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De Federico Engels se ha hablado mucho respecto a su papel como segundo violín en la construcción de la concepción materialista de la historia. En muchas ocasiones como un tergiversador del pensamiento de Marx que no entendió de manera correcta El Capital, como inspiración intelectual del marxismo soviético, culpándolo de los supuestos errores cometidos en la URSS. De manera constante, cuando se busca atacar la concepción materialista de la historia, se recurre a unas citas de unas cuantas obras de Engels para buscar un supuesto determinismo económico, mecanicismo, positivismo, etc. Hay, incluso desde posiciones “marxistas”, una corriente que se encarga de hacer distinciones entre las concepciones teóricas de Marx y las de Engels, como si fueran antípodas.
Ésta es una forma simplista de ver el papel de Engels en el desarrollo del movimiento revolucionario. Al contrario de lo que se cree, Engels fue un intelectual de altos vuelos, que en su momento adelantó a Marx en la Crítica de la economía política con sus textos Esbozo a la crítica de la economía política y La situación de la clase obrera en Inglaterra.
Engels se dio a la tarea de sistematizar la concepción materialista de la historia. Aprovechando la polémica con Dühring, explicó conceptos e ideas que generaban polémica por la mala comprensión de éstas y que contribuían a distorsionar la conciencia de las clases trabajadoras. Según el reconocido filósofo Manuel Sacristán en el prólogo para su traducción de La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring, al mismo tiempo que corregía, Engels hizo “la primera exposición de conjunto de la concepción comunista del mundo iniciada por Marx”. Éste es uno de los textos por los que Engels es acusado de mecanicista, germen de los manuales soviéticos o de no haber comprendido las ideas de Marx; sin embargo, olvidan que Marx mismo contribuyó a la elaboración del Anti-Dühring. La tarea de Engels fue, entonces, para que no quedara duda alguna, “aclarar cómo el fundamento del socialismo moderno no es la voluntad moralista, sino el conocimiento de la realidad”.
Existe toda una corriente, incluso de sedicentes marxistas, que se denominan anti-engelsistas, que en esencia lo que hace es debilitar la tradición del pensamiento marxista y en consecuencia el movimiento revolucionario. Pero basta con poner un poco de atención a las aportaciones de Engels para darnos cuenta de lo equivocados que están.
Por otro lado, a la muerte de Marx, Engels jugó un papel muy importante para el desarrollo de la lucha obrera. A diferencia de Marx, le tocó vivir un momento en el que las masas organizadas conocieron una nueva forma de lucha: la vía parlamentaria y la lucha electoral. A diferencia de muchos socialistas de ese tiempo –y de ahora–, Engels tenía claro que el voto era sólo una forma de medir la capacidad organizativa de la clase trabajadora, no representaba un fin en sí mismo. Y llega el parlamento un campo de lucha más para la toma del poder de la clase obrera.
Se ha dicho que Engels era partidario del reformismo, aludiendo a una introducción que hace a La lucha de clases en Francia, de Marx; sin embargo, bien leída, encontramos que realmente Engels sigue planteando la toma del poder y la extinción del Estado. Ciertamente, como teórico militar, Engels da cuenta de lo obsoletas que son algunas formas de lucha, como las barricadas, pero no por eso abandona la idea de la revolución. Para él, las nuevas condiciones exigen que el movimiento obrero adopte nuevas formas de lucha, no por ello menos efectivas para el establecimiento de la dictadura del proletariado.
A 130 años de su muerte, Engels, un revolucionario, teórico militar, intelectual de un saber enciclopédico, organizador de la clase obrera, sigue siendo un referente para la comprensión de la concepción materialista de la historia y para la lucha de clases. Hoy, en pleno Siglo XXI, en el que la sedicente izquierda ha olvidado la teoría revolucionaria, leer a Engels es una guía importante para retomar el camino a la revolución.
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Escrito por Diego Martínez
Sociólogo por la UNAM.