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Nacido en León, Nicaragua, Salomón de la Selva (1893-1959) emigró a los 13 años a Estados Unidos para adquirir la formación literaria que lo convirtió en un poeta bilingüe y panamericanista. Viajero incesante por Europa, México y Centroamérica, se mantuvo fuera de los círculos literarios de su país; de 1925 a 1929, breve temporada en que retornó a su patria, centró su actividad en las luchas sindicales y el periodismo en favor del ideario del general Augusto César Sandino y en contra del intervencionismo yanqui. Su poesía, heredera del modernismo, que viera la luz en su patria con el gran Rubén Darío, se inscribe en la Vanguardia, en los terrenos de la antipoesía y el prosaísmo.
La bala que me hiera
será bala con alma.
El alma de esa bala
será como sería
la canción de una rosa
si las flores cantaran
o el olor de un topacio
si las piedras olieran,
o la piel de una música
si nos fuese posible
tocar a las canciones
desnudas con las manos.
Si me hiere el cerebro
me dirá: yo buscaba
sondear tu pensamiento.
Y si me hiere el pecho
me dirá: ¡Yo quería
decirte que te quiero!
(La bala, en El soldado desconocido, 1920)
Canto a la Independencia Nacional de México fue escrito durante su residencia en este país y contiene el poema Pueblo no plebe, en el que fija su posición con respecto a la deuda de la Guerra de Independencia y la Revolución Mexicana de 1910 con las masas empobrecidas y manipuladas; con una infancia condenada a vivir sin la seguridad elemental que proporciona la protección familiar; sin un Estado, en fin, que garantice la prosperidad y el disfrute de los bienes a toda la población; crítica aguda de las políticas incorrectas de los gobiernos de entonces, en la voz de quien fuera miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y que resuena hoy como si fustigara la demagogia de un gobierno que pregona una vocación popular que está muy lejos de respaldar con sus hechos.
La independencia fue para que hubiese pueblo
y no mugrosa plebe:
hombres, no borregos de desfile;
para que hubiese ciudadanos;
para que júbilo goce la infancia
en decencia de hogares sin miseria;
para que abunden los jardines de recreo
infantil; y los juguetes; y,
mejores que las flores,
y más bulliciosos que los pájaros,
más dulces que las frutas,
crezcan los niños y maduren
en salud y alegría que el Estado ampare
y el buen gobernante garantice,
porque la Patria, antes que todo, es madre.
En 1922, durante su estancia en México, escribió El Soldado desconocido, con ilustraciones de Diego Rivera, en el que expresa los horrores de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), en la que participó directamente desde las trincheras de Flandes. No es una obra patriótica; tampoco exalta el ideario con el que se aleccionaba a las tropas para marchar al frente; no toma partido por uno u otro bando, sino por el hombre simple que adivinaba detrás de cada combatiente en una guerra en la que los muertos eran siempre del pueblo.
Mi compañero ha muerto.
La confusión en el asalto
nos separó un momento.
¡un momento, y ahora es para siempre!
Quiero estar solo,
escondido de todas las miradas
para decir mi queja.
(Elegía, I; El soldado desconocido))
En esta obra describe, desde la universalidad de las emociones humanas, los horrores de la guerra, la aniquilación del individuo, de su personalidad; Vergüenza resume el sentimiento abrumador ante la muerte de cualquier identidad, oficio, historia y apego antes de que el hombre se convierta en una extensión de las armas.
Éste era zapatero,
éste hacía barriles,
y aquél servía de mozo
en un hotel de puerto…
Todos han dicho lo que eran
antes de ser soldados;
¿y yo? ¿Yo qué sería
que ya no lo recuerdo?
¿Poeta? ¡No! Decirlo
me daría vergüenza.
Los cuerpos destrozados, los sueños rotos y las vidas perdidas en la Primera Guerra Mundial aparecen en la obra del centroamericano; son imágenes vivas, registradas por su memoria poética de alta definición, precisas como una fotografía tomada en el frente de batalla.
He visto a los heridos:
¡Qué horribles son los trapos manchados de sangre!
Y los hombres que se quejan mucho;
y los que se quejan poco;
y los que ya han dejado de quejarse!
Y las bocas retorcidas de dolor;
y los dientes aferrados;
y aquel muchacho loco que se ha mordido la lengua
y la lleva de fuera, morada, como si lo hubieran ahorcado.
El cuatro de septiembre de 1947 fallecía en su exilio permanente en la Ciudad de México, el escritor, periodista y poeta Alfonso Guillén Zelaya.
La última tentación de Cristo (1988), obra cinematográfica en la que incluso llega a cuestionar la supuesta lealtad de los seguidores del Mesías.
El verso y la prosa son como dos pisos de la misma casa.
“¡La gente se extraña cuando entiende la poesía! Es un prejuicio: se piensa que la poesía es incomprensible [...] yo pertenezco a la zona de la poesía-que-se-entiende”, sostiene el poeta, periodista y crítico argentino Eduardo Ángel Romano.
El nacionalismo de Rafael López tiene un rasgo que lo distingue de la simple poesía patriótica, destinada a idealizar el pasado mexicano y cantar la belleza del paisaje natural.
Este libro es una selección de novelas cortas del autor inglés, en los que escribe sobre las costumbres de las familias clasemedieras, burguesas y “monárquico-feudales” de la Gran Bretaña de los años 20 a los 40 del Siglo XX.
La novela escrita por Héctor Enciso Carrillo, un activista social, quien plasma una historia ubicada en el norte de México (pero que refleja la realidad de todo el país).
Destacada escritora y poetisa india nacida el 31 de marzo en Kerala.
Se trató de recorte de casi 30 por ciento a la Secretaría de Cultura.
La diversidad de la vida que nos rodea es el resultado de milenios de evolución impulsada por la mutación natural y la recombinación genética.
En conmemoración del centenario de la muerte del gran revolucionario ruso, compartimos con nuestros lectores fragmentos de la "Oda a Lenin", de Pablo Neruda, publicada en 1959 en el poemario Navegaciones y regresos.
La poetisa se ocupa de la figura femenina real detrás de la musa y se pregunta quién fue Violante.
Esta colección de ensayos políticos fue escrita para recoger, describir y evaluar lo que el propio autor llamó las “actas de los ideales colectivos” que el pueblo mexicano generó para sacudirse el colonialismo español.
Conocido como el “poeta del pueblo”, consagró su carrera artística a la revolución y al amor, convirtiéndose en una celebridad de la cultura vietnamita y un poeta del humanismo revolucionario.
Amparo Poch fundó, en 1936 –junto a Lucía Sánchez Saornil y Mercedes Comaposada–, la revista Mujeres libres.
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Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.