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“Yo quiero estudiar robótica”
Niños inquietos e inteligentes como el que me preguntó hay muchos en nuestro país; pero muy pocos son rescatados y apoyados para continuar con sus estudios
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El viernes 20 de septiembre tuve la oportunidad de visitar a los integrantes de un club estatal de matemáticas en Michoacán. Cuando comencé a explicar el papel que desempeñan el ajedrez y las ciencias de la computación en la habilidad mental y estratégica de los estudiantes, un niño de primer año de secundaria del Centro Educativo Maestro Aquiles Córdova Morán, levantó la mano y solicitó permiso para intervenir con el siguiente comentario: “mi maestro que tuve en el sexto año de primaria nos dijo que la práctica del ajedrez ayuda a desarrollar la habilidad mental del estudiante y con lo que usted está explicando sobre la ciencia de la computación, yo quiero estudiar robótica; y para eso estudiaré física y matemáticas”.

Niños inquietos e inteligentes como el que me preguntó hay muchos en nuestro país; pero muy pocos son rescatados y apoyados para continuar con sus estudios. La Academia Mexicana de Matemáticas que estamos construyendo puede desempeñar un papel fundamental en el rescate, apoyo y orientación de estos niños para que escalen los difíciles senderos de la ciencia, y se conviertan en los verdaderos científicos e investigadores que México reclama y exige. En honor de Ángel Jafet Pérez Zirate, el niño que quiere estudiar robótica, escribo esta colaboración.

La robótica debe su nombre a la palabra checa robota, que significa trabajo servil, forzado o esclavizado. El término apareció por primera vez en 1920 en la obra Rossum’s Universal Robots, del escritor checo Karel Capek (1890 –1938). Es una historia de ciencia-ficción donde el autor describe una fábrica que produce “personas artificiales” compuestas con tejidos y órganos similares a los humanos, y que son creadas para ser explotadas por el hombre. En 1923, el libro fue traducido al inglés por Paul Selver, quien convirtió la palabra checa robota en la “inglesa” robot, vocablo del que derivó robotics, término a su vez acuñado en 1941 por el reconocido escritor Isaac Asimov (1920–1992) en una breve reseña que publicó en la revista Astounding Science Fiction (Ciencia Ficción Asombrosa).

La robótica es la ciencia que se encarga del diseño y la construcción de “máquinas inteligentes” que ayudan y están reemplazando al hombre en diversas tareas pero que, en última instancia, son operadas por él. Su producción creció exponencialmente durante el siglo XX debido a la exigencia de la carrera armamentística y aeroespacial, y la producción de mercancías a gran escala. Esto ha dado origen a la aparición de los autómatas de gran precisión que se usan en la medicina –en la cirugía, por ejemplo– y en las actividades agrícolas, entre ellas la siembra, la fumigación y los sistemas de riego. Su acelerado desarrollo en esta rama productiva también ha contribuido, por medio de los computadores 2D y 3D, a la captura de informaciones vitales para el cuidado de las plantas, entre las que resaltan el conocimiento preciso de su estado vegetativo, sus necesidades hídricas y nutritivas y la presencia de plagas. Además, la robótica es usada hoy en la minería, en el estudio de la vida marina, la vigilancia y seguridad en los bancos, empresas y en el cuidado de los astronautas en el espacio, etcétera.

Esta tecnología, como se ha visto, es muy útil en la vida del ser humano; pero para practicarla se requiere del conocimiento de la física, las matemáticas, las ciencias de la computación y de diferentes ingenierías especializadas: mecánica, eléctrica, electrónica, biomédica, de inteligencia artificial e ingeniería de control.

Por ello, todo aquel que quiera hacer ciencia de la robótica debe armarse con todas las herramientas arriba mencionadas. Es un reto difícil que debe cumplir Ángel, pero con el apoyo de la reciente Academia Mexicana de Matemáticas lo puede lograr; y no solamente él, sino todo aquel niño que decida convertirse en un científico humanista. Invito a los demás niños y jóvenes del país para que se animen, como Ángel, a interesarse en la ciencia de la robótica. 


Escrito por Romeo Pérez

Doctor en Física y Matemáticas por la Facultad de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Lomonosov, de Moscú, Rusia.


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