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Son 15 los cantos de Más allá canta el mar, la extensa epopeya latinoamericana de Regino Pedroso, una bien lograda alegoría en la que el mar –embravecido o calmo, devastador o generoso– tiene a su merced a la humanidad, a quien el poeta insta a luchar, indómita, contra toda adversidad, reconociendo en ella rasgos divinos cuando, haciendo a un lado sus debilidades, reta al destino. En el Canto XIV, como en casi todo el poema, la rima es asonante y en los versos, de métrica irregular, predominan los alejandrinos (14 sílabas), propios del género épico.
¡Canta a la vida, hombre que tienes la voz ancha!
¡Alza más libre el canto!
¡Si cual lenguas de llamas las olas barren todo;
si en el abismo negro solitario naufragas;
si el hombre de la orilla pasa sordo a tus gritos
y los faros más altos se apagan a los vientos,
solo en tu luz y anhelos por mares de infinitos,
sobre noches sombrías, sobre oleajes de muerte,
sobre el torrente negro de penas y borrascas,
alza más alto el canto al mundo de tus sueños!
Eres despojo amargo que el viento arrastra lejos…
Un átomo en el polvo,
brizna de sufrimiento,
gota de agua al fuego del Sol en las mañanas…
¡Y eres todo, pedazo de carne desgarrada;
grito y canto,
vuelo y ritmo,
danza y nube;
eres gigante, llenas con tu voz los espacios;
puedes con férreas manos deshacer las montañas;
ceñir tu frente, olímpico, con astros de los cielos;
pero nunca más grande,
¡oh, miseria de angustia!,
que cuando triste, roto, vencido, encadenado,
del lodo prisionero,
en yugos de destinos o en grilletes de rocas,
aún puedes, como un dios, crear un Universo!
No hay que confundirse: la ausencia de rima consonante no es producto de la falta de pericia del poeta, sino una posición estética, innovadora, de este digno representante del modernismo; sin embargo, en el núcleo de esta estremecedora invocación al combate late un pulso interno, un perceptible ritmo propio y una musicalidad que se abren paso; esto sólo podía lograrlo un verdadero artista del verso que, dominando la técnica, con destreza de orfebre, sometiera las palabras en la forja de la idea.
Un día la alegría, es el título que Pedroso da al decimocuarto de sus cantos; en él, la certeza de que el sufrimiento no será eterno para los hombres se incendia en un grito esperanzado que anuncia un amanecer luminoso donde la muerte no tendrá lugar. Solar y cósmico, Regino Pedroso, oriundo de Unión de Reyes, Matanzas, Cuba, lanza el reto a los insumisos de siempre en unos versos medicinales que recuerdan, inevitablemente, los sonetos de Almafuerte, ese otro gran vate panamericano.
¡Sobre los días náufragos,
sobre noches de incendios,
sobre mundos sin árboles, sin cielos y sin soles,
masticando aires densos por suelo endurecido,
carne de sufrimientos,
mendigo de esperanzas,
hombre de muertes, preso en ansias infinitas,
lanza tu voz a nuevos continentes sin límites;
–¡la Tierra canta al viento como un trompo de albas!–
baña tus manos en anchos cielos de eternidades;
tú mismo, en tu interior, con llamas de tus sueños,
sobre noches sin astros,
sobre ramas vencidas,
sobre miseria esclava y voces mutiladas,
¡puedes hacer cantar trigales de alegría!
Luchó toda la vida por su patria cubana desde la trinchera de las letras.
A los 13 años, el poeta cubano Regino Pedroso (1896-1983), abandonó los estudios para trabajar en una fábrica de acero, en un taller ferroviario y como jornalero en la zafra.
Estudió jurisprudencia en la UNAM, pero pronto se decantaría por la literatura.
La epopeya del Morro (1899) es el título de un extenso poema heroico del peruano José Santos Chocano (1875 - 1934)
La historia de la literatura abunda en ejemplos de amistades a toda prueba y de profundos desencuentros entre poetas y escritores de indudable valor.
Carlos Marx enseña que la anarquía de la producción es una de las principales leyes del sistema capitalista y conduce a la sobreproducción de mercancías hasta ocasionar una crisis económica.
Son 15 los cantos de Más allá canta el mar, la extensa epopeya latinoamericana de Regino Pedroso.
Su poesía, heredera del modernismo, que viera la luz en su patria con el gran Rubén Darío.
Su obra poética sufrió el injusto desdén de la crítica contemporánea, entre cuyas figuras destacaba Octavio Paz.
El cuatro de septiembre de 1947 fallecía en su exilio permanente en la Ciudad de México, el escritor, periodista y poeta Alfonso Guillén Zelaya.
Uno de los libros fundamentales en la obra del poeta veracruzano Rubén Bonifaz Nuño es Fuego de pobres (1961), su autor reconocerá que con este volumen “comenzaba ya el cambio; lo otro era personal; Fuego de pobres puede ser ya colectivo”.
Publicada por primera vez en La Habana en 1939, en la imprenta La Verónica, de Manuel Altolaguirre, Más allá canta el mar es una extensa epopeya compuesta en luminosos versos de altísimo registro.
Escritor, dramaturgo y periodista, Vicente Alemán, más conocido por el seudónimo literario de Claudio Barrera.
El accidente acabó con la vida de uno de los más destacados representantes del indigenismo en la literatura latinoamericana.
Una obra “cabal y desbordante, de inefable amor al terruño… este libro abarca no sólo las facetas histórica, legendaria y romántica de Yucatán, sino también el original ambiente propio de esta tierra, cálida y cordial, lo que le es inmutable”.
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Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.