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El salario del miedo
El salario del miedo del año 1953 es una cinta clásica, una que muchos cineastas han querido imitar sin conseguirlo.
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En 1953, antes de que se pusiera de moda en el cine mundial la llamada Nueva ola del cine francés, el realizador galo Henry Georges Clouzot filmó una película que fue no sólo un gran éxito en la aceptación del público, sino que se convirtió en un filme de culto, que tuvo muchos imitadores. La trama, sumamente atractiva y bien narrada, nos da cuenta de la hazaña de cuatro personas que son contratadas para trasladar varios cientos de litros de nitroglicerina en un camión. En la cinta hay actuaciones muy notables de Yves Montand (Mario), Charles Vanel (Jo), Peter Van Eyck (Bimba) y Véra Clouzot (Linda). Los personajes llevan nitroglicerina en un camión; este peligroso explosivo servirá para apagar el incendio de un pozo petrolero (no se dice el país en que se desarrolla la historia, sin embargo, se puede ubicar como un país latinoamericano de clima agreste y con carreteras en muy mal estado y sumamente peligrosas). El explosivo puede estallar en cualquier momento –Clouzot le da un manejo insuperable al suspenso que provoca el trayecto y las vicisitudes del mismo–, los cuatro que se arriesgan a tan peligrosa aventura lo hacen porque desean tener dinero suficiente para regresar a su país; lo hacen porque son parias.

En 2024, el cine francés retoma esta historia y realiza un remake dirigido por Julien Leclercq. En esta nueva versión de El salario del miedo, la historia no se desarrolla en un país latinoamericano, sino en un país árabe –desértico–; los protagonistas ya no son esos hombres que se arriesgan hasta lo indecible por obtener dinero para salir de su estancamiento en un país que no es el suyo. Ahora los protagonistas son los hermanos Fred (Frank Gastambide) y Alex(Alban Lenoir) y los otros protagonistas de la aventura son: Gauthier (Sofian Zermani) y Clara (Ana Girardot). 

Ahora, los cuatro deben de trasladar cientos de litros de nitroglicerina por carreteras llenas de peligros; sin embargo, ahora hay un ingrediente situacional que hace aún más peligrosa la intentona de llegar al pueblo en donde un pozo petrolero se ha incendiado para combatir las llamas con una fuerte explosión que arriesga la vida de miles de personas. Ese nuevo factor son los grupos terroristas, armados hasta los dientes, que los atacan a lo largo del camino.

Previo al desarrollo del viaje, Alex ha tenido que pasar meses en la cárcel luego de fracasar en su intento de apoderarse del dinero de una caja fuerte –robo frustrado por la policía–, pues antes de abrir la caja es atrapado y encarcelado, mientras Fred logra escapar. Ese hecho crea un fuerte resentimiento en Alex.

Esta nueva versión de El salario del miedo se puede calificar como una road picture y nos recuerda a Mad Max; a pesar de incluir escenas espectaculares de los ataques contra quienes trasladan los explosivos, la actuación de los cuatro protagonistas está muy lejos de lograr esa magia de los grandes filmes. Tampoco alcanza la maestría de la iluminación y la fotografía de la cinta de Henry Georges Clouzot, filmada en blanco y negro. Por esta razón, El salario del miedo del año 1953 es una cinta clásica, una que muchos cineastas han querido imitar sin conseguirlo.

En la historia de Leclercq, los protagonistas ya no buscan salir de su situación miserable; ahora (y esto es muy repetitivo en el cine occidental actual) son personas que desean dinero en abundancia e intentan obtenerlo al costo que sea. El cine se ha convertido en un vehículo eficaz de promoción de las bajas pasiones, la ambición desmedida y actitudes profundamente egoístas. 


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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