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La educación no es prioridad para la 4T
Los jóvenes mexicanos no carecen de imaginación o creatividad, pero el sistema educativo actual los condena a un mundo sin oportunidades.
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México es un país que no tiene crecimiento económico y el gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) está conduciéndolo directamente hacia la recesión; en realidad, se encuentra a la deriva y su actual timón, incluso, desafía leyes y procesos sociales para hacerlo naufragar. En la corrección y modernización del sistema educativo, tendría una oportunidad para hallar los instrumentos idóneos para crear el capital humano que México necesita para enriquecer su cultura y mejorar su sistema productivo; pero en su primer año, la 4T dio una embestida total a la educación con dos acciones negativas. En primer lugar, mantuvo el bajo gasto fiscal destinado a este rubro, cuyo acumulado en nueve años suma 29 mil 15 dólares por estudiante, equivalente a menos de un tercio del promedio de gasto de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), correspondiente a 90 mil 561 dólares; y en segundo lugar, eliminó la evaluación de los docentes para satisfacer a las dos mafias sindicales del sistema educativo, a las que en buena medida se debe el grave deterioro de la enseñanza básica en México y con las que quiso congraciarse y aliarse políticamente con propósitos electoreros.

Los resultados del Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos (PISA) revelaron que en 2018, el 35 por ciento de los estudiantes mexicanos de 15 años no obtuvieron el mínimo en matemáticas, comprensión lectora y ciencias. Esto significa que, de cada 100 estudiantes, cerca de 40 no disponen del mínimo de habilidades para comprender y aplicar los contenidos de estas disciplinas, lo que evidencia la falta de interés de estos muchachos por aprenderlas. A los demás evaluados no les fue mejor, porque también salieron reprobados; pues el 56 por ciento obtuvo un desempeño en matemáticas menor al requerido; en lectura fue el 45 por ciento y en ciencias, el 47 por ciento. Solo uno por ciento de los estudiantes logró un alto nivel en matemáticas.

Los jóvenes mexicanos no carecen de imaginación o creatividad, pero el sistema educativo actual los condena a un mundo sin oportunidades. Estos datos duros colocaron al país en el último lugar entre los países de la OCDE en 2018; confirmaron una tendencia que permanece invariable desde hace varios años y, asimismo, la evaluación demostró que la desigualdad socioeconómica prevaleciente en el país es decisiva ante estos resultados, ya que los alumnos con menores promedios se ubican precisamente en los sectores con menos ingresos. Fue muy acertado el comentario de Gabriela Ramos, directora de la OCDE, cuando mencionó que el problema educativo no se soluciona con becas directas a los estudiantes, porque también es necesario mejorar la infraestructura de los centros escolares en todo el país; superar los bajos salarios percibidos por los maestros y contar con un proyecto educativo integral.

La educación es asunto serio y trascendente, pero el Gobierno Federal y su titular emprenden acciones que no fomentan el espíritu crítico; hacen solo declaraciones superfluas, como aquella de que son innecesarias la exigencia y la disciplina escolares; discuten si los uniformes son o no incluyentes; realizan rituales religiosos o nigrománticos; interpretan mal los datos históricos (¡recordemos la fundación de México hace 10 mil años!); chabacanean con el Plan Nacional de Desarrollo (PND); escriben un “libro de economía moral” que no tiene nada de economía; citan “otros datos” estadísticos que no existen o, como acaba de ocurrir en el Mixteca poblana, intimidan a los estudiantes con la Guardia Nacional. Éstos son solo algunos ejemplos de los que se desprende que la educación en nuestro país no se encuentra en su mejor momento. Un pueblo de ignorantes solamente le conviene a aquellos que buscan perpetuar sus privilegios en el poder. Un pueblo educado tiene mayores elementos para comprender su realidad y, por los tanto, para conducirse con mayor éxito. No parece ser ésta la intención del Gobierno Federal, cuyo titular y sus colaboradores no comprenden todavía la dimensión del daño hecho a los mexicanos, debido al retroceso educativo que han propiciado este año.

Por ello deberían, al menos, reconocer los modestos esfuerzos que algunos grupos progresistas realizan a favor de la educación en México, pese a todos los obstáculos que existen. En su lucha diaria, y alejándose de la mala educación oficialista, aplican la educación integral para crear seres humanos más sensibles. En el momento en que la crisis toque fondo éstos, que hoy parecen ser el granito negro en el arroz, seguramente serán llamados a dar la mano a sus hermanos y brindarles el conocimiento necesario para levantarse de la postración. Al tiempo.


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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