Se basa en un consumo energético menor al de las IAs tradicionales.
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El capitalismo, como sistema económico global, ha sido objeto de debate constante en cuanto a su compatibilidad con el desarrollo sustentable y la preservación del medio ambiente. Desde su surgimiento, ha demostrado ser antiecológico, marcado por la búsqueda desmedida de ganancias y la anarquía en la producción. Este orden social no sólo ignora, sino que socava activamente los principios de la ecología y la sostenibilidad, imponiendo una carrera desenfrenada hacia la catástrofe ambiental.
La competencia feroz entre empresas, característica fundamental del capitalismo, no sólo afecta los salarios de los trabajadores, también impulsa el uso de tecnologías sucias y prácticas irresponsables. El interés económico prevalece sobre cualquier consideración ética, creando un círculo vicioso de degradación ambiental y explotación laboral.
Uno de los problemas fundamentales radica en la imposibilidad de una planificación efectiva en la producción. Cada terreno posee características únicas que determinan su vocación productiva, pero el capitalismo, en su afán de maximizar ganancias, no considera estas vocaciones, llevando a la explotación indiscriminada de recursos. La falta de una planificación centralizada conduce a la sobreexplotación de tierras, agotando suelos y provocando la pérdida de biodiversidad.
El impacto antiecológico de la producción capitalista se manifiesta en múltiples formas. Por ejemplo, en la explotación y contaminación de los ecosistemas marinos. La pesca indiscriminada ha llevado a la disminución alarmante de poblaciones de peces y al colapso de ecosistemas acuáticos. La contaminación de los océanos, resultado de prácticas industriales irresponsables y mala gestión de la basura en todos los países ha creado verdaderas islas de plástico, la más grande, ubicada en el Pacífico Norte, tiene una extensión de 1.6 millones de km2. ¡Tres veces Francia!
La deforestación inmoderada es evidencia clara de la falta de planificación. Los bosques, esenciales para el equilibrio climático y la conservación de la biodiversidad, son talados sin considerar las consecuencias a largo plazo. La voracidad capitalista por recursos forestales, tierras cultivables y espacio urbano ha llevado a la pérdida masiva de hábitats naturales, contribuyendo significativamente al cambio climático. Según informes recientes de la ONU, la deforestación mundial alcanza aproximadamente 10 millones de hectáreas por año.
Además, el avance de la desertificación es otra manifestación del impacto antiecológico del capitalismo. La explotación intensiva de tierras para la agricultura y la extracción de recursos agota la capa fértil del suelo, dejando vastas extensiones convertidas en desiertos. Este fenómeno, exacerbado por la falta de regulaciones ambientales efectivas, amenaza la seguridad alimentaria y la estabilidad de ecosistemas enteros.
Las emisiones de gases de efecto invernadero, resultado de la búsqueda constante de eficiencia y rentabilidad, aumentan descontroladamente. La anarquía en la producción y la falta de regulaciones permiten que las empresas prioricen las ganancias a corto plazo sobre la salud del planeta. Las emisiones de gases de efecto invernadero por la actividad industrial han resultado en un aumento en la concentración de dióxido de carbono atmosférico del 45 por ciento desde la Revolución Industrial.
La expansión desordenada de centros urbanos, motivada por la necesidad de espacio para la producción y el consumismo, destruye ecosistemas naturales y fragmenta el paisaje. La planificación urbana cede ante el interés económico. La irracionalidad inherente al consumismo (promovido por las empresas) también contribuye a la catástrofe ecológica fomentando la producción desenfrenada, acelerando la degradación ambiental y agotando recursos naturales de manera insostenible.
En este escenario, la competencia y el consumismo insostenible perpetuados por el capitalismo nos han llevado a una encrucijada ambiental. La anarquía en la producción y el afán de maximizar beneficios a corto plazo plantean una amenaza inminente de catástrofe ecológica irreversible. Urge replantear nuestro enfoque económico para garantizar la supervivencia a largo plazo de la vida como la conocemos en nuestro planeta.
La crisis ecológica tiene solución si comprendemos que hay algo fundamentalmente erróneo en la forma en que la sociedad produce todo lo que necesita. La solución no es individual, sino colectiva. Es hora de reflexionar sobre la conexión intrínseca entre el capitalismo y la catástrofe ecológica y buscar alternativas que respeten y preserven la belleza y la vitalidad de nuestro entorno natural antes de que sea demasiado tarde.
Se basa en un consumo energético menor al de las IAs tradicionales.
En la historia de las dominaciones humanas siempre se ha buscado un opio para adormecer las conciencias y desactivar la potencia transformadora de los pueblos.
“¡Mexicanos al grito de guerra!, el acero aprestad y el bridón”, así inicia nuestro Himno Nacional, llamándonos a defender a la patria enérgicamente, empuñar la espada y sostener con gallardía las bridas del caballo para lanzarnos a la brega.
Por estos días vemos en el sur de nuestro continente un caso que nítidamente refleja esa actitud de redoblada agresividad.
Inicialmente debemos señalar que resulta preocupante la sostenibilidad de las finanzas, porque la recaudación en México es baja, igual que el aumento en diversos gastos; además, se invierte poco en educación, salud e infraestructura.
El cultivo de granos y semillas desde hace más de 10 mil años ha cambiado notablemente con el paso del tiempo y con el desarrollo de nuevos métodos y herramientas, marcando distintas etapas en la agricultura.
El pasado 1° de septiembre de 2025, 23.4 millones de niños y adolescentes volvieron a clases en México.
“Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener” (Miguel de Cervantes).
Muchas de las mediciones que se emiten obedecen, en más de una ocasión, a un carácter subjetivo, es decir, dependen del planteamiento mostrado por el investigador para interpretar tal fenómeno de la realidad.
La teoría marxista entiende al capitalismo como un modo de producción caracterizado por la crisis. Las crisis económicas no son un error en el funcionamiento del sistema, el resultado de una mala decisión o un fenómeno que el gobierno en turno pueda evitar vigilando.
Recientemente, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer los resultados de la medición de la pobreza para 2024 en nuestro país.
La horrenda matanza de judíos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial fue aprovechada por los imperialistas para justificar la creación del Estado de Israel.
En el contexto económico global, nuestra agricultura se hunde en una profunda crisis que se manifiesta en dependencia alimentaria, control total de las trasnacionales y del capital extranjero, desempleo rural, constante reducción de la superficie sembrada.
El dos de septiembre de 1984 iniciaron los trabajos del Tecnológico en Tecomatlán para ofrecer una opción educativa de nivel superior a la región Mixteca Baja de Puebla.
Si bien el gobierno morenista festeja una supuesta reducción de la pobreza, no anuncia ninguna reducción de las llamadas ayudas para el bienestar.
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Escrito por Perseo Mendoza Moreno
Colaborador