El cultivo de granos y semillas desde hace más de 10 mil años ha cambiado notablemente con el paso del tiempo y con el desarrollo de nuevos métodos y herramientas, marcando distintas etapas en la agricultura.
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Ya se ha dicho que “para los mexicanos, el maíz está entrelazado con su vida, su historia y sus tradiciones, que no es solo un cultivo, sino el centro de su identidad”. Comentaremos un poco sobre esto. Este cultivo, entre otros, fue el responsable de que los grupos nómadas en Mesoamérica, pero especialmente en México, se hicieran sedentarios. Todo inició con una planta distinta a la que estamos acostumbrados a ver, ya que hace aproximadamente seis mil o nueve mil años se cultivó un “pasto” conocido como teocintle cuyas características eran: varios tallos, varias ramificaciones en los tallos, decenas de pequeñas mazorcas, granos duros y pequeños, sin embargo, gracias a que los antiguos agricultores descubrieron que algunas plantas no presentaban granos duros, se comenzó a cultivar. Conforme pasaron los años, se fue haciendo mejoramiento selectivo influenciado por las distintas preferencias de los agricultores y por los diferentes climas y condiciones geográficas; hasta llegar a lo que hoy conocemos como maíz.
Este desarrollo, que duró cientos de años, fue acompañado de tradiciones, sobre todo religiosas. Por ejemplo, la civilización mexica (aztecas) adoraba a la diosa del maíz; Centéotl, a la que se le atribuía, igualmente, el origen de otros cultivos como el camote. Además de tener esta diosa del maíz, los aztecas relacionaban su prosperidad como pueblo a que el dios Quetzalcóatl, convertido en hormiga, les llevó un grano de cultivo. Los mayas, por otro lado, en su libro de la creación llamado Popol Vuh, cuentan que los creadores formaron al ser humano con maíz blanco, amarillo, negro y rojo. Y, como es de suponerse, estas festividades religiosas estaban acompañadas por diferentes platillos a base de este cereal. Conforme avanzaron los años, algunas de estas festividades dejaron de realizarse, o bien, se modificaron por influencia de los españoles. Gracias a éstos, el maíz fue dispersado por todo el planeta, siendo ahora uno de los más cultivados.
Los lazos culturales e históricos, ya mencionados, provocaron que México creara centros de investigación y de conservación de esta especie. Alrededor de los años cuarenta, existía una colección de germoplasma que comprendía unas dos mil accesiones de distintas partes de la República. El Dr. Mario Gutiérrez y el ingeniero Efraín Hernández Xolocotzi; este último, profesor de la Universidad Autónoma Chapingo, realizaron un dibujo de México sobre el cual colocaron mazorcas de maíz en los sitios donde fueron recolectadas las semillas, trabajo que facilitó el mejoramiento genético. Actualmente, ese banco cuenta con más de 28 mil colecciones de maíz y especies emparentadas provenientes de 88 países que sirven como fuente de diversidad genética para la obtención de nuevas variedades.
A pesar de los esfuerzos que ha puesto México en obtener variedades de alto rendimiento que permitan cubrir la demanda interna, este objetivo no se ha logrado. Alrededor del 33 por ciento del maíz que se consume es importado. El precio de venta y compra del grano para la siembra ha jugado un papel muy importante para llegar a esta situación. Por lo que, además de asegurar la generación de nuevas variedades o técnicas de producción más sofisticadas, se deben implementar proyectos de apoyo para que los productores logren acceder a los avances tecnológicos y a las nuevas variedades que, en muchas ocasiones, solo son útiles si se les acompaña de estas nuevas técnicas de producción. También se deben destinar más recursos a la investigación de este cultivo y a la capacitación de los productores.
El cultivo de granos y semillas desde hace más de 10 mil años ha cambiado notablemente con el paso del tiempo y con el desarrollo de nuevos métodos y herramientas, marcando distintas etapas en la agricultura.
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Escrito por Bryan Alexis Domínguez López
Colaborador