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El futbol no es el problema
Lo ocurrido en el Estadio Corregidora en Querétaro, indica el grado de descomposición social y violencia física que prevalecen en el país, alentados a diario desde las conferencias matutinas de Palacio Nacional.
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En el reciente partido entre los equipos de futbol Gallos Blancos y Atlas en el estadio La Corregidora de la ciudad de Querétaro, hubo escenas escalofriantes en las que familias huían para proteger sus vidas y donde algunos jóvenes yacían en el suelo mientras eran golpeados por otros, lo que amerita el análisis y reflexión para explicar tal fenómeno de violencia. Dos de las hipótesis sobre el origen de este incidente, la más importante apunta a que fue un evento fabricado para distraer a la opinión pública de los malos manejos de recursos públicos en los que se hallan involucrados varios actores del Gobierno Federal. La otra hipótesis habla de la infiltración, en las porras de ambos equipos, del crimen organizado, que en el fondo busca el dominio del mercado local de drogas. Sean ciertas o no, cualquiera de las dos explicaciones indica el grado de descomposición social y violencia física que prevalecen en el país, alentados a diario desde las conferencias matutinas de Palacio Nacional.

El futbol en particular, así como cualquier otro deporte, contribuye a formar hombres sanos, tal como lo afirma la conocida prédica de la Grecia clásica “mente sana en cuerpo sano”. Las prácticas deportivas quitan el estrés que provoca la vida rutinaria, dan mayor vitalidad física y lucidez mental en la toma de decisiones pero, sobre todo, enseñan a trabajar en equipo y a convivir en paz. Pero entonces el informado lector preguntará: ¿por qué a pesar de estos beneficios ocurrió la tragedia en el estadio La Corregidora? La respuesta es la siguiente: porque este deporte se ha mercantilizado, se ha vuelto un espectáculo, un entretenimiento para las masas y, sobre todo, está secuestrado por empresas y gobiernos para manipular mejor a algunos sectores.

Por ello, el futbol se ve asociado a bebidas alcohólicas, drogas, a la violencia; y en cada partido hay destrampes entre jugadores, porras o simples espectadores. Los medios de comunicación masiva participan en el negocio del futbol profesional con grandes inversiones en publicidad, para vender tanto historias de rivalidad entre equipos y habilidades de jugadores como bebidas alcohólicas y suvenires, multiplicando así sus enormes ganancias a costa de las masas empobrecidas. En ese deporte, asimismo, los jugadores se han vuelto mercancías caras y exclusivas de acuerdo con sus habilidades con las piernas; y su talento es disputado por clubes y federaciones.

Es cierto que al final todos se reparten las ganancias, pero aunque los futbolistas “venden caro su amor”, las suyas no se comparan con las de las empresas que participan en el gran negocio generado por el fanatismo que propician y alientan en la gente. En los años de la pandemia de Covid-19 temblaron por la disminución de sus ingresos y hoy quieren recuperarlos aprovechándose de la exasperación de las masas por el encierro. Además hay ejemplos de cómo los gobiernos aprovechan el fanatismo de las masas para que no se ocupen ni cuestionen en aspectos trascendentes de la vida, como el desempleo imperante, la inseguridad en las calles, los bajos salarios, la mala educación o la falta de resultados del actual gobierno.

El futbol es el nuevo “pan y circo” que, además, deja jugosas ganancias. Pero si es un negocio, ¿por qué no se resguarda la seguridad de los asistentes a los partidos? La explicación a tal pregunta consiste en que la reducción de costos en las empresas resulta lógica y que, en el partido de La Corregidora, el equipo anfitrión no contrató la seguridad suficiente ni con la calidad necesaria, con lo que puso en riesgo a las familias asistentes. Esta visión mercantilista del deporte y la enajenación de las masas no cambiará en el corto plazo. Menos durante lo que queda de este gobierno sin pies ni cabeza, que no hace otra cosa más que mentir y mentir, que no le interesa formar ciudadanos “integrales” y que únicamente disfruta los placeres brindados por el poder. Aunque, bien miradas las cosas, nada podemos esperar de un gobierno que nada tiene para ofrecer a los mexicanos.


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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