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En Campeche, el dengue se ensaña con los más vulnerables
Las autoridades sanitarias de Campeche advierten que el número de pacientes podría ser rebasado debido a que en la entidad las familias prefieren tratar a sus enfermos en casa.
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En lo que va de 2024, los contagios de dengue en Campeche se han triplicado con respecto a 2023 y todo parece indicar que, a finales de año, el número de sus víctimas será mucho mayor al del pasado reciente.

Según el reporte de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud (SS), hasta la semana 36, el dengue había afectado a 564 campechanos, cifra tres veces mayor a la registrada en el mismo periodo del año pasado, cuando sumaron 179.

El mismo informe detalla que su incidencia corresponde a 52.95 infectados por cada 100 mil habitantes; que la entidad se ubica actualmente en el décimo lugar nacional y que en la región del sureste, solamente es superada por Tabasco.

Las autoridades sanitarias de Campeche advierten que el número de pacientes podría ser rebasado debido a que en la entidad las familias prefieren tratar a sus enfermos en casa, antes que llevarlos a las clínicas de salud pública.

A finales de agosto, por ejemplo, seis alumnos del Colegio de Bachilleres (Cobach) de la comunidad maya de Bolonchén, municipio de Hopelchén, se ausentaron por la aparición de síntomas relacionados con la enfermedad; y en la primera quincena de septiembre, el número se multiplicó por ocho.

El profesor Manuel Xool Bacab informó que el dos y tres de septiembre, 11 estudiantes faltaron a la escuela por la misma razón; 28, el cinco de septiembre y 40, durante la siguiente semana. El maestro del Cobach explicó que Bolonchén fue una de las localidades que más han sufrido por el dengue en este bienio.

En 2023, esta enfermedad afectó mayormente a niños y jóvenes de septiembre-diciembre; y se espera que este fin de año se repita o incremente su incidencia; por lo que, reveló el maestro Xool, “es necesario tomar medidas para controlar el brote y evitar que los contagios y las víctimas fatales aumenten”.

El docente recordó que la región maya ha resultado la más afectada por el dengue debido a que una de las más marginadas en la Península de Yucatán; y que el sector salud no ha realizado las actividades de prevención indispensables para evitar los contagios. 

“Hace falta que las autoridades tomen en serio su papel, de lo contrario, ¿quién protegerá la salud de la población?”, señaló el profesor Xool Bacab.

Martha Patricia Borges, de la comunidad de Dzitnup, del municipio de Hecelchakán, afirmó que “el dengue está afectando sobre todo a los menores de edad, y los sistemas de salud locales no cuentan con lo necesario para brindar la atención, por lo que es necesaria la prevención; y ésta requiere que se combata a los mosquitos con mayor frecuencia, pues sólo lo hacen una vez. Si no se sigue fumigando, los huevecillos vuelven a nacer y se deja a la población a merced de los contagios”.

La vecina de Dzitnup afirmó que “los números oficiales acerca de la enfermedad del dengue no reflejan la realidad, pues los contagios son mucho mayores”.

Sureste, el más golpeado

A principios de 2024 se registró un ascenso atípico de casos de dengue en México; pero el mayor número de ese pico se presentó en la región del Sureste en enero y febrero. Las autoridades de Yucatán y Quintana Roo parecen haber aprendido bien la lección después de la ola de contagios del año pasado y esta vez lograron reducir la incidencia de la enfermedad.

Pero no es el caso de las autoridades de Tabasco, Campeche y Chiapas, donde el número de infectados ha incrementado. En la semana 36, Tabasco registraba ya tres mil 469 casos, un ascenso equivalente al 657 por ciento, de los cuales 13 fueron víctimas fatales; en 2023, la entidad reportó 458 casos en el mismo periodo y no hubo decesos.

 

 

Las proyecciones indican que si la tendencia permanece, al final del año habría más de 20 mil contagios, cifra equivalente al 36 por ciento de los contagios registrados el año pasado en la República. Esto evidencia que las autoridades sanitarias tabasqueñas no están atendiendo adecuadamente la crisis provocada por el dengue.

Resulta a tal grado extremo y descontrolado, que los municipios de Campeche con más casos de dengue son Palizada y Escárcega, vecinos de Tabasco, específicamente del municipio del Carmen, donde se desarrolla alta actividad comercial.

En Chiapas hay tres mil 144 infectados y se reportaron siete víctimas fatales, en contraste con los mil 161 y un solo deceso reportados en el mismo periodo de 2023. El incremento es de 170 por ciento en contagios y de 600 por ciento en fallecimientos.

Este año, el dengue se propagó desproporcionadamente en México no sólo con respecto a 2024, sino también con relación a su evolución histórica en las últimas décadas. Su incremento a lo largo de este sexenio (2018-2024) parece corresponder a la manifiesta desatención que el Gobierno Federal otorgó al sector salud en general.

Desde finales de mayo pasado, el número de casos y muertes resultaba muy alto y anunciaba una crisis sanitaria inédita que las autoridades estatales y federales no han querido enfrentar en perjuicio de las familias de menores ingresos y más desprotegidas del sistema de salud pública.

Esta indiferencia se manifiesta, incluso, en el manejo estadístico de los casos de dengue, ya que los números oficiales son muy inferiores a los reales; estos últimos fueron contabilizados por instituciones escolares, organizaciones civiles, investigadores sociales, inclusive ciudadanos.

En 2023, los infectados superaron a los de 2022 en 215 por ciento; en este año, se han triplicado con respecto a los de 2023; y todo indica que, al cierre de 2024, su número alcanzará una cifra inusitada.

En la semana 36 de 2024, la cantidad de casos confirmados ya alcanzaba 53 mil 256 en el país, a diferencia de los 18 mil 400 reportados en el mismo lapso de 2023, un incremento de 195 por ciento; así como las 132 víctimas fatales registradas y contrastadas con las 30 de 2023, que representaban un incremento de 340 por ciento.

Si se mantiene esta tendencia al finalizar 2024, los casos confirmados oscilarían, según los expertos e investigadores sociales, de 160 a 200 mil, y los decesos de mil 400 a dos mil.

En el pasado reciente, el mayor número de contagios por dengue se registró durante 2013, con 63 mil 984 casos y 192 víctimas fatales, por lo que las infecciones de 2024 serían de 4.5 veces mayores a esa cifra y las defunciones 8.5 veces más.

Estos datos dan la razón al maestro Xool Bacab cuando exige a la SS y a las autoridades sanitarias estatales evitar que se profundice la crisis sanitaria y que las familias, en particular las más pobres y desprotegidas, queden a merced de los mosquitos cultivados por la humedad extrema.

Enfermedad de la pobreza

El dengue se ha definido como una enfermedad viral estacionaria característica de países tropicales, pues se agudiza en las temporadas de lluvia y calor, y decae en la de frío. Esto se debe a que las hembras del mosquito hematófago Aedes aegypti, son vectores-portadores de una infección específica al picar a las personas.

Esta especie de insecto se desarrolla en ambientes húmedos y calurosos, por lo que se presenta en regiones tropicales y subtropicales del planeta, sobre todo en las zonas urbanas y semiurbanas.

 

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó recientemente que existen cinco enfermedades virales transmitidas por picaduras de mosquitos: dengue, paludismo, chikungunya, fiebre amarilla y zika. Tal institución informó, además, que estos padecimientos “parecen haber iniciado un proceso de globalización y expansión más allá de los trópicos. Más del 70 por ciento de los países afectados por éstas y otras enfermedades tropicales son de ingresos bajos o medio-bajos; de igual modo, el 100 por ciento de los países de bajos ingresos están afectados por al menos cinco de ellas, reflejando su distribución desigual en el mundo, damnificando sobre todo a poblaciones empobrecidas”.

En el caso del dengue, la OMS advierte que “cerca de la mitad de la población mundial corre riesgo de contraerlo y cada año se producen entre 100 y 400 millones de infecciones”; y que “la urbanización (especialmente la no planificada) está asociada a la transmisión del dengue en función de varios factores sociales y ambientales: densidad de población, desplazamientos de personas, acceso a fuentes de agua fiables, prácticas de almacenamiento de agua, etc.”.

Aclara, asimismo, que “los riesgos de contraer el dengue también dependen de los conocimientos, la actitud y las prácticas de la población frente a la enfermedad, así como de la ejecución de actividades sistemáticas de control vectorial de forma sostenible fuera de los establecimientos de salud. La prevención y control del dengue se basan en el control de sus vectores. No hay un tratamiento específico para el dengue y el dengue grave; pero la detección precoz y el acceso a una atención médica adecuada reducen en gran medida las tasas de mortalidad por dengue grave”.

El abandono institucional

Y como hasta ahora no existe un tratamiento específico o médico para combatir el dengue, la mejor forma de impedir que infecte y mate a las personas consiste en prevenirlas mediante acciones coordinadas entre la población y las autoridades de los tres niveles de gobierno.

Las acciones de prevención más eficientes contra el contagio del dengue, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), son la fumigación sistémica de los humedales próximos a las viviendas (lagunas, ríos, arroyos, pozos, charcos, bosques, selvas, etc.) y campañas de información sobre los síntomas y la ubicación de los centros de atención médica oportuna y producir los medicamentos necesarios para contrarrestar los males y sus secuelas.

Actualmente, en la mayoría de las regiones de México –como en el sur y el sureste (Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Chiapas, Tabasco, Quintana Roo, Yucatán y Campeche)– la aplicación de estas medidas resulta muy limitada y en algunos casos imposible porque los gobiernos locales no tienen voluntad política para desarrollarlos con argumentos como: “no hay dinero”, de que tal asentamiento “es irregular” o los posibles “beneficiarios” no votan por sus partidos o no son afines a sus organizaciones.

En el siglo pasado se realizaron acciones coordinadas entre los gobiernos y la población para combatir con eficiencia esta enfermedad. En 1963, por ejemplo, hubo una campaña intensiva dirigida por la OPS para erradicar el agente transmisor del dengue; por esto lo mantuvo ausente de México durante 12 años. A finales de 1970 ya no se efectuó; y en 1980, el Aedes aegypti no sólo recuperó sus territorios en el país, sino que se convirtió en un problema de salud pública mundial.

AMLO, su “promotor”

Durante el gobierno sexenal de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue eliminado el Seguro Popular (SP), con lo que se eliminó la atención sanitaria a 50.4 millones de mexicanos; y debido a la práctica de “austeridad republicana”, cada año se recortó el gasto del Sector Salud que, además, fue sometido a subejercicios igualmente sistemáticos.

Resultados de esta política fueron un mayor deterioro en los servicios de atención médica de clínicas y hospitales públicos, la escasez de medicamentos y, entre otros males, la falta de prevención epidemiológica. Fue así como la cantidad de enfermos por dengue creció y, a finales de 2019, el primer año de AMLO, se registraron 43 mil 312.

La tragedia pudo evitarse si se hubiera atendido el aviso; pero poco o nada se hizo para prevenirla. En los primeros cinco meses se contabilizaron 21 mil 76 casos, cuatro veces más que el año anterior, y más de ocho mil fueron catalogados como “dengue con signos de alarma” y “dengue grave”, el doble de casos acumulados en 2018. En ese periodo murieron 42 personas (27 en Chiapas y 15 en Veracruz), a diferencia de los 12 decesos de 2018.

El Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece) invirtió 192 millones 371 mil pesos en la adquisición de pesticidas necesarios para su programa de vigilancia epidemiológica; pero únicamente empleó el presupuesto en servicios de impresión y paquetería.

Y como consta en la Plataforma Nacional de Transparencia, no se compró ningún insumo destinado a combatir los vectores que transmiten las enfermedades epidémicas. Según Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), Cenaprece usó los remanentes de los insumos comprados en mayo de 2018.

De este modo, la “austeridad republicana” favoreció la propagación del vector. En 2020 bajaron a 25 mil 226 los contagios y en el bienio siguiente también se reportaron menos, pero no porque disminuyera la enfermedad, sino porque la pandemia de Covid-19 propició el subregistro del dengue y porque AMLO ordenó reservar la información de las cifras exactas.

En 2023, a decir de expertos y organizaciones civiles, el dengue infectó a 56 mil 333 personas y mató 491 mil 235; por cierto el mayor registro reportado en décadas recientes. Y hasta la semana número 36 de 2024 se había triplicado el número de enfermos de dengue, los contagios fueron 4.5 veces mayores a los de 2013 y los decesos 8.5 veces.

Dinamarca esquina con Hopelchén

Cuando AMLO asumió la Presidencia de México afirmó que “el sector de la salud es un desastre. La educación es mala, pero aún peor es el sistema de salud, por lo que desarrollaré un plan porque la gente está muriendo por falta de atención médica. El propósito es que haya atención médica y medicamentos gratuitos para toda la población”.

Luego declaró: “Ya lo pensé mejor, no va a ser como el de Dinamarca, va a ser mejor”. Y en su último informe, el pasado 1° de septiembre, aseguró que había cumplido, pues “ya tenemos un sistema de salud mejor que el de Dinamarca”.

Pero este discurso fue una más de las 80 o 90 mentiras difundidas diariamente en sus conferencias de prensa “mañaneras”, así como falsa y fraudulenta resultó su supuesta preocupación por que la gente pobre de México se esté “muriendo por falta de atención médica”.

En la clínica de salud pública del municipio maya de Hopelchén, Campeche, María Encarnación Ku Ramírez denuncia que “no hay medicamentos, no hay doctores”.

Alejandra Haas Pereyra agregó: “tienes que pagar todos los medicamentos… los familiares de los pacientes son los que aportan para la gasolina para su traslado a Campeche… y no hay análisis; les están pidiendo los análisis particulares a los enfermos que tienen en el hospital”.

Nelli Esther Pacheco Sandoval dijo que “en los centros de salud no hay medicamentos. Ni siquiera paracetamol, ni suero para los niños deshidratados. No hay personal suficiente y preparado, la gente muere por falta de atención”.

María Encarnación apuntó: “De nada sirve que tengamos un hospital muy bonito y grande; llega uno a urgencias y tiene que estar horas y horas parada allá y no le hacen caso a uno… pues así que digamos buen servicio, no hay”.

Esther se sumó al reiterado reclamo de cientos de miles de campechanos afectados: “el gobierno dijo que iba a mandar medicinas, que iba a cumplir con todo eso… él ya va de salida, entonces no cumplió… todo lo que se promete se debe de cumplir”. 


Escrito por Javier Martínez

colaborador


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