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Nació en Tailandia en 1955. Es poetisa, historiadora, periodista, activista política, defensora de los derechos de las mujeres y autora de relatos de viajes. Es una de las autoras más reconocidas en su país. Reconocida líder del movimiento estudiantil tailandés de los años setenta, En 1989 editó su primer libro de poemas, La Hoja desaparecida, basado en sus experiencias personales en la selva, donde escapó con miles de estudiantes huyendo de la opresión del régimen de entonces y se unió a la insurrección comunista. Obtuvo el prestigioso Premio de Escritores del Sudeste Asiático. El Club Internacional de la Pluma (PEN) de Tailandia seleccionó su poema Piedra agrietada como el Mejor Poema de 1981; y en 1982, su poema Primera lluvia fue considerado el mejor poema del año. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, alemán, japonés y malayo.
Soy una pequeña piedra
escondida en dolor y miseria
tras el verde musgo en un vórtice,
uniéndome a una corriente, convirtiéndome en arroyo.
La frialdad y la soledad son mi confinamiento,
cada día reafirmo la corriente que pasa
que repetidamente susurra el sonido del pasado,
hablando de historias desde el nacimiento del arroyo.
Entonces entiendo que en esta tierra existían
verdes montañas, bosques salvajes, praderas y riscos,
con aldeas y gentes sobre la tierra,
antes que el arroyo fluyese en la ciudad.
El agua ondeante reluce contra la luz del Sol,
las hojas del naranjo fatigadamente se escurren hacia abajo,
la sangre densa se hace visible, diluyéndose en el fluido,
y allí, un cadáver flota en el río.
Hojas agujereadas por balas enemigas
y un rastro de sangre roja flota en el agua profunda,
una llamada misteriosa porta el eco de un sonido acusatorio,
eterno e insoportable.
Soy una piedra resquebrajada,
desolada y llena de dolor.
Mejor si fuese una partícula de polvo
que sostener mi aliento bajo el agua.
En su vida temprana, las claras y verdes hojas
gradualmente tiemblan hacia el encuentro
[de la primera luz del Sol
El primer capítulo sigue el ritmo de la inquietud.
Jóvenes capullos estallan uno sobre el otro
[antes de caer a tierra
con el fin de convertirse en grandes árboles y donar valores
resueltos, sólo juzgados por el tiempo,
dependen día tras día de los rayos solares.
Agua y tierra controlan los periodos del crecimiento.
Somos probablemente como árboles,
tiernos, temblorosos hacia la cálida luz solar
para crecer inmensos y ser cubiertos de hojas.
Cuidado y consideración (de tenerlos) habrán de usarse
… queremos prosperar
para triunfar a la medida de nuestros sueños,
para hacernos valientes y retar al Sol,
para erguirnos firmemente, sin miedo a la fuerza del viento.
Y ésta es la condición:
si nos conducimos apropiadamente
y queremos que no se caigan los árboles,
nuestras raíces han de estar enterradas profundamente,
lo suficientemente profundo.
Las primeras lluvias de mayo,
arroyo abajo, rojas.
Lluvias de acero, violentas,
una hilera de sangre.
Cuerpos perforados, sangre fluyente
como el agua inundando las calles,
una hilera de sangre.
¿Cuántas estrellas cayeron y se estrellaron?
¿Cuántos corazones se quebraron y aplastaron?
La herida de nuestra tierra natal
¿Cuándo habrá de sanar?
¿Qué poder diabólico
ha osado asesinar a la gente?
La sangre guerrera continúa viviendo,
la muerte agitando al pueblo,
el alma resistiendo,
protegiendo la justicia de la gente.
Las primeras lluvias penetran la superficie
y desaparecen entre la tierra,
impregnando memoria y sentido,
enriqueciendo la tierra con su humedad,
nutriendo las cosechas del poder del pueblo.
Dos manos en la mujer para atrapar
con firmeza la esencia de la vida.
Los retorcidos nervios desgarrados por el trabajo,
no para acicalarse con relucientes sedas.
Dos pies en la mujer,
para escalar hacia sus sueños,
para mantenerse en pie, firme,
no para usufructuar el hacer de otros.
Ojos en la mujer
Apuntando una nueva vida,
para mirar lejos a través de la tierra,
no sólo para lanzar amorosas miradas seductoras.
La mujer tiene un corazón,
una constante llama,
construyendo la fuerza, creando una masa.
Qué persona ella.
Una vida en la mujer,
para diluir las huellas del mal con sensatez.
Vale libre,
no sólo de dama de la lujuria.
Una flor aguda en sus espinas
no se abre para ser admirada,
crece en su apertura
Flores, las flores se abrirán,
puras y audaces florecerán en nuestro espíritu.
Blancas, la juventud se arrojará
resueltamente hacia la transformación,
encendiendo las llamas de nuestra certidumbre.
La sabiduría contra el desencanto
da un paso adelante, hacia las multitudes.
Vida presta al sacrificio
en medio de la confusión, para el bien del pueblo.
Flores, las flores se abrirán en toda su osadía,
lentamente podrán florecer, para durar eternamente.
Aquí, allí y en todo lugar,
frescas flores para todo el pueblo.
Arreglando mis cosas, preparando mis alimentos
para llevar provisiones desde el Este,
viene la lluvia, el cielo oscuro y brumoso.
El camino es sinuoso y largo.
Rugido de trueno, un sonido estrellado,
el camino resbaladizo, cubierto de plantas, húmedo y frío.
Mosquitos y caracoles sorbiendo sangre salada.
Debo forjar mi camino abriéndome paso con coraje.
En mi corazón, espero que en mi regreso
pueda recibir noticias frescas
sobre mi hijo distante, tan lejano.
Mi muy amado tiene casi un año.
No importa cuán duro y miserable sea,
incluso cuando mi sudor se torna rojo sangre
y mis huesos son sorbidos por caracoles,
mis labios están aún firmemente dispuestos,
mis puños aún apretados.
La radicalidad implica la solución estructural de problemas como la pobreza, desigualdad, falta de servicios, educación, salud y vivienda.
Amparo Poch fundó, en 1936 –junto a Lucía Sánchez Saornil y Mercedes Comaposada–, la revista Mujeres libres.
Desempeñó un papel crucial en el desarrollo del movimiento literario conocido como Shintaishi o “nuevo Romanticismo”, que buscaba revitalizar la poesía japonesa a principios del Siglo XX.
Cuando nosotros llegamos al mundo nos encontramos con que ya había en él una serie de cosas que no fueron hechas por nosotros sino por otros.
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Escrito por Redacción