Escafandra
En esto creo, de Carlos Fuentes
Las notas autobiográficas de este libro fueron reunidas en orden alfabético y tuvieron en común brindar afecto, gratitud y reconocimiento a los familiares, amigos y creadores de arte que más influyeron en su autor.
Las notas autobiográficas de este libro fueron reunidas en orden alfabético y tuvieron en común brindar afecto, gratitud y reconocimiento a los familiares, amigos y creadores de arte que más influyeron en su autor. Por ello, su lectura va de la A de amistad a la Z de Zurich; transita por la B de Balzac y Buñuel, C de cine, F de familia y Francia, M de muerte, S de Shakespeare, Q de don Quijote, V de Velázquez y W de Wittgenstein. En las líneas que siguen se reproducen fragmentos de algunos de los textos de los artistas que Carlos Fuentes (Panamá, 1928-Ciudad de México, 2012) más admiró y de los que más aprendió para llevar a cabo su labor creativa.
De Honorato de Balzac, el autor literario francés más relevante del Siglo XIX, dice: “Creo en Balzac. Junto con Cervantes y Faulkner, es el novelista que más me ha influido. Y como todo gran escritor, posee muchas facetas. Pero acaso no hay otro que de manera tan delibrada dé su sitio a la realidad social y, lado a lado, elija un espectro que es una advertencia: el relato fantástico. Realista y fantástico. Su realidad incluye la realidad de la imaginación. Sus personajes son ambiciosos trepadores sociales, pero también los derrotados y humillados. Su obsesión es el dinero, pero también el terror y el sueño. Sus pasiones son personales, pero también colectivas”.
Fuentes cuenta que en 1950, en el cine-club de la Universidad de Ginebra vio El perro andaluz, la primera cinta del gran director de cine Luis Buñuel, de quien el presentador dijo que se trataba de un “cineasta maldito, muerto en la guerra de España. Alcé la mano para corregirlo: Buñuel estaba vivo, vivía en México y acababa de filmar Los olvidados, que sería presentada en Cannes en la primavera de ese año.
“Los olvidados –sigue la cita– llegó a Cannes a pesar de las objeciones de funcionarios pacatos y chovinistas del gobierno mexicano, que la consideraban una película denigrante para México. Octavio Paz, entonces secretario de la Embajada de México en Francia, desobedeció la desaprobación oficial y personalmente distribuyó un lúcido ensayo sobre Buñuel y su gran película a la entrada del Palacio de los Festivales en Cannes. Buñuel nunca olvidaría ese acto de valentía y generosidad”.
Para hablar de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Fuentes se apoya en una de las conclusiones que Michel Foucault –experto en simbiosis literaria– había elaborado sobre la obra maestra de Miguel Cervantes de Saavedra: que dicho personaje es un “signo del divorcio moderno entre las palabras y las cosas. Don Quijote busca desesperadamente la coincidencia de unas y otras, como en el orden medieval. El peregrinar quijotesco es la búsqueda de similitudes, las analogías más débiles son reclutadas rápidamente por don Quijote y para él todo es signo latente que debe ser despertado para hablar y demostrar que la identidad de las palabras y las cosas: labriegas son princesas, molinos son gigantes, ventas son castillos, porque tal es la identidad que las palabras le otorgan a las cosas en los libros de don Quijote”.
Fuentes escribió más de 30 novelas y relatos, de los más conocidos son Los días enmascarados (1954), La región más transparente (1958), Las buenas conciencias (1959), La muerte de Artemio Cruz (1962), Cantar de Ciegos (1964), Cambio de Piel (1967), Cumpleaños (1969), Terra nostra (1975), Aura (1982) y Gringo viejo (1985).
Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista y escritor.