Cargando, por favor espere...
Es el poeta altanero
quien debe romper el yugo:
siempre al cantar Victor Hugo
tembló Napoleón Tercero.
Profesión de fe
JSCh
Los grandes poetas populares de todos los tiempos sufren a menudo la injusticia de verse antologados con sus versos menos partidarios; y así, repitiendo una y otra vez, de compendio en compendio, el mismo poema atemporal o un fragmento fuera de contexto, su espada pierde filo y el llamado al combate se disipa, en una sutil y eficaz censura que, obviamente, sólo beneficia a los destinatarios de su denuncia. Esta condena a la marginalidad libresca se ha cebado sobre el vate peruano José Santos Chocano, cuyo ideario anarquista, su fe en la liberación de los pueblos y su pluma al servicio de los oprimidos se ocultan al encasillarlo citando sólo sus poemas Blasón o ¡Quién sabe!, breves obras maestras que, sin embargo, no alcanzan a caracterizar su lira.
Del modernismo se dice comúnmente que –en general– privilegió la forma sobre la idea y que sus herederos se convirtieron en promotores de una poesía de élite, no destinada a las masas. No es el caso del gran poeta que hoy convocamos a esta Tribuna. Toda la musicalidad y la erudición del autor, su profunda comprensión del simbolismo que encarnan grandes personajes y momentos históricos, se pone al servicio de la humanidad, a la que llama a despertar, a sumarse a la lucha contra tiranos y opresores.
Vox populi, dedicado al obrero Emiliano Heraud y publicado en Iras santas. Poesías americanas (1892-1895) muestra al poeta como impulsor del espíritu rebelde y justiciero que necesitan las adormecidas masas de entonces y ahora.
Yo amo al pueblo, y en él mi gloria fío…
El pueblo sabe estrangular tiranos;
¡y odia tanto a Caifás como al judío
que sentencia lavándose las manos!
Nada importa que el déspota en su empeño
lave su frente con raudal de ciencia:
el que déspota es, grande o pequeño,
tiene en su propio nombre su sentencia.
Yo amo a ese pueblo que llegó a la gloria
subiendo por la escala de la ruina;
y que sobre la cumbre de la Historia
clavó un faro de luz: ¡la guillotina!
Él supo, al despertar de sus desmayos,
pasear por el planeta la mirada;
y como un Jehová vibró sus rayos,
y sacó sus derechos de la nada…
Cuando el pueblo, impulsado por Belona,
sacudió el yugo con robusto brazo,
dividió en mil pedazos la corona:
¡cada cabeza reclamó un pedazo!
Erguido entonces con sagrado encono
verdugo fue de la nobleza impía;
¡y cada astilla que arrancó del trono
fue un puñal para herir la tiranía!
El pueblo haciendo veces de verdugo,
al ejercer su rudo magisterio,
donde pone la mano rompe un yugo
donde pone la planta hunde un imperio.
¿Cómo no amar al que forjó mi lira,
al que puso en mis manos la piqueta,
al que oyendo mis cánticos de ira
pensó en la gloria y se sintió poeta?
Entre mis sueños y mis ansias locas,
quiero, al verme ceñido por sus brazos,
hallar una sonrisa en sus mil bocas
como un iris partido en mil pedazos.
El séptimo canto de Más allá canta el mar, la gran epopeya del poeta cubano Regino Pedroso.
Uno de los libros fundamentales en la obra del poeta veracruzano Rubén Bonifaz Nuño es Fuego de pobres (1961), su autor reconocerá que con este volumen “comenzaba ya el cambio; lo otro era personal; Fuego de pobres puede ser ya colectivo”.
Feminista en el Siglo XIX, insumisa, revolucionaria y comprometida con las causas sociales a que asistió en su prolongada existencia, Laura Méndez de Cuenca (1853-1928) fue una traductora, académica, periodista, educadora y multidisciplinaria escritora mexicana.
La epopeya del Morro (1899) es el título de un extenso poema heroico del peruano José Santos Chocano (1875 - 1934)
El accidente acabó con la vida de uno de los más destacados representantes del indigenismo en la literatura latinoamericana.
La poesía, como otros quehaceres, fue un espacio vedado por siglos a las mujeres; sin embargo, en la historia de la literatura universal abundan los ejemplos de autoras rebeldes.
Soberana presencia de la patria no sólo es la enérgica denuncia de la masacre perpetrada por el imperialismo yanqui contra los jóvenes patriotas panameños en 1964.
El nueve de mayo de 2022 dejaba este mundo material el poeta, periodista y diplomático José Franco, nacido en 1936 y conocido como El Poeta de la Patria en su natal Panamá.
El satélite terrestre, con toda su belleza y misterio, ha sido fuente de incontables mitos.
Casa con dos puertas, del último poeta modernista mexicano, Enrique González Martínez (1871-1952) es una metáfora reiterada.
El cuatro de septiembre de 1947 fallecía en su exilio permanente en la Ciudad de México, el escritor, periodista y poeta Alfonso Guillén Zelaya.
Su obra poética sufrió el injusto desdén de la crítica contemporánea, entre cuyas figuras destacaba Octavio Paz.
La biografía del poeta puertorriqueño Francisco Matos Paoli es uno de esos caros ejemplos de la poesía al servicio de los ideales más elevados.
Colectivos exigen a los diputados de Guerrero trabajar en la aparición de más de dos mil desaparecidos.
De aquella sociedad nacida de la más grandiosa revolución que había conocido la humanidad surgió, como un resultado necesario, toda una constelación de poetas.
Por sus presuntos vínculos con cárteles, morenistas en la mira de EE. UU.
Alistan protesta nacional contra Trump en EE. UU. para el 14 de junio
En México, conmemoran el Día Nacional de Rusia
Se opone a la reducción de la jornada laboral el 70% de empresarios
De nuevo, inundaciones colapsaron la CDMX, activan Alerta Naranja
Por abuso infantil, legisladora de Morena pierde derechos políticos
Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.