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Los animales cordados
Los cordados son el grupo de animales al que pertenecen los humanos y otros vertebrados como las aves, reptiles, mamíferos y peces.
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Los cordados son el grupo de animales al que pertenecen los humanos y otros vertebrados como las aves, reptiles, mamíferos y peces. Aunque a las personas pueden parecernos comunes, representan un pequeño porcentaje de la biodiversidad animal: los cordados apenas son 64 mil 788 especies, es decir el 4.5 por ciento del millón 424 mil 153 que existen en todo el mundo.

Los artrópodos, en cambio, son un millón 97 mil 631, cifra equivalente al 77 por ciento de la diversidad animal, y entre sus especies se hallan los crustáceos (cangrejos, langostas y camarones), hexápodos (insectos), miriápodos (ciempiés y milpiés) y queliceriformes (escorpiones, arañas y ácaros). Estos animales solo son notables para el ser humano porque transmiten enfermedades y son ponzoñosos. El grupo más diverso se integra por los moluscos, con 93 mil 195 especies, cifra equivalente al 6.5 por ciento de la diversidad conocida, entre las que se hallan los mariscos de uso comestible para los humanos.

Actualmente, la mayor parte de la biodiversidad animal está formada por invertebrados, artrópodos y moluscos. Los fósiles, restos animales conservados en roca, indican que en épocas geológicas anteriores, los artrópodos fueron el grupo más abundante desde que la vida animal apareció en la Tierra. ¿Cómo fue que en un mundo dominado por los invertebrados los cordados se abrieran camino en la historia del planeta?

Los grupos animales aparecieron hace 530 millones de años en el periodo conocido como Cámbrico en la historia geológica de la Tierra. La fauna estaba formada principalmente por artrópodos y gusanos. Algunos grupos de gusanos eran mucho más diversos que en la actualidad. Los artrópodos ya presentaban el exoesqueleto característico que recubre su cuerpo, muchos eran herbívoros, pero los de mayor tamaño eran carnívoros.

El mayor depredador de esa época fue un artrópodo llamado Anomalocaris, su cuerpo llegaba a un metro de longitud; algunas placas de su exoesqueleto se proyectaban más allá de éste y le conferían una forma hidrodinámica; en su cabeza, además, había dos grandes ojos en posición dorsal y dos apéndices con espinas con las que capturaba a sus presas; su boca era circular y disponía de varios dientes aserrados para triturar su alimento.

Los primeros cordados eran mucho menores en tamaño a los artrópodos: los fósiles que posiblemente fueron sus ancestros, el Haikouella y el Myllokunmingia, eran de solo cuatro y tres centímetros de longitud, respectivamente. Carecían además de esqueleto, pues su columna vertebral no tenía aún la característica de los primeros cordados.

La estructura que precedió a la columna vertebral fue la notocorda, una delgada varilla elástica de tejido fibroso, que puede flexionarse lateralmente sin acortarse en longitud. Los músculos se disponían a lo largo de la notocorda y arqueaban el cuerpo de un lado a otro, produciendo un movimiento natatorio. Así que los primeros cordados, aunque diminutos, tuvieron una forma adecuada para su desplazamiento eficaz en el medio acuático.

La segunda estructura que caracterizó a los primeros cordados fueron las hendiduras faríngeas, una serie de perforaciones detrás de la boca. Los primeros cordados carecían de mandíbulas, por lo que no eran carnívoros activos. Sin embargo, se alimentaban con los microorganismos que habitaban en el fondo marino, los cuales filtraban a través de sus hendiduras faríngeas.

Los descendientes de los primeros cordados, es decir, los vertebrados (incluido el ser humano) tuvieron en algún momento de su evolución notocorda y hendiduras faríngeas, pero solo en las primeras etapas del desarrollo embrionario. La notocorda es una guía de desarrollo de la columna vertebral en embrión. Las hendiduras faríngeas dieron origen a las branquias y, posteriormente, de los arcos branquiales evolucionaron las mandíbulas. Fue así como los vertebrados adquirieron una alimentación carnívora activa y alcanzaron tallas mayores que las del temido Anomalocaris del Cámbrico, que por cierto se extinguió y en nuestros días no hay descendientes de este artrópodo.


Escrito por Jorge Adrián Serrano

Colaborador ciencia


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