Reconocen autoridades de la CDMX que las personas que viven cerca del canal están en riesgo
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El pasado 28 de marzo, en su artículo La obesidad esboza en México un desenlace más dramático en la crisis del coronavirus, Carmen Morán Breña expuso en El País algunos elementos importantes, por ejemplo: “la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elevado la predicción de enfermos graves para este país de un cinco a un siete por ciento por una sola razón: el sobrepeso y la obesidad. El 74.9 por ciento de la población lo padece de forma crónica y 230 mil mexicanos aproximadamente mueren cada año por dolencias estrechamente asociadas a ello”. También señaló que México es el segundo lugar mundial en obesidad, problema que afecta a todas las edades, pues, como dice el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef): “una de cada 20 niñas y niños menores de cinco años y uno de cada tres entre los seis y 19 años padece sobrepeso u obesidad”. Este mal de nuestra población propicia problemas cardiovasculares, hipertensión y diabetes (en la que también somos campeones). En otras palabras, somos altamente vulnerables al Covid-19 lo que, además, ya se dejaba ver cuando se publicó el artículo de Morán Breña. En ese momento, el 60 por ciento de las víctimas mortales del Covid-19 eran diabéticas.
Se anunciaba una catástrofe desde la naturaleza física de nuestro pueblo, pero la alerta también sonaba desde su enfermiza naturaleza económica. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) registra una cifra que ronda los 90 millones de mexicanos que viven sin ingresos suficientes para vivir. De ellos, 52.4 millones están en situación de pobreza. La Población Económicamente Activa (PEA) la integran 57.7 millones de personas, de las cuales 31.3 millones trabajan en la informalidad, es decir, no tienen ninguna garantía de remuneración y sustento durante la contingencia sanitaria. Estos números no consideran a la población inactiva, que depende del salario de cada trabajador, cuya situación es, por lo tanto, tan inestable como la de los sostenes de las familias. Por ello, el confinamiento general exigido para enfrentar la pandemia se veía imposible en las condiciones en que sobreviven gran parte de las familias mexicanas.
Considerando esta situación, y las experiencias internacionales generadas por la guerra contra el Covid-19, se requería que el primer objetivo del gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) hubiera sido la eliminación de la amenaza del virus. En segundo lugar, que hubiera preparado de manera acelerada y meticulosa al personal médico y provisto a los hospitales con los protocolos, aparatos y suministros necesarios. En tercer lugar, hubiera instruido al pueblo con la verdad y, como medida imperativa, abastecerlo con víveres e insumos indispensables para evitar que el aislamiento aumente las carencias de la gente pobre.
¿Cómo se ha desarrollado el asunto? El primer caso de Covid-19 en México se registró a finales de febrero; desde entonces y hasta la actual fase III, la más crítica, en la que habrá más contagios y muertos, el gobierno no ha hecho nada positivo. La 4T no ha tomado ninguna medida suficiente para instruir y abastecer al personal de salud de los materiales requeridos contra la enfermedad, lo cual provoca que los médicos, camilleros, personal de enfermería, etc., que tratan a los pacientes de Covid-19, se contagien, mueran, dispersen el virus fuera de las salas hospitalarias o sean agredidos por la población que ve en ellos un foco de peligro. De la misma manera irresponsable se ha actuado frente al pueblo; primero, porque nunca se le ha informado la verdadera naturaleza de la amenaza a que se enfrenta el país y, al inicio de la contingencia, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) puso el mal ejemplo cuando se puso a invitar a los mexicanos a salir a las calles y participó en eventos multitudinarios en diferentes estados para hablar de moralidad y otros asuntos. Hoy, además, se oculta la violencia del Covid-19; pues por un lado, no se aplican pruebas suficientes, se presentan puros estimados y, por otro, se ocultan los casos de pacientes con síntomas de Covid-19 adjudicando los síntomas a “neumonía atípica”. En esta fase, también se nos exige permanecer en casa, no realizar actividades colectivas y observar el más estricto confinamiento; pero no se nos garantiza que vayamos a sobrevivir a la pandemia y al aislamiento. Al día de hoy no existe un proyecto claro de auxilio o cooperación económica para las familias pobres.
En resumen: en México no se brindan las condiciones de protección sanitaria a los médicos y no se aspira siquiera a colaborar con el pueblo sin exponerlo a la muerte por hambre en el encierro. De esto se sigue que el objetivo del gobierno de la 4T, como obligado planificador de la defensa, no es acabar con el Covid-19; su indolencia está dando armas al enemigo y éstas lo convierten en asesino de su propio pueblo. Aquí no parece equivocado aquello de que “tanto peca el que mata a la vaca como el que le jala la pata".
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Son cerca de 400 familias procedentes principalmente de los municipios Tecoanapa, Igualapa, Ometepec, Cruz Grande, San Marcos, Copala y Las Vigas.
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Escrito por Anaximandro Pérez
Doctor en Historia y Civilizaciones por la École de Hautes Étus en Sciences Sociales (EHESS) de París, Francia.