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Tratándose de los gustos literarios de Marx, Mijaíl Lifschitz menciona que se sabe que en su familia se leía con especial cariño la novela El pequeño Zaches de E.T.A. Hoffmann. Dicho texto contiene una historia fantástica: hadas, magos, hechizos que hacen perder la cabeza, seres extraños que no se sabe muy bien lo que son, todos estos elementos se ponen en juego para entregarnos una historia en apariencia totalmente sacada de la imaginación de un autor de fantasías. ¿Por qué podía interesarle una historia como ésta a Marx?
La fantasía es el pretexto de Hoffmann para hacer un retrato de su tiempo, en el que se desliza la crítica a ciertos aspectos de su sociedad. Aparentemente se habla de seres que no existen, de príncipes imaginarios, pero las acciones relatadas son clara referencia al clima social de gran parte de lo que ahora es Alemania.
El príncipe del lugar maravilloso en donde se sitúa el relato instaura la Ilustración por decreto, al ser esta forma de pensamiento y de acción la que está de moda en los países vecinos, cree que es mejor que todo el reino dé un viraje hacia el iluminismo. Sin embargo, su ayuda de cámara le hace entrar en razón diciéndole que no funciona así la cosa, que no se puede instaurar algo tan importante por decreto. Ante la incredulidad del príncipe, el ayuda de cámara, que fue ascendido a primer ministro para pagar un favor de antaño, explica: “Antes de avanzar con la Ilustración, es decir, antes de talar los bosques, de hacer navegable el río, de cultivar papas, de mejorar las escuelas de la aldea, de plantar acacias y álamos, de hacer que los jóvenes canten a dos voces sus canciones matutinas y vespertinas, de trazar avenidas y de inocularse contra la viruela bovina, es necesario desterrar del Estado a toda la gente de ideas peligrosas, que no obedecen a ninguna razón y conducen al pueblo mediante puras necedades”.
Visto generalmente el texto, pereciera sugerirnos que el autor ve con cierto recelo a la Ilustración, que añora un pasado en donde no existía la transformación acelerada que pretende asociarse con la nueva sociedad, y en parte puede que así sea, pero sólo en la medida en que la Ilustración que se critica no es sino la impuesta desde afuera; no la francesa, sino la alemana de su tiempo, que fue adoptada no como producto del desarrollo interno, no por una necesidad de los pueblos de esa región, sino por exigencia externa.
Así, en su totalidad el libro es una muestra de todas las perversiones de esta imposición de un statu quo. El pequeño Zaches es un ser repugnante, incapaz de producir nada bello; sin embargo, todos a su alrededor parecen estar sumidos en una especie de hechizo, pues lo toman como el más destacado en todo lo que hace; es verdad, tiene un hechizo que le impuso un hada madrina, pero hay otro hechizo mucho más fuerte que el de la magia: este ser maltrecho y egoísta tiene el favor del príncipe, tiene el favor de los altos mandos de la política.
Toda belleza verdadera ha sido anulada en ese reino; la poesía de antaño está prohibida, las hadas sólo son soportadas si renuncian a su libertad individual y se adhieren al pensamiento de moda, nadie puede pensar diferente. El Pequeño Zaches, de Hoffman, es más que un libro de fantasía, es más que un cuento maravilloso, en su humor y atrevimiento van apareciendo toda clase de personajes para retratar la enajenación y la mezquindad del ser humano cuando se mueve por conveniencia.
Cuando los capitalistas piensan que tienen derecho a la automatización sin considerar el derecho de los trabajadores cometen un craso error, porque están propiciando, entre otras, el aceleramiento de la crisis del capitalismo.
¿Cuán importante ha sido el papel de las ideas en la historia de la humanidad? En este escrito me concentraré en señalar algunas ideas políticas planteadas en Europa durante la edad moderna.
Es muy importante en estos momentos insistir en hacer claridad sobre la verdadera naturaleza del modo de producción capitalista en su fase imperialista, porque ya nada tiene que ofrecer a los trabajadores sino lágrimas y sangre.
Colaboro a informar a mis posibles lectores del genocidio que se lleva a cabo en la Franja de Gaza, mientras, Joseph Biden, fiel a sus intereses y prioridades, exige más dinero para matar a inocentes de Gaza y el Donbás.
Vivimos una época que profesa un culto exagerado al "winner", el concepto de ganar o ganar. Dejando de lado la educación del deportista, el deporte triunfa en una sociedad altamente competitiva.
Quienes criticamos la reforma judicial desde su presentación sabíamos que las reglas para elegir al nuevo Poder Judicial por voto popular estaban hechas para permitir que sólo el partido en el poder, sus aliados y grupos de poder económico, eligieran a los ganadores.
Después de la pandemia, el sistema de salud mexicano nos mostró la desigualdad y discriminación que sufren las mujeres en un país donde la salud pública está colapsada.
Ahora el nuevo presidente argentino, Javier Milei, pone sobre la mesa el "déjà vu" de una solución que considera exitosa a pesar de lo que arroja la historia.
El Presidente carga ya sobre sus espaldas con 179 mil 185 homicidios, cifra que equivale a un asesinato cada 15 minutos y 95 diarios. En ninguno de los últimos cinco sexenios hubo tantos decesos. Esto no es paz, esto no es un juego.
No fueron las ideas geniales de alguno o algunos grandes pensadores de aquellos tiempos las que fueron empujando al hombre a domeñar al agresivo entorno, fue el sufrimiento diario de todos, la práctica colectiva, el trabajo, el que fue transformando al propio hombre.
“Nadie, en la lucha por crear nuestro país, ha combatido con armas limpias y nobles como las de Zarco. Durante 20 años escribió de la necesidad de la educación para el pueblo... la libertad de conciencia, la independencia del gobierno frente a todos los poderes...".
Fue formulada por Ignacio Manuel Altamirano con tres objetivos, entre ellas, privilegiar las costumbres mexicanas y crear una literatura nacionalista.
Para mayor realce, esta obra no se circunscribe a un análisis coyuntural: es la visión de toda una época histórica, de sus raíces y perspectivas: el fin del imperialismo.
La lucha de clases no la inventó Marx.
El amplio alcance cubierto por los misiles y aviones no tripulados de Yemen en su viaje hacia Israel sirve de rotunda refutación a los intentos estadounidenses de contener el conflicto para evitar que se convierta en un conflicto más amplio en Asia Occidental.
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Escrito por Alan Luna
Maestro en Filosofía por la UAM.