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El recientemente electo presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Donald Trump, que empezará funciones el 20 de enero entrante, ya anunció su primera amenaza de campaña, con la que impondrá más restricciones sobre México: el pasado 25 de noviembre anunció que cuando asuma la presidencia, firmará una orden ejecutiva para limitar toda mercancía procedente de México y Canadá, y complementa una de 25 por ciento al último, cuyos “castigos” se mantendrán hasta que éstos apliquen igualmente medidas drásticas en sus respectivas “ridículas fronteras” para evitar la introducción ilegal de migrantes y drogas, particularmente fentanilo.
Al día siguiente, durante su “mañanera del pueblo”, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo calificó de “inaceptable” el ultimátum arancelario y advirtió que esta medida agregaría inflación y desempleo en sendos países, y espetó: “a un arancel vendrá otro en respuesta, y así hasta que pongamos en riesgo empresas comunes”. Es decir, en español, la Presidenta reviró sobre el castigo comercial en el mismo tono jactancioso de Trump.
Para cualquier persona medianamente informada, la respuesta de Sheinbaum merecería un aplauso; pero sometida a criterios político-económicos más rigurosos o serios y no demagógicos, tal responsiva plantearía estas preguntas: ¿cuál país perdería más con tal planteamiento: EE. UU. o el nuestro? ¿Acaso el gobierno de México tiene realmente el poder político y comercial necesario para oponerse al estadounidense? ¿Posee el Estado mexicano semejante nivel económico, educativo y militar frente al país del norte?
Lamentablemente, las respuestas son negativas y, probablemente, a la Presidenta, que aún no cumple siquiera tres meses en Palacio Nacional, le convendría limitar su responsiva frente a tales expresiones contenidas en la misma carta enviada al futuro mandatario gringo: “Presidente Trump, no es con amenazas ni con aranceles como se atenderá el fenómeno migratorio ni el consumo de drogas en EE. UU… estoy convencida de que la fortaleza económica de Norteamérica radica en mantener nuestra sociedad comercial; y que el diálogo es el mejor camino para el entendimiento, la paz y la prosperidad en ambas naciones”.
En el ambiente de tensión entre ambos países, la calificadora Moody’s redujo el pronóstico de crecimiento económico mexicano para los siguientes dos años debido al efecto amenazante de Trump: en 2025, el Producto Interno Bruto (PIB) crecerá 0.6 por ciento, pero se esperaba uno por ciento; y en 2026, cuando se proyectaba 2.5 por ciento será de 1.6 por ciento. La calificadora también previó una ampliación negativa de la brecha comercial, porque los aranceles de Trump “reducirán la demanda de exportaciones mexicanas”.
En su análisis México ante el impacto económico de las políticas de Trump, Moody’s aclara que México representa uno de las metas de Trump y que “será afectado tanto en su economía como en su mercado financiero. Las políticas estadounidenses que causarán los efectos adversos más significativos en México son la de aranceles e inmigración”; aunque también prevé efectos negativos por la aplicación de otras medidas “como la reducción esperada en la tasa de impuesto corporativo en EE. UU., la cual afectará la competitividad fiscal de México”.
Con esto, indudablemente, la economía mexicana será afectada por la política trumpista: el comercio se contendrá, las exportaciones hacia EE. UU. podrían reducirse; algunas empresas gringas dispuestas a invertir en México quizás declinen y cancelen; las remesas también disminuirán tras la expulsión masiva de migrantes o por el temor de quienes queden expuestos al realizar envíos monetarios. Puede sobrevenir más desgracias a los mexicanos si el gobierno morenista no atiende la situación como país tercermundista.
México ya ha sufrido agrias experiencias durante el gobierno de López Obrador, quien debió doblar las manos ocasionalmente frente a las exigencias de los gobiernos gringos; primero con Donald Trump y luego con Joseph Biden. Los amagos de Trump mediante los aranceles no son nuevos; pero México no tienen opción porque, si la amenaza se cumple, desde el 20 de enero, los exportadores y los trabajadores mexicanos enfrentarán una crisis severa; y pagarán los platos rotos si Sheinbaum se precipita.
La contención del flujo de mercancías sería una de las peores intervenciones de la Presidenta, porque la inflación aumentaría, ocasionando que los consumidores mexicanos paguen más por bienes importados, agravando más la ya frágil economía mexicana. Al iniciar la administración de Sheinbaum, la incertidumbre económica lucía natural; pero hoy, las reformas al Poder Judicial y el manejo demasiado optimista y demagógico del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2025 la han agravado.
El regreso de Donald Trumpa la Casa Blanca se percibe preocupante, porque en una guerra comercial, arancelaria, México lleva las de perder. El tiempo lo dirá. Por el momento, querido lector, es todo.
El recorte se debió a señales de desaceleración económica en el último trimestre de 2024 y a una contracción de la industria manufacturera en el primer trimestre de 2024.
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Para realizar el ataque, utilizó un rifle tipo AR-15 semiautomático.
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Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).