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El partido en el gobierno, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) pretende mostrar al pueblo de México que todo va bien, que todo “marcha sobre ruedas” y que la “Cuarta Transformación” (4T) –cuyos críticos llaman “transformación de cuarta”– ya se consolidó y llegó para quedarse. Como hemos dicho una y otra vez: no coincidimos con el optimismo de Morena y sus líderes porque sus hechos, dichos e intenciones solo son deseos que no se corresponden con la realidad nacional ni se ajustan al criterio de la verdad. Está a la vista de todos que la vida pública de nuestro país se halla en el desastre y que, en solo dos años, el gobierno de la 4T ha logrado las peores cifras económicas en varias décadas; que el control de la pandemia de Covid-19 ha sido desastroso; que el combate a la corrupción, lejos de tener éxito, ha salpicado al propio Presidente de la República con los escándalos en que se han visto involucrados su hermano Pío y su prima Felipa; que la inundación de la región chontal de Tabasco fue deliberada y ordenada por el mismo Presidente para que no afectara a Villahermosa, y que la dramática situación en la que hoy viven miles de damnificados, la mayoría desatendidos por el gobierno, se produjo poco después de la desaparición del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden), uno de los fideicomisos eliminados por la actual administración federal.
Para el gobierno de Morena lo más importante es que los mexicanos sean “felices”; pero sus dirigentes no definen lo que entienden por felicidad, ni con qué sucesos y satisfactores puede accederse a ella ¿Para los morenistas la felicidad significa estar inundados y hacerse a la idea de que esta situación se debe a que “les tocó vivir” en Tabasco? ¿Son felices quienes viven en la marginación y no tienen la posibilidad de que haya obras y servicios urbanos básicos en sus colonias y comunidades rurales? ¿Ser felices significa sufrir la muerte de un familiar o amigo cercano por las malas decisiones del gobierno morenista de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien llamó a la gente a salir a las calles sin que se tomaran las medidas efectivas para reducir los riesgos de contagio? ¿Ser felices significa quedarse sin empleo debido a que el Gobierno Federal abandonó a su suerte a las pequeñas y medianas empresas porque le importan más las obras inútiles como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto civil de Santa Lucía? ¿Ser felices significa quedarse sin una beca y sin un respaldo institucional para continuar proyectos de investigación científica y tecnológica en el país? ¿Son felices las madres solteras que trabajan, después de que se quedaron sin la oportunidad de dejar a sus hijos seguros y estudiando en una estancia infantil? ¿Ser feliz significa ser perseguido por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), que por “quítame estas pajas” bloquea cuentas bancarias a los enemigos políticos del gobierno, pero no hace lo mismo con sus amigos y aliados, pese a la existencia de causales para bloquearlas? ¿Ser feliz significa sentirse en medio de un régimen autoritario?
Vamos a dar algunos elementos de juicio que demuestran los errores y las falacias en que ha incurrido esta administración. Varios de estos argumentos los tomo de los análisis que en el pasado reciente ha hecho el exsecretario de Hacienda y mi exprofesor en El Colegio de México, doctor Carlos Urzúa, en sus columnas publicadas en un diario impreso del país. Viniendo de una voz autorizada como la suya, elimino la posibilidad de que su contenido crítico sea interpretado como una expresión de enemistad política, tanto de quien esto escribe como del Movimiento Antorchista. Por eso transcribo textualmente al doctor Urzúa, quien en cada uno de sus análisis cita primero al Gobierno Federal (cuya reproducción se ofrece en cursiva) y luego da su opinión:
1. “Se está cumpliendo el pronóstico que hicimos en el sentido de que la crisis tendría un comportamiento en forma de ‘V’: caeríamos hasta el fondo, como ocurrió en abril, pero saldríamos del hoyo”. Falso, esa creencia generalizada de un repunte como una ‘V’ no se ha dado ni se podría dar en otras economías más desarrolladas, mucho menos en la de México. La crisis por la pandemia destruyó muchos millones de micro, pequeñas y medianas empresas en el mundo, por lo que la recuperación plena tomará tiempo en todos lados. Más aún, las consecuencias económicas para México son y serán aún más graves, debido a la completa inacción gubernamental ante la crisis. En este aciago 2020, los últimos pronósticos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) apuntan a que la economía mundial caerá 4.2 por ciento, la estadounidense 3.7 por ciento y la mexicana 9.2 por ciento.”
2. “En marzo lograremos alcanzar de nuevo los 20 millones 613 mil 536 puestos de trabajo que tenía registrados el Instituto Mexicano del Seguro Social antes de la pandemia”. Falso, esa cifra, si bien nos va, será alcanzada hasta principios del 2022. Ese repunte solo se refiere, por cierto, a quienes trabajan en el sector formal, no en el informal, donde más de la mitad de la población que está ocupada se gana la vida. Durante el peor mes de la crisis por la pandemia, el mes de abril, el número de mexicanos que no encontraron trabajo en el sector informal excedió los diez millones.
3. “Hemos ahorrado, en dos años, un billón 300 mil millones de pesos en compras y contratos”. Falso, eso significaría que hubo ahorros en adquisiciones gubernamentales del orden de 515 mil millones de pesos anuales. Eso implicaría, a su vez, que el Gobierno Federal, una vez que se sustrae de su gasto de operación el del pago de la nómina para todos sus trabajadores sindicalizados, no tendría ni para pagar la luz. De hecho, se hubieran tenido que cerrar muchas secretarías
4. “Hemos podido cumplir los compromisos de no endeudar al país”. Falso, este año, el saldo de la deuda bruta del sector público federal se incrementará en alrededor de 1.5 billones de pesos (un millón quinientos mil millones de pesos). Pero para aquilatar de manera más precisa la carga de la deuda, es mejor calcular el porcentaje que representa ésta respecto al Producto Interno Bruto (PIB). A fines de 2018, este cociente era un poco menos de 47 pro ciento del PIB, mientras que a fines de este año será mayor de 57 por ciento del PIB. Este porcentaje es el más alto que se ha registrado desde la última década del siglo pasado.
5. “Se fortaleció el ingreso de las mayorías”. Falso, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), un organismo de la propia Secretaría de Bienestar, durante el tercer trimestre del año en curso el 46 por ciento de la población mexicana no contaba con un ingreso suficiente para la compra de una canasta básica”[1].
Hasta aquí, el análisis del doctor Urzúa; a sus palabras podemos agregar otros elementos: La caída del 0.3 por ciento en los ingresos públicos, en la que los procedentes de Petróleos Mexicanos (Pemex) cayeron en un dramático 23.2 por ciento, lo que demuestra el error estratégico de “echar todos los huevos en una canasta equivocada”. Hay que destacar, asimismo, la caída del uno por ciento del índice de confianza del consumidor, lo cual revela que los mexicanos no creen que su suerte esté mejorando; y, finalmente, el índice global de la productividad laboral de la economía (IGPLE), que ha observado una caída de cerca de seis puntos porcentuales desde que se inició esta administración. En otras palabras: hay menos riqueza producida y, por lo mismo, menos ingresos para la gente y el propio gobierno. A estos hechos hay que sumar la incertidumbre que la salida de Alfonso Romo, exjefe de la Oficina de la Presidencia, generó en el sector empresarial, así como el arribo de Tatiana Clouthier a la Secretaría de Economía (SE), donde su licenciatura en Lengua Inglesa y su maestría en administración pública de poco le servirán para resolver los problemas económicos que afectan a México. Ojalá que, en los hechos, se demuestre lo contrario.
Repetimos que sí existen soluciones a los males que enfrenta el país; y la principal solución es la salida del Gobierno Federal de quienes hoy están destrozando al país. Esta salida debe ser por la vía democrática y es el propio pueblo, que unido y organizado en el Movimiento Antorchista Nacional (MAN), debe tomar en sus manos el poder político nacional para resolver de fondo los grandes males que lo aquejan en los tiempos de “la esperanza de México”. Solo así México podrá salir adelante y reconstruirse del desastre donde se postran los dirigentes del gobierno de la 4T. ¡Adelante, compañeros antorchistas!
[1] https://www.eluniversal.com.mx/opinion/carlos-m-urzua/imprecisiones-presidenciales.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.