo
COLUMNISTA