Cargando, por favor espere...

Pandemia: ¿Zizek o Byung-Chul Han?
Olvida que “el marxismo nunca ha sido fatalismo, sino por el contrario, máximo activismo”.
Cargando...

La pandemia en curso ha provocado reacciones encontradas: desde histeria aguda hasta abulia absoluta. Pero al propio tiempo ha concitado expresiones más acabadas que pretenden penetrar la superficie de las manifestaciones instintivas y ofrecer un ejercicio de prognosis alrededor de la problemática actual. Aquí también las respuestas han sido encontradas.

Los filósofos Slavoj Zizek, esloveno y Byung-Chul Han, coreano, representan los dos extremos de la disyuntiva. El primero inauguró el debate con un artículo que caracterizó los efectos inmediatos del coronavirus (Covid-19) como “un golpe a lo ‘Kill Bill’ contra el capitalismo”. Zizek sostiene que la epidemia de coronavirus mantiene un “potencial utópico” en el sentido de que obliga a “repensar las características básicas de la sociedad en la que vivimos” y ofrece una “señal” respecto a que “no podemos continuar por el camino que estábamos recorriendo hasta ahora, y que un cambio radical es necesario”.

La propagación del Covid-19 permite, de tal manera, la propagación de un virus ideológico (“mucho más beneficioso” y que “con suerte nos infectará, acota Zizek): “el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del Estado-nación, una sociedad que se actualice a sí misma en la forma de la solidaridad y la cooperación global”. Zizek respalda así la perspectiva de que la pandemia en turno constituye una especie de golpe social con la misma capacidad que la llamada “técnica de los cinco puntos”: un ataque ficticio que forma parte de la mitología de las artes marciales y que presenta la particularidad de “explotar el corazón” del oponente.

A juicio del filósofo esloveno, la epidemia de Covid-19 sería una técnica con el poder análogo de hacer explotar el corazón del sistema capitalista global. La coyuntura sanitaria revelaría, entonces, “un capitalismo global que se aproxima al colapso” y cuyo desplome inminente redundará en una reorganización casi automática “de la economía global para que deje de estar a merced de los mecanismos del mercado”.

Resulta claro que la prospectiva de Zizek supone una sociedad que “se actualizará a sí misma” a partir de la pandemia y que generará, por sí sola, una nueva “organización global que pueda regular y controlar la economía” sobre la base de la solidaridad y la cooperación también globales.

Byung-Chul Han objetó precisamente el catastrofismo determinista y el optimismo ingenuo implícitos en la propuesta de Zizek. “La revolución viral no llegará a producirse”, sentenció el filósofo coreano. “El virus no vencerá al capitalismo” –arguyó– en virtud de que “ningún virus es capaz de hacer la revolución”. Por tanto “no podemos dejar la revolución en manos del virus”: Ojalá “tras el virus, venga una revolución humana”, pero “somos nosotros, personas dotadas de razón, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo”, concluyó.

Esta contraposición revive y reactualiza la vieja alternativa entre “derrumbe o revolución” en torno a la problemática relativa al “destino del capitalismo”. La historiografía marxista reconoce que el Bernstein-Debatte significó el punto de origen de la cuestión y que, a partir de ahí, las líneas basilares de la disyuntiva expresaron un cisma simbólico entre “alma reformista” y “alma revolucionaria”. A fin de cuentas, la discusión “coaguló” en dos posiciones políticas opuestas: la socialdemocracia y el Linksradikalismus o “radicalismo de izquierda”.

La primera tomó cuerpo en el marxismo reformista de la Segunda Internacional y, a grandes rasgos, enarboló una “teoría del desarrollo”, estableciendo la imagen de un “capitalismo organizado” sin más opción para periclitar como producto de las leyes internas del propio sistema. El Linksradikalismus apuntaló la imagen opuesta y definió el derrumbe revolucionario del capitalismo con base en la “teoría de la crisis” o Zusammenbruchstheorie.

Poco a poco, el debate escindió el vínculo orgánico que realiza la unidad de la estructura y la superestructura de un bloque histórico determinado que terminó por imponer la díada derrumbe/revolución. El reformismo marxista afirmó la supremacía del momento estructural y, de una u otra manera, asumió un economismo que varias veces llegó a reducir todo el movimiento histórico al momento estructural. El “extremismo histórico” del Linksradikalismus cometió el error inverso. Destacó la preponderancia del momento superestructural y, varias veces, cayó en un “ideologismo” que exaltó el elemento “voluntarista e individual”, mientras subestimó las condiciones materiales de la política y de la ideología.

La perspectiva de Byung-Chul Han converge, hasta cierto punto, con la Zusammenbruchstheorie del izquierdismo radical. El filósofo coreano no considera que las condiciones materiales circunscriben las posibilidades de acción y de lucha de las “personas dotadas de razón”. Desconoce, asimismo, que las crisis constituyen un pasaje cualitativo que permite una transición de “lo objetivo a lo subjetivo” y de la “necesidad a la libertad”. Las catástrofes configuran momentos de “catarsis” que permiten por tanto “la elaboración superior de la estructura en superestructura en la conciencia de los hombres”.

Zizek olvida, en cambio, el nexo que Lenin identificó a propósito de una “situación revolucionaria” y una “revolución”. Por supuesto que la revolución resulta punto menos que irrealizable sin la posibilidad de una condición revolucionaria. Pero “no toda situación revolucionaria desemboca o conduce a la revolución”. Zizek parece omitir que el momento de catarsis social abierto por la pandemia exige una transición cualitativa de la “necesidad a la libertad”: un pasaje de lo “objetivo a lo subjetivo”. El filósofo esloveno parece ignorar que la situación revolucionaria provocada por el Covid-19 no tiene que conducir necesariamente a una revolución, ni prefigura el colapso inminente del capitalismo global ni mucho menos preludia el escenario de una sociedad que “se actualizará por sí misma”. Ignora un principio que señaló el “reformista” Rudolf Hilferding: “el derrumbe del sistema capitalista no debe esperarse en forma fatalista, desde el momento que, muy lejos de ser el producto de las leyes internas del sistema, debe ser el resultado de la acción consciente (…)”.

Zizek olvida, en una palabra, algo más que reconoció el propio Hilferding. Olvida que “el marxismo nunca ha sido fatalismo, sino por el contrario, máximo activismo”.

 


Escrito por Miguel Alejandro Pérez

Maestro en Historia por la UNAM.


Notas relacionadas

El responsable por las muertes de mexicanos en pandemia, Hugo López Gatell, debe pagar ante la justicia sus omisiones en el servicio público durante la gestión de la pandemia.

Es un hecho: los países más ricos aseguraron el acceso a las vacunas para sus ciudadanos y vaciaron los estantes para el resto de los habitantes del planeta.

México también destaca por ser el tercer país a fecha del 1 de noviembre con la tercera tasa de vacunación más baja, con un 47 por ciento de la población inmunizada.

Las autoridades sanitarias creen que, con base en las actas de defunción, la pandemia ha dejado más de 376 mil muertos en el país y estiman que México acumula en realidad 3 millones 547 mil 398 casos de contagio.

Los contagios provocaron que las escuelas volvieran a cerrar, esto porque en todo el distrito escolar se registraron casos tanto de trabajadores como de estudiantes.

Secretario de salud federal, Jorge Alcocer, descarta que la precaria situación en Acapulco amerite una declaratoria de emergencia sanitaria.

"Ante la falta de un medicamento probado o una vacuna efectiva, las medidas de distanciamiento social y prevención pública de salud deberían conservarse al menos hasta 2022".

El funcionario dio a conocer la cifra de personas fallecidas, el cual suman  194, en tanto, el número de contagiados llegan a 3,441 casos.

Hay pronósticos de que se viene lo peor para estos próximos tres meses de pandemia, coincidieron expertos.

El atraso ideológico-científico de la extrema derecha global y su afán por mantener su dominio económico alientan a el fenómeno de los antivacunas. ¿Qué efectos tendrá eso en el futuro? Están por verse en México y el mundo.

En México, las cifras son alarmantes. Antes de que termine el año, se llegará al millón de contagios y los fallecidos seguramente rebasarán los 100 mil.

La ineficiencia y mala actuación del subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, en el manejo de la emergencia sanitaria por Covid-19, lo ponen como el principal responsable de haber incurrido en varios delitos.

Acorde con la formación científica de la autora, el libro es un análisis cuidadoso de las políticas mundiales y de la política nacional para proteger, o para exponer a la población de la terrible peste del virus SARS-COV2.

Mike Ryan señaló que hay diferentes respuestas en los países, algunos en que tanto sociedad como el gobierno se manejan guiados por la ciencia y en otros “hay ausencia o debilidad en ese sentido”.

Los falsos triunfalismos, el silenciar el peligro de rebrotes y la manipulación de estadísticas cuestionan la integridad de gobiernos y validan la estrategia de mentiras en los centros hegemónicos.