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Escuche, bueno, lea usted esto, amable lector y váyase de espaldas: “Ucrania es hoy un pueblo libre que forma parte del mundo libre y defiende los valores democráticos fundamentales y los derechos humanos”, escribió Rustem Umérov, nuevo secretario de la defensa… (quien) fuera hasta ahora jefe de la agencia estatal ucraniana que se ocupa de las privatizaciones (El Universal, seis de septiembre de 2023). ¿Se engaña el señor secretario? ¿Es un tonto de capirote? Nada de eso. Sabe y entiende perfectamente lo que dice y para qué lo dice. Se trata a no dudarlo de un fragmento de la perversa campaña de difusión de grandes falsedades para engañar a su pueblo y al mundo entero en beneficio de los oligarcas ucranianos y sus patrones, los imperialistas occidentales.
Pero de vez en cuando, sobre todo cuando les salen mal las cuentas y se pelean los cómplices, van apareciendo las verdades. Ante la última (hasta ahora) crisis periódica que ha venido sufriendo el ejercicio presupuestal de Estados Unidos (EE. UU.), en las últimas semanas se publicaron algunas notas informativas críticas que claman por mantener y aumentar la “ayuda” a Ucrania para que siga provocando y enfrentando a Rusia, así como algunas otras que alertan de los graves riesgos internos que corre EE. UU. si continúa haciendo esos inmensos gastos para mantener y atizar esa guerra. Veamos lo que dice el poderoso diario Wall Street Journal y que publicó RT el pasado cuatro de octubre.
“Ucrania ha recibido ya 23 mil 400 millones de dólares, de los cuales 20 mil 200 millones han sido financiados por EE. UU. y dos mil por el Reino Unido, en el marco del programa de Gasto Público para el Desarrollo de la Capacidad Administrativa del Banco Mundial… (y) Si se corta o retrasa la financiación extranjera, los funcionarios ucranianos afirman que el dinero del que disponen alcanzaría sólo para cubrir los gastos necesarios en octubre, tras lo cual el gobierno tendría que recortar los salarios de los funcionarios y reducir los recursos para diversos programas”.
En consecuencia, “Si se interrumpe la ayuda financiera estadounidense, la economía ucraniana estará al borde del colapso para finales de año y el Estado no podrá pagar los salarios de los empleados públicos”. Ucrania es un pueblo tan libre, tan libre que no puede pagar ni siquiera los sueldos de los empleados de su gobierno si una potencia extranjera no le manda dinero. Llamarle “ayuda” a esa catarata de dólares no es más que un eufemismo que intenta ocultar que Ucrania está firmando puntualmente los montos y las fechas de vencimiento de lo que son en realidad inmensos créditos con sus fabulosos intereses, no se trata de ninguna manera de cariñosos regalos. Además, el gobierno de EE. UU. se encarga de gastar él mismo una buena parte de esas “ayudas”, comprando armas en las enormes fábricas de su propio complejo industrial militar. Ello, no obstante, los riesgos de seguir imprimiendo dólares sin medida ni freno están aumentando vertiginosamente y las voces que exigen frenar el gasto aumentan también.
Pero no es todo. La nota de RT sigue precisando: “Además de las enormes sumas de dinero que EE. UU. destina al suministro de armas a Ucrania (como queda dicho, supuestamente para que defienda los derechos humanos), el país norteamericano también vierte miles de millones de dólares en la economía de la nación, pagando los gastos públicos de Kiev. Washington y sus aliados financian programas enteros del gobierno ucraniano, desde la atención sanitaria hasta las subvenciones para la vivienda y pagan los salarios de unos 150 mil funcionarios y más de medio millón de maestros, profesores y trabajadores escolares de ese país”.
¿Por qué tanta generosidad? No hay misterio. Porque la guerra de Ucrania, como todas las guerras que ha librado el imperialismo desde que existe, es un negocio, un pavoroso negocio en el que las gigantescas corporaciones ganan montañas de dólares mientras que los pueblos y sus hijos pequeños, como pasa ahora en Gaza, son asesinados sin misericordia y EE. UU. está absolutamente decidido a librar la guerra de Ucrania hasta el último ucraniano. Y ya exhausta y derrotada Ucrania, ¿con qué pagará la cuenta? No nos engañemos, con sus recursos naturales y con el trabajo asalariado de sus hijos durante varias generaciones; negocio redondo.
La información al respecto no es secreta. “Para inicios de julio –publicó el diario El Financiero– el índice de millonarios de Bloomberg reporta que nueve de las 10 personas más ricas del mundo son de EE. UU. y una más de Francia… (y que) Las 500 personas más ricas del mundo agregaron 852 mil millones de dólares a sus fortunas en la primera mitad del año. Cada miembro del Índice de multimillonarios de Bloomberg ganó un promedio de 14 millones de dólares por día durante los últimos seis meses”. Y en plena guerra con Ucrania y haciendo esos cuantiosos gastos por “ayudas”; se ratifica y fortalece la conclusión: la guerra imperialista es un fabuloso negocio.
Hay todavía más información contundente para rechazar indignados las afirmaciones del general Rustem Umérov en el sentido de la libertad e independencia de Ucrania y su defensa de los derechos humanos y que, más bien, fundamentan y explican su criminal complicidad con los negocios de guerra del gran capital mundial. Veamos. Según el portal Geoestrategia del pasado 28 de noviembre, “El líder de la facción Servidor del Pueblo en la Rada Suprema, David Arajamia –quien fue parte de la delegación ucraniana que viajó a Turquía para las infructuosas negociaciones de paz con Rusia en 2022– dio unas interesantes declaraciones que exponen la total pérdida de soberanía de Ucrania al punto de no tener ni voz ni voto en sus propias decisiones ‘Cuando regresamos de Estambul –dijo Arajamia–, Boris Johnson (exPrimer Ministro de Inglaterra) llegó a Kiev y dijo que no firmaríamos nada con ellos (con Rusia) en absoluto y simplemente fuéramos a la guerra’. Así recibió Ucrania las órdenes terminantes de Occidente. Más claro no canta el agua. Y, a la fecha, el pueblo ucraniano ya ha perdido en la guerra 103 mil de sus esposos e hijos. Paso, pues, a creerle a Henry Kissinger, fallecido apenas a los cien años, quien, por su experiencia represiva y criminal, llegó a ser el hombre que más conoció las entrañas del imperialismo norteamericano, que dijo: “EE. UU. no tiene amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses”.
El actual sistema de reglas mundial se encuentra en crisis, este foro contribuye a la construcción de un nuevo orden multipolar: Pérez Zamorano.
Para mayor realce, esta obra no se circunscribe a un análisis coyuntural: es la visión de toda una época histórica, de sus raíces y perspectivas: el fin del imperialismo.
La prensa internacional celebró la llegada de Bukele, lo llamaron el presidente de moda; sin embargo, Bukele ha abierto paso a un tipo de liderazgo muy peligroso para todos los países de América Latina.
El portavoz del Ministerio de Salud de Palestina dio a conocer que un ataque aéreo de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) contra el hospital Al-Ahli de Gaza dejó al menos 500 personas fallecidas.
Washington empleó misiles de ataque terrestre y más de 100 municiones dirigidas a 60 puntos de los hutíes en 16 zonas; algunas de las ciudades son: Saná, Al Hudayda, Taiz y Dhamar.
El abandono del marxismo por parte de los partidos de izquierda después de la desintegración de la Unión Soviética tiene hoy sus amargas consecuencias en América Latina.
A lo largo del gobierno de la 4T, el presupuesto para mantenimiento de las vías terrestres ha disminuido y a este hecho debe su alta siniestralidad. La STC ha informado que siete de cada 10 carreteras se encuentran en malas condiciones.
El sistema económico estadounidense se halla en decadencia; EE. UU. está empeñado en restituir el mundo bipolar que existió hasta la caída de la Unión Soviética en 1989; mientras, hoy en gran parte del orbe emerge un régimen de vida económico y político multipolar.
El pueblo, que inconscientemente recibe cuentas de vidrio por oro, olvida lo que le quitan, agradece la dádiva, y se está quieto: no hace huelgas para exigir salarios dignos y mejoras laborales, dejando así tranquilos a los capitalistas.
La inminencia de la sucesión presidencial dibuja una disyuntiva amarga que coloca a los trabajadores de México entre la espada de cartón opositora y la pared que encarna la 4T: la encrucijada parece inevitable.
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El diplomático aborda con buzos el significado del triunfo de la Revolución de Liberación Nacional a 69 años del progreso de esa nación a casi siete décadas de su independencia y cómo contribuye a construir el nuevo orden multipolar.
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Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".