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Nació el 1° de febrero de 1902 en Joplin, Misuri, Estados Unidos (EE. UU). Fue uno de los mayores exponentes de la Harlem Renaissance de los años veinte y, más tarde, el principal representante de la cultura afroamericana en su país. Sus escritos y sus intervenciones públicas tuvieron como principal objetivo el progreso social y civil de la población de color de EE. UU.
Su infancia transcurrió en Kansas junto a su abuela materna; durante un breve periodo vivió en México con su padre, posteriormente viajó por mar y desempeñó trabajos subalternos en Francia e Italia antes de hacer su aparición en la escena literaria de Harlem, donde publicó entre 1921 y 1925, en las revistas Crisis y Oportunity, los poemas que lo llevaron a la fama: The negro speaks of Rivers, Mother to son y The Weary Blues, que dio título a su primera recopilación en 1926.
Más tarde publicó el artículo The negro Artist and the Racial Mountain (1926), centrado en la ambivalencia del papel del negro en EE. UU, que se convirtió en el manifiesto del nuevo movimiento. Junto a otros libros de poemas, entre ellos Fine Clothes to the Jew (1927), en aquellos años publicó la novela Pequeña América negra, sin ningún éxito. En 1935 puso en escena el drama Mulato, violenta acusación contra el sistema racial del Sur, centrado en un personaje alienado tanto en el mundo de los negros como en el de los blancos.
La experiencia de la guerra civil española, que presenció en 1937 como corresponsal en el frente republicano, le inspiró algunas vibrantes poesías y lo empujó a un compromiso político de izquierda (por lo cual fue perseguido durante la “caza de brujas” de McCarthy). Entre 1938 y 1942 dio vida a tres compañías de teatro e inició la publicación en el Chicago Defender de un personaje llamado “Jesse B. Simple”, a través de él expresó la sensatez popular del típico habitante del gueto: una selección de estos textos apareció bajo el título The Best of Simple (1961).
Publicó dos autobiografías: El inmenso mar (1940) y I wonder as I wander (1956); produjo un número considerable de publicaciones, entre ellas libretos de ópera, artículos y antologías sobre la cultura afroamericana, tanto culta como popular. Entre ellas destacan títulos como Sin dejar de reír (1930). Su interés por la vida cotidiana del negro (especialmente en las grandes ciudades), por su idioma y su música –el blues y el jazz– se reflejó siempre en su producción poética. Sus últimas obras, Montage of a Dream Deferred (1951), Ask your Mama: 12 Moods for Jazz (1961) y The Panther and the Lash (1967), juega con asonancias verbales y la invención rítmica que articulan temas del orgullo racial y la recuperación de las raíces africanas. Falleció el 22 de mayo de 1967 en Nueva York, EE. UU.
Yo también canto América.
Soy el hermano oscuro.
Me hacen comer en la cocina
cuando llegan visitas.
Pero me río,
y como bien,
y me pongo fuerte.
Mañana
me sentaré a la mesa
cuando lleguen visitas.
Nadie se animará
a decirme
“vete a la cocina”
entonces.
Además, verán lo hermoso que soy
y tendrán vergüenza.
Yo, también, soy América.
He conocido ríos:
he conocido ríos tan ancianos como el mundo
y más antiguos que el fluir de la sangre en las venas humanas.
Mi alma se ha vuelto tan profunda como los ríos.
Yo me bañé en el Éufrates cuando aún eran jóvenes los amaneceres.
Yo construí mi choza junto al Congo y él me arrulló.
Yo miré el Nilo y construí las pirámides por encima de él.
Yo escuché la canción del Mississipi
cuando Abe Lincoln bajó a Nueva Orleans y he visto
su seno fangoso dorarse con los atardeceres.
He conocido ríos:
viejos, brumosos ríos.
Mi alma se ha vuelto tan profunda como ellos.
Yo soy un negro:
Negro como la noche es negra.
Negro como lo profundo de mi África.
He sido esclavo:
César me ordenó mantener limpio su umbral.
Lustré las botas de Washington.
He sido obrero:
De mis manos surgieron las pirámides.
Yo hice la mezcla para el Woolworth Building.
He sido cantante:
Todo el camino, de África a Georgia,
cargué con mis canciones tristes.
Yo inventé el ragtime.
He sido víctima:
Los belgas me cortaron las manos en el Congo.
Me siguen linchando en Mississipi.
Buenos días, Revolución:
Eres la mejor amiga
que tuve jamás.
Vamos a andar muy juntos desde ahora.
Oye, Revolución:
El patrón con quien yo antes trabajaba,
el que me echó a la calle para bajar los costos,
hizo una larga carta a los periódicos
sobre ti: dijo que eras pendenciera,
enemiga extranjera,
dicho de otro modo, hija de puta.
Llamó a la policía
y pidió que buscaran a una tipa
llamada Revolución.
Resulta
que el patrón sabe bien que eres mi amiga.
Nos ve que andamos juntos.
Ve que estamos hambrientos y andrajosos
y no tenemos nada en este mundo
y que sobre eso vamos a hacer algo.
Por supuesto, el patrón tiene de todo,
Come bien,
tiene un montón de casas,
sale de vacaciones,
rompe huelgas,
maneja la política,
soborna a la policía,
paga a los congresistas
y se anda pavoneando por todas partes.
Pero yo nunca tuve comida suficiente.
Nunca estuve caliente en el invierno.
No conocí jamás seguridad
viví siempre con una mano delante y otra detrás,
una delante y otra detrás.
Oye, Revolución,
somos socios, ¿comprendes?
Podemos apoderarnos de todo:
fábricas, arsenales, casas, barcos,
ferrocarriles, bosques, campos, líneas
de ómnibus, telégrafos, radios
(¡Dios! ¡Que revienten de música los radios!)
Siderúrgicas, minas de carbón,
pozos de petróleo, gasolina,
todos los medios de producción
(¡gran día que amanece!).
Todo
y devolverlo a quienes lo trabajan.
Gobernarlo nosotros, los que trabajamos.
¡Ay! Entonces las radios
transmitirán desde el primer momento hacia la URSS:
Ha surgido otro miembro de la Internacional Soviética.
Saludos a las Repúblicas Socialistas Soviéticas,
Trabajadores que se alzan donde quiera, saludos.
Y firmaremos: Alemania
Firmaremos: China
Firmaremos: África
Firmaremos: Italia
Firmaremos: América
Firmaremos con nuestro solo nombre: obreros.
Ese día en que nadie estará hambriento, helado ni oprimido
Nunca más en la tierra.
¡Ésa es nuestra tarea!
Hemos desesperado mucho tiempo,
¿Tú no?
¡Vamos, Revolución!
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Escrito por Redacción