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Brújula
La fábrica de “famosos”
El predominante control social de los contenidos comerciales promovidos por los medios de comunicación masiva destaca debido a la influencia lograda sobre los individuos.


El predominante control social de los contenidos comerciales promovidos por los medios de comunicación masiva destaca debido a la influencia lograda sobre los individuos, sus valores éticos y la formación de gustos en el consumo de mercancías y servicios de mayor utilidad. Para la prensa multimedia –escrita, televisiva, radiofónica o digital– la ética sobra porque únicamente le importa el rating: vender, vender y vender.

Es así como las intensas campañas de marketing crean, de la nada, tendencias, héroes, villanos y personajes “famosos” de todo tipo, entre quienes se encuentran narcos, deportistas, cantantes, actores, influencers, youtubers y otras especies de la fauna digital.

 El éxito obtenido con tales promociones por el público usuario se debe a la simpleza, vulgaridad o morbo de los asuntos tratados ahí; pero lo peor sobreviene cuando de ellas surgen repentinamente “artistas” que por otros se convierten en “fenómenos” capaces de llenar escenarios tan grandes como los estadios de futbol, sin que a nadie importe la pobreza de su música ni las letras llenas de palabras alusivas a los órganos sexuales o a la cópula.

Todo esto inducido como verdadero talento constituye una invitación a la vida fácil, la promiscuidad, el culto a la superficialidad, el oportunismo, laxitud, narcocultura y la muerte; tiene el único objetivo de incrementar las enormes ganancias de los medios y las empresas comerciales. Por eso, hoy llueven famosos como Peso pluma, Cachirula, Babo, Millonario, Dany Flow, El Malilla, El Bogueto o del que usted se acuerde.

Aquí se debe mostrar sorpresivamente al “fenómeno del momento” mediante canciones con letra y música para un público al que se les enseñó a pensar superficialmente. Si detrás de esto no estuvieran los grandes magnates de los medios, ninguno de estos “nuevos artistas” sería tan famoso ni ganaría un solo peso. Pero además de jugosas ganancias, tales programas tienen el propósito adicional de mantener a la gente ocupada para que sueñe con una vida a la que difícilmente accederá y pague una fortuna para asistir a ellos.

El verdadero arte, aquel que ayuda a pensar, sentir y a hacer mejores personas, se ha abandonado en el sótano para que sólo sea usado por personas “anticuadas”. El circo es del que vende, tanto en el negocio de la farándula como en el de la política, al estilo del gobernador-influencer de Nuevo León, Samuel García, quien es capaz de hacer cualquier cosa y gastar lo que sea para estar en “onda” y tomarse la foto, sin preocuparse por un huracán, una inundación o un temblor, porque lo más importante radica en aparecer ante los medios y que la gran mayoría de los ciudadanos se olvide de los resultados gubernamentales en favor de la población.

En este mundo banal, únicamente vale la forma porque del fondo están a cargo los medios. El control social que éstos ejercen es tan efectivo que la población general, y los jóvenes en particular, poco cuestionan que no haya crecimiento económico, que el desempleo sea muy alto, que la violencia delictiva pueda alcanzarlos y que deba emigrar a Estados Unidos para buscar una oportunidad de vida mejor. Muchos mexicanos han aceptado radicar en esta terrible realidad socioeconómica y su única vía de escape se encuentra en las fantasías creadas a través de los “famosos” inventados por los medios de comunicación masiva. 


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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