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Gloria Gutiérrez y su esposo, quienes viven en un jacal improvisado con paredes de vara y techo de hule, esperan, desde el año anterior, que el Gobierno Federal y una inmobiliaria privada cumplan “realmenteˮ con las obras de construcción y reconstrucción de sus casas, porque lo que hicieron fue fraudulento, y hoy éstas se hallan al borde del colapso.
En la misma situación se encuentran otras 97 familias de Tepexco, municipio de la región suroeste del estado de Puebla, en los límites con Morelos, que igualmente fueron defraudadas por RIPASA, la empresa constructora subsidiaria de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi), que cobró indebidamente diversas cantidades a los damnificados por remodelar o reubicar al aventón viviendas incompletas que carecen de cimientos o fueron hechas con materiales de mala calidad.
Para algunos de los denunciantes entrevistados por buzos, el ejemplo de las malas obras realizadas por RIPASA en la restauración de los grandes destrozos causados por el sismo de septiembre de 2017 –Tepexco fue el municipio más afectado por este flagelo en la región–, lo ofrece la iglesia de Nuestra Señora de Ocotlán, ubicada en la cabecera municipal, cuya fachada se observa casi intacta con relación a su aspecto anterior, pero su interior está totalmente destrozado.
En 2020, tres años después del sismo, la Conavi acudió a Tepexco para entregar apoyos a 98 familias que serían destinados a la reconstrucción de sus viviendas; pero éstos jamás llegaron porque la dependencia gubernamental los canalizó a través de la constructora RIPASA, cuyas oficinas están en la alcaldía Cuajimalpa de la Ciudad de México (CDMX).
Esta compañía presume que sus clientes principales son el Gobierno Federal, a través de Conavi, y la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), varios municipios de Puebla y Tlaxcala, y que solo tiene un cliente privado. En su página de Internet afirma que se enfoca a la “edificación de vivienda unifamiliar, vivienda vertical, aulas, hospitales, plazas comerciales, pavimentaciones a base de asfalto, pavimentación a base de concreto hidráulico, drenajes, adoquinamientos, empedrados, guarniciones, carreteras y elaboración de techumbres a base de lámina”.
RIPASA es una inmobiliaria especializada en la construcción y reconstrucción de viviendas populares y que, por lo mismo, tiene vocación de servicio social, del que carece la mayoría de este tipo de compañías en el país. Sin embargo, sus “beneficiarios” de Tepexco no comparten esa visión positiva.
La constructora cobró apoyos de beneficiarios
Gloria Gutiérrez, cuya casa fue valuada en 180 mil pesos por la compañía, fue reconstruida con materiales de muy mala calidad, y su familia teme que otro sismo la derrumbe: “La construcción no está bien, se mueve mucho. Dios no lo quiera, en una de malas, vaya a pasar una desgracia. Tengo el temor de que cuando estemos durmiendo se nos vaya a caer el techo como pasó en la casa del vecino.
“El presidente López Obrador dice que los mexicanos somos felices; pero yo no soy feliz porque todavía no está terminada mi casa. Le pido al Presidente que me la construyan bien porque estamos sufriendo mucho. Vivimos como animalitos, entre una cerca de palos porque no queda de otra”, explicó a esta revista, además de quejarse que su familia soporta, desde hace meses, el intenso frío y las lluvias invernales.
Anastasia López, vecina de la comunidad de Calmeca, donde muchas familias fueron seleccionadas como beneficiarias de los apoyos de Conavi para que reconstruyeran sus viviendas, denunció que el dinero que esta dependencia gubernamental asignó, no fue cobrado ni administrado por los beneficiarios sino por la constructora.
Anastasia Flores, quien vive en la colonia San Mateo, denunció, por su parte, que al principio le advirtieron que su vivienda debía ser derribada porque tenía daños estructurales y se comprometieron a que la reconstruirían totalmente. Sin embargo, meses más tarde, personal de la empresa le informó que la edificarían en otro lugar porque el sitio donde había estado era inadecuado.
Meses después, cuando le entregaron su vivienda, notó que no coincidía con el plano que le habían mostrado, que no tenía cimientos y las varillas y los blocks eran de muy mala calidad. Recordó también que mientras la construían, le llevaron recibos de compra de los materiales y que, en alguna ocasión, le explicaron que se habían equivocado en la adquisición de éstos.
En el predio de Anastasia Flores solo se construyeron paredes de cuatro metros sin cimientos y montaron castillos sin colado. El proyecto fue firmado por ella en octubre de 2020 por un monto de 85 mil pesos y a la fecha su casa sigue en proceso de construcción.
Alfonsa Barranco se encuentra en la misma situación, con un proyecto de construcción similar y el mismo presupuesto de 180 mil pesos. Su casa tendrá dos recámaras, cocina y un baño, pero estima que hasta ahora solo se han aplicado 70 mil pesos.
“La edificación sigue en obra negra; solo se levantaron paredes y los trabajadores, que son contratados por la misma constructora, no son constantes. Hace unos días nos informaron que iba a venir otro ingeniero, de la misma empresa, a supervisar la construcción; pero con la condición de que todos los beneficiados le pagáramos 100 pesos cada semana”, denunció.
La señora Barranco, quien hoy vive con sus dos hijos y una nieta, perdió todo con el sismo de 2017; logra sobrevivir día a día con lo poco que gana uno de sus hijos trabajando en el campo.
Rocío Alvarado, quien fue “beneficiada” con un apoyo de 180 mil pesos, está igualmente preocupada por la calidad de la construcción de su vivienda. “Nuestra familia corre peligro en esa casa; tengo cuatro hijos. Mi apoyo salió en 180 mil; y para que me hagan esas cosas; no pudo irse todo ese dinero. Nos están robando”, expresó indignada.
Su esposo, Pascual Núñez, quien se dedica a la construcción, afirmó que la obra es muy barata, que su costo real no sobrepasa los 80 mil pesos y que no está bien hecha. “Como albañil veo que esta obra está muy sencilla, los castillos, la varilla, el block. Le están poniendo muy poquita mezcla; los blocks se despegan fácilmente, se truenan, se desmoronan, le están colocando muy poquito cemento. Todo está muy mal, los muros están aparentemente derechos; pero ya le pasé el nivel y están chuecos. Es un hecho que esta casita se va a caer con un temblor, los muros no van a soportar y mucho menos el techo, se vendrá abajo”, advirtió.
Dulce Vargas también perdió todo con el temblor. El apoyo para construir su vivienda corresponde a 210 mil pesos, pero tampoco está de acuerdo con la mala calidad de los materiales con los que fue edificada su casa.
“Al Presidente lo he escuchado en sus mañaneras decir que en los programas sociales no iba a haber intermediarios y eso no es cierto, señor. Aquí están las obras que hablan por sí solas. Sacamos una cuenta en Banco Azteca, donde no nos permitieron sacar ni un solo peso. Cuando firmamos el contrato con la constructora y con Conavi nos hicieron firmar una forma que no nos dejaron leer, iban hoja tras hoja haciéndonos firmar a todos. Eso es lo que nos llena de coraje. No se vale, señor Presidente. Usted dijo que este gobierno era de transparencia y aquí no se ve la trasparencia”, lamentó.
Las familias afectadas en Tepexco exigieron a los gobiernos estatal y Federal su intervención para evitar el fraude que está cometiendo la empresa inmobiliaria; que ésta cumpla con las normas de calidad en la construcción y reconstrucción de sus viviendas y, sobre todo, que los recursos asignados para dichas obras sean aplicados.
La mayoría de los denunciantes temen, además, represalias por exhibir públicamente las pésimas obras de RIPASA y la actitud de tolerancia gubernamental hacia esta empresa privada.
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Escrito por Jesús Macuil
Colaborador