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A solo cuatro meses de que concluya la presidencia de Donald John Trump en Estados Unidos (EE. UU.), el mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), estimó necesario viajar a ese país. El diálogo privado de 30 minutos entre ambos ejecutivos en la sala oval de la Casa Blanca y los secretos compromisos que asumió el visitante, decidirán el futuro de 127 millones de ciudadanos en nuestro país y más de 22 millones de paisanos en la superpotencia.
El republicano logró dos objetivos de esa visita oficial (no de Estado): el apoyo tácito de AMLO a su reelección y su intento por frenar la avanzada de China y Rusia en América Latina. Y aunque AMLO afianzó su relación personal con el magnate, regresó a casa con las manos vacías confiado en que el T-MEC es una panacea y no una trampa.
No sorprende que los actuales mandatarios de México y EE. UU. se hayan reunido para cultivar sus relaciones e intereses geopolíticos, pues este tipo de citas son norma no escrita desde 1909. Lo novedoso fue que durante los 19 meses precedentes, AMLO había dicho reiteradamente que la mejor política exterior es la interior y que él no haría “turismo político” fuera del país.
Aislado del mundo, borró de su agenda una asistencia a la apertura de sesiones en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el aniversario 100 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Cumbre del G-20 de Japón y el Foro Económico de Davos, entre otros. Se olvidó también de que en 2017 publicó el libro Oye Trump, en el que pidió al magnate que no optara por una guerra comercial con México.
El único argumento para justificar su primer viaje al exterior fue que era para impulsar el Tratado de México, EE. UU. y Canadá (T-MEC), con el que no convenció a nadie. Políticos, estrategas y analistas vieron la repentina visita como el aval a la reelección del republicano y, además, como un pacto que acelera la integración multidimensional de México con EE. UU. cuyo gobierno usa para alejar de la región a Beijing y Moscú.
Planes bajo presión
A pesar de las intensas críticas a ese viaje, AMLO llegó el siete de julio a Washington para reunirse con Donald Trump, quien hace cuatro años insultó a los mexicanos llamándolos violadores y mala gente. El mismo hombre que amagó con imponer altísimos aranceles al acero y aluminio mexicanos si su gobierno no contenía la inmigración centroamericana.
AMLO, quien en su campaña por la Presidencia denunció implacable a la “mafia del poder”, se hizo acompañar, en esa visita, por el elitista empresariado exportador mexicano que se beneficiará del T-MEC, tal como sucedió con el anterior Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Entre los invitados del Presidente estuvieron el hombre más rico del país, propietario del Grupo Carso, Carlos Slim Helú, y el polémico empresario Ricardo Salinas Pliego, dueño de Grupo Salinas, el segundo más rico del país y quien, en medio de la escalada de la pandemia, insultó a los mexicanos que se confinaron para evitar contagios.
T-MEC y la esperada prosperidad
La interrelación comercial entre México y EE. UU. representó, solo en 2019, 614 mil 500 millones de dólares (mdd), cuando nuestro país se consolidó como el primer socio comercial de EE. UU. El objetivo del nuevo tratado comercial, que Donald Trump impuso a México, consiste en generar miles de nuevos empleos y aumentar el flujo de dinero entre los tres Estados signatarios. Los Estados firmantes buscan convertir a América del Norte en una de las más prósperas regiones del planeta, estimó entonces la comisionada de Comercio canadiense, Ailish Campbell.
Pero esa perspectiva cambió con el impacto en las economías de la pandemia, que ocasionó desempleo en miles de trabajadores. Hoy, la entrada en vigor del T-MEC genera expectativas muy grandes, pero implica más riesgos que ventajas, porque México no creció el año pasado y en 2020 la economía descenderá.
Para la directora del Centro Tepoztlán Víctor Urquidi, Susana Chacón, el pacto fracasará si el gobierno de AMLO no tiene reglas claras, no da certidumbre a la inversión en energía, sector alimentario y otros como el automotriz.
Para el Ejecutivo estadounidense, el nuevo T-MEC significa un acuerdo “más justo, equilibrado que se haya negociado” con cláusulas innovadoras que contribuirán al crecimiento de la economía y a apoyar los empleos en aquel país.
Para el Ejecutivo mexicano, el Tratado semeja una panacea, pues “ayudará a reactivar la economía y recuperar los más de un millón de empleos perdidos desde que inició el brote de Covid-19”. Pese a ese optimismo, la realidad es apabullante: las corporaciones diseñaron el Tratado para fortalecer al capitalismo.
También integraron ese grupo el codirector ejecutivo del corporativo Televisa, Bernardo Gómez; el presidente de Banorte, Carlos Hank González; el directivo de Grupo Financiero Value, Carlos Bremer; Patricia Armendáriz Guerra, de Financiera Sustentable, la única mujer; y el propietario de Grupo Empresarial Ángeles, Olegario Vásquez Aldir.
Los olvidados del Presidente fueron los representantes de la pequeña y mediana industria, con quienes sostiene una abierta pugna desde 2019, pese a que dicho sector genera más de tres cuartas partes del empleo en México.
Trump usó la presencia de AMLO en EE. UU. para atraer el voto hispano. Sabe que su aparente cordialidad y buena relación personal puede reducir la brecha entre él y los demócratas, cuyo aspirante presidencial, Joe Biden, rebasa al magnate con 14 puntos, según los sondeos.
Otro frente abierto del inesperado encuentro bilateral es el futuro de la relación México-Canadá. Este tercer actor del acuerdo, que en 2016 eliminó el visado a mexicanos impuesto en 2009, no asistió a la ceremonia del T-MEC. El primer ministro Justin Trudeau declinó asistir y aunque AMLO lo invitó a visitarlo en Palacio Nacional, será difícil recomponer la relación.
Desde una mirada geopolítica, esta ausencia subrayó la intención de Donald Trump de bilateralizar un acto que debió ser trinacional. También se infiere que el huésped de la Casa Blanca planea abordar todo asunto relativo al T-MEC por separado, no en conjunto.
También se reprochó al presidente mexicano que pusiera en riesgo su seguridad personal, la de sus colaboradores e invitados cuando decidió viajar al país que representa el epicentro mundial de la pandemia de Covid-19, que ahora rebasa en EE. UU. los tres millones de contagios y registra más de 134 mil decesos.
Por esos riesgos, voces dentro y fuera de México calificaron el encuentro como un “error colosal”, “inoportuno”, “profundamente impopular” y “sin sentido”. Entre las críticas más relevantes, destaca una carta del exsecretario de Relaciones Exteriores, Bernardo Sepúlveda, enviada al canciller Marcelo Ebrard, en la que consideró el encuentro como “altamente inconveniente” para el interés nacional y advirtió que los demócratas “se encargarán de pasarle la factura a México”.
También se opuso al encuentro la élite neoliberal, agrupada en el Consejo Mexicano de Asuntos Exteriores (Comexi). Su expresidente, Andrés Rozental, hermano del veleidoso excanciller de Vicente Fox, Jorge Castañeda, arengó que el nuevo acuerdo comercial “es un retroceso para nuestro país”. Atrás quedó su apoyo, por más de dos décadas, al TLCAN. Para el dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Ángel Dávila, la visita fue un grave insulto a los mexicanos.
El repudio a la cita AMLO-Trump también tuvo eco en EE. UU. El mayor grupo parlamentario de origen latinoamericano, el llamado Caucus Hispano, solicitó al presidente de EE. UU. suspender el encuentro por la “descarada” politización partidista de la relación bilateral y su “devastadora” gestión contra el Covid-19 en la frontera con México, donde el Departamento de Defensa (Pentágono) tiene habilitados cuatro mil efectivos militares.
Encuentros y diferendos
Entre los presidentes de México y EE. UU. se han realizado 85 reuniones desde 1909, la mayoría bilaterales y 22 multilaterales. Nuestro país ha sido anfitrión en 24 y el vecino, en 31 ocasiones.
Julio de 1992. George Herbert W. Bush invita a su homólogo Carlos Salinas de Gortari a un partido de beisbol en Los Ángeles, mientras el Partido Demócrata efectúa la convención en la que William Clinton es electo como candidato presidencial.
Noviembre de 1992. A su triunfo, Clinton anuncia la revisión del TLCAN en asuntos laborales y protección ambiental. En castigo al acercamiento Bush-Salinas, el demócrata retrasa un año las negociaciones.
Diciembre de 1992. Salinas de Gortari viaja a San Antonio, Texas, invitado por Bush, para celebrar el fin de la negociación del TLCAN, con él y el primer ministro canadiense, Brian Mulroney.
31 de agosto de 2016. El Presidente Enrique Peña Nieto invita a Los Pinos al candidato republicano Donald Trump, a quien trata como jefe de Estado. Para los demócratas, esa invitación fue un desaire a su candidata Hillary Rodham Clinton. Ofendidos, se alejan de la tradicional relación cercana con su vecino durante la gestión de Enrique Peña Nieto.
15 de febrero de 2019. Trump declara Emergencia Nacional en la frontera para acceder a millones de dólares del presupuesto del Pentágono y así financiar la construcción del muro.
Abril de 2019. En el CEO Dialogue, AMLO habla del Tren Maya y Transístmico con el representante comercial de EE. UU., Wilbur Ross. Se dice que entonces insinuó a Ross que haría una excepción para verse con Trump.
17 de abril de 2020. AMLO confirma que planea reunirse con Trump en dos o tres meses “y dar testimonio de la entrada en vigor del T-MEC”.
29 de junio de 2020. En Twitter, Trump intenta “galvanizar” a su electorado anglosajón tras visitar el muro que se construye en Arizona.
8 de julio de 2020. Ivanka Trump, hija del presidente de EE. UU. sube a Twitter una foto de AMLO cuando asumió la Presidencia. Escribe que recibir al mexicano “profundizará la fuerte amistad” entre ambos países.
Desafiante con los demócratas que controlan la Cámara de Representantes –que en noviembre podrían ser mayoría en el Senado para aprobar legislaciones en detrimento de México– el magnate respondió: “No lo haré” y reiteró que el mexicano “es mi amigo y un hombre maravilloso”.
Antes de partir a EE. UU., AMLO sostuvo que gracias a su buena relación con el magnate “se resolvieron otras disputas”. Una fue la autorización de Trump para vender a México ventiladores que ayudan a respirar a los pacientes de Covid-19 y la otra su oferta de cubrir a México por el recorte a la producción de petróleo para contener la caída en el precio del combustible. “Siempre atienden nuestras demandas”, aseguró.
Sonrisas, secretos y rosas
La mañana del ocho de julio, Donald John Trump esperó en la puerta del ala oeste de la Casa Blanca a su contraparte mexicana, que usaba la misma corbata que estrenó el día de su elección. Sin saludo de manos ni mascarillas, los líderes políticos de México y EE. UU. conversaron brevemente en privado.
Antes habían borrado temas incómodos de la agenda bilateral, como la pretensión de declarar terroristas a cárteles mexicanos, el control de armas, la inmigración, la masacre de 2019 en Sonora –en la que murieron varios miembros de la familia mexicano-estadounidense Le Baron– y la crisis de seguridad en México.
Al concluir, ambos prinunciaron sus respectivos discursos desde el Jardín de las Rosas. Trump reiteró que el mexicano es su “amigo” y que los mexicanos son gente “fantástica” y muy trabajadora.
AMLO afirmó que la historia enseña que es posible entendernos sin prepotencias o extremismos y reconoció las muestras “de amistad, respeto y apoyo” que su contraparte estadounidense le ha dado.
Explicó que pese a la polémica que generó su visita en México, decidió reunirse con el magnate para agradecer al pueblo de EE. UU. y a su gobierno “por ser cada vez más respetuosos con nuestros paisanos mexicanos”; y subrayó que su anfitrión “no ha pretendido tratarnos como colonia”.
Los observadores se sorprendieron porque el magnate contuvo su agresiva retórica durante el encuentro. En un primer balance, y por la fluidez en el diálogo, los simpatizantes del presidente mexicano afirmaron que el encuentro fue “políticamente correcto”.
Sin embargo, ahora AMLO debe enfrentar las consecuencias de su acercamiento tácito y expreso con el republicano. El peor error del mandatario mexicano consistió en soslayar el desprecio que el mundo ha manifestado hacia el racismo y el odio de Trump, estimó el fundador del Centro de Estudios California-México, Armando Vázquez Ramos.
La Coalición Binacional Contra Trump, cuya mayoría de miembros reside en la superpotencia, denunció que fue una cita manipulada por Jared Kushner, yerno del magnate, sin que México tuviera control sobre su agenda.
Ni una palabra para los migrantes
AMLO no habló con ningún representante de la comunidad hispana en EE. UU. Y aunque todos han sufrido el cotidiano acoso racista del gobierno de Donald Trump, insistió en que su visita se limitó al ámbito comercial. Cabe recordar que el 70 por ciento de esos paisanos constituye la mano de obra activa de la superpotencia (siete por ciento más que el promedio general de la población).
Durante la peor crisis económica que ha padecido en años esa comunidad por la parálisis productiva en EE. UU. debido al Covid-19, esos mexicanos no solo no redujeron su envío de remesas a sus familias en nuestro país, sino que las aumentaron en un 36 por ciento respecto a las de 2019. En marzo, esa ayuda económica alcanzó un máximo histórico similar al de 1995.
Los connacionales, considerados trabajadores esenciales, no han suspendido sus labores en la peor fase de la pandemia. Sostienen las cadenas productivas, son el motor de la agricultura, la construcción y la industria del empacado de carnes en ese país y equivalen al 67 por ciento de los votantes hispanos que desaprueban la gestión presidencial de Trump.
Pero en su visita, AMLO no hizo espacio para reunirse con ellos, ni con los congresistas latinos. No obstante, en su discurso recordó que la historia, la geopolítica, la vecindad y circunstancias económicas impulsaron un proceso de migración de mexicanos a EE. UU. que hoy forma una comunidad de 38 millones. Es “gente buena y trabajadora que vino a ganarse la vida de manera honrada”, expresó ante Trump.
Que el Ejecutivo mexicano no defendiera ese diálogo por no incomodar a su anfitrión y a los republicanos radicales fue un gran error. Según el Centro de Investigación Pew, en 2018, más de 29 millones de latinos cumplieron los trámites para votar. Ese electorado cada vez más estratégico es el fantasma que Trump quiso ganar al invitar a AMLO.
Tropiezo con Canadá
Trudeau, quien se repone del contagio por Covid-19, declinó asistir y optó por permanecer en Ottawa, reveló AMLO el día que salió hacia EE. UU.: “Voy a hablar con él, nosotros le hicimos la invitación pero decidió no estar”. El comunicado oficial canadiense refleja contundente el enfriamiento de la relación: “Le deseamos lo mejor a EE. UU y México”. AMLO aseguró que Trudeau aceptó visitarlo en Palacio Nacional en cuanto le sea posible y que manifestó su pesar por no poder asistir a Washington.
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Escrito por Nydia Egremy
Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.