La forma en que pensamos y sentimos está determinada por la interacción entre el cuerpo y el cerebro.
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Desde la emergencia de la pandemia provocada por el coronavirus (Covid-19), los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales nos han bombardeado con el uso de un gran número de términos científicos que, en lugar de explicarnos bien qué es y cuál es su origen, muchas veces nos han generado dudas y confusión. En este artículo trataremos de explicar algunos aspectos básicos de la biología de los coronavirus.
Los coronavirus son una familia de virus que usan ácido ribonucleico (ARN) como reservorio de información genética. Es decir, todas las funciones y características de estos virus están guardadas en el interior de una molécula de ARN. El rasgo particular que le da nombre, es su forma de “corona”, la cual puede observarse en el microscopio electrónico. La disposición de las proteínas ancladas sobre la cubierta exterior es la que le da esa configuración. El Covid-19, cuyo nombre completo es SARS-CoV2, es el causante de la enfermedad. De hecho, este nombre es un acrónimo del inglés Coronavirus Disease 2019, que significa enfermedad por coronavirus 2019. Los coronavirus humanos se conocen desde los años 60 del Siglo XX, cuando causaron resfriados comunes o enfermedades respiratorias poco severas. Sin embargo, fue en años recientes, con el SARS-CoV (2002), el MERS-CoV (2012) y el SARS-CoV2 (2019), cuando cobraron mayor relevancia por causar mortalidad en humanos.
Aunque sabemos que el primer brote de SARS-CoV2 ocurrió en noviembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, China, aún no queda muy claro cómo se originó. Se sabe que los murciélagos son reservorios típicos de diferentes especies de coronavirus. Por ejemplo, el coronavirus MERS-CoV surgió en murciélagos; de éstos saltó a camellos y finalmente infectó a humanos. En su caso, fueron los camellos los intermediarios con los humanos. Una de las hipótesis más importantes de la comunidad científica es que el SARS-CoV2 se originó en los murciélagos. Además, al igual que como ocurrió con el MERS, se piensa que hubo un animal que intermedió entre aquellos y los humanos. Uno de los principales sospechosos de esta intermediación son los pangolines. Sin embargo, hasta el cierre de edición de esta revista, aún no ha sido confirmado. Actualmente hay muchos grupos de investigación en el mundo que están tratando de entender el origen del coronavirus responsable del Covid-19. El conocimiento del origen de una pandemia es crucial para tomar medidas de prevención y la previsión de nuevas.
Al igual que todos los virus de ARN, los coronavirus tienden a mutar de manera muy frecuente. Las mutaciones son cambios en la información genética cuya variación resulta rápida y trasmisible. Es importante aclarar que las mutaciones no necesariamente son peligrosas y letales, porque conforman un proceso de cambio común y continuo que favorece la diversidad de la naturaleza. No obstante, en el caso de los coronavirus, las mutaciones han facilitado el paso de virus específicos de murciélagos a humanos. Incluso el hecho de que recientemente se haya infectado un tigre con SARS-CoV2 en un zoológico de Nueva York, evidencia cómo estos virus pueden moverse entre diferentes especies gracias a su “flexibilidad” genética.
Aunque el panorama de alarma y crisis humanitaria generado a nivel mundial por el Covid-19 aún parece lejos de ser resuelto, debemos confiar en que hay herramientas científicas y tecnológicas para solucionarlo. Sin embargo, para frenar una pandemia como la que vivimos, requerimos también la aplicación de medidas oportunas generadas entre la sociedad y el gobierno. Debemos entender, asimismo, que la apropiación social del conocimiento científico es un elemento indispensable para enfrentar este tipo de escenarios.
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Escrito por Neftaly Cruz Mireles
Columnista de ciencia