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Brújula
El costo de comer saludable en la casa y en la escuela
No es mala idea pedir a las familias mexicanas que coman saludable, el problema es no darles los medios para que lo realicen.


No es mala idea pedir a las familias mexicanas que coman saludable, el problema es no darles los medios para que lo realicen. La mejor forma de prevenir las enfermedades consiste en comer saludablemente, hacer ejercicio y llevar una vida estable. Pero las familias de tiempo atrás se enfrentan a una situación de supervivencia, van al día, comen lo que pueden, cuando pueden y donde pueden.

¿Alguien en su sano juicio creería que se come comida chatarra por el puritito gusto? O más bien es una respuesta a la intensa campaña de productos procesados y chatarra de las trasnacionales, y que además son más prácticos y están al alcance del bolsillo de los deciles más bajos; México ocupa el primer lugar mundial en consumo de refrescos, indica un estudio realizado por la Universidad de Yale, con un promedio de 163 litros por persona al año. Ni se diga de los alimentos ultra procesados, que representan ya un severo problema de salud pública, por las enfermedades asociadas a ellos: diabetes, obesidad, presión alta, problemas dentales, cáncer, entre otros males.

La comida chatarra provoca que, al ingerirse, el cerebro libere dopamina proporcionando una sensación de placer y saciedad momentáneo, debido a su contenido de azúcar, grasa o sal; es adictiva, de ahí su éxito. Los deciles bajos, ya sea en el trabajo, en las calles o en la escuela, al contar solamente con unos pesos en el bolsillo, es lo primero a lo que acceden para mitigar esa hambre que nunca cesa.

Poco importa que el gobierno actual haya ordenado a las empresas etiquetar sus productos, aunque en las envolturas se advierta el exceso de sal o azúcar, las personas todavía las consumen, el raquítico ingreso no da para más. El actual gobierno se jacta de su preocupación por la salud de las personas y en las escuelas del nivel básico ha implementado el programa Vida Saludable prohibiendo la venta de comida chatarra; pero, ¿cómo financiarán los padres un lonche saludable para los hijos? Para un refrigerio saludable, que contenga por lo menos un sándwich, jugo y fruta, deben desembolsar más de 50 pesos; y si tiene dos o tres hijos en la escuela, el gasto para la refacción sube considerablemente, sin contar que cada día debe mandar un lonche diferente para variar los alimentos y ofrecer alternativas a los hijos para que no se aburran fácilmente de comer lo mismo.

De esta manera, el refrigerio se prepara en función de lo habido en el hogar; y en casa el gasto nunca alcanza: con los precios tan altos en los alimentos, que rebasan con mucho la inflación oficial de 4.2 por ciento, éstos suben doblemente o más, si consideramos que los estratos más bajos gastan prácticamente todo su ingreso en alimentos, pero no en los de mayor valor nutritivo y calidad, no en más proteínas, sino en aquellos más baratos que, por económicos, en lugar de nutrirlos, los enferman.

Si el gobierno en realidad pretende desarrollar su preocupación por la salud de las mayorías, que resuelva inmediatamente la exclusión de más de 50 millones de mexicanos que no tienen acceso a la salud y que se entreguen los medicamentos faltantes a los hospitales; otra medida que puede ayudar es mayor vigilancia a las grandes empresas para que realmente eleven el salario de los trabajadores; y que, por otro lado, resuelva el problema de las empresas informales porque es ahí donde la mayoría de los mexicanos se encuentra trabajando o autoempleándose, porque hasta ahora sus acciones fáciles e inútiles dejan esa responsabilidad a los padres de familia. 


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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