Durante la madrugada del nueve de septiembre, se desataron en la Huasteca torrenciales lluvias que provocaron inundaciones, deslaves, destrucción de caminos y viviendas.
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El pueblo de México ha visto pasar por el poder político a varios partidos con “estilos de gobierno” diferentes, pero que a final de cuentas han dado el mismo resultado: que los pobres son más pobres y que su número es mayor; que muchos de los ricos ahora son millonarios y los multimillonarios mucho más poderosos que antes. Sí, y todo esto ocurre mientras el pueblo trabaja arduamente, gana salarios muy bajos, pasa hambre y carece de educación, salud, vivienda digna, seguridad pública, etc.
Cuando el actual Presidente de la República fue candidato, reconoció que el problema fundamental de México es la corrupción, se comprometió a acabar con ésta y con el dinero que recuperaría de ese combate prometió abatir la pobreza. Pero, ¡qué lejos estamos del cumplimiento de esa promesa; lo único que hemos visto es a los hermanos del Presidente recibir dinero en efectivo; a uno de sus hijos mayores habitando en Houston, Texas una residencia, propiedad de una compañía con contratos directos con la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex); y al otro ocupando la casa de una funcionaria del diario La Jornada.
Recientemente, además, leímos en la prensa cómo es que los hijos del Presidente se encargan de intermediar con algunos empresarios que participan en proyectos millonarios como el Tren Maya; y cómo uno de éstos sobornó al supervisor de esta obra para que autorizara el uso de sus materiales sin que importara que cubrieran o no los requisitos técnicos. Fue por ello que, en días pasados, el Tren Maya se descarriló y aclaró la forma en que este gobierno “combate la corrupción” y realiza obras muy costosas que no están pensadas para resolver los problemas del pueblo.
En la misma situación de sobrecosto, inutilidad y sospecha de corrupción se hallan el fallido Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y la refinería de petróleo de Dos Bocas, que sigue sin refinar y que, con las otras dos obras “emblemáticas” del Presidente, representan el fracaso más escandaloso de la política deconstructiva de este gobierno, como desde el principio del actual sexenio advertimos en este espacio periodístico.
Estas lecciones deben servir para educar al pueblo, que muchas veces “no experimenta en cabeza ajena”. Lo que hace falta en México no son redentores, mesías o curanderos sociales. Hoy estamos llegando a un punto donde los partidos políticos y sus candidatos recurren a toda clase de recursos (dinero en efectivo, mentiras, promesas grandilocuentes, etc.) para “convencer” a los electores de votar por ellos; pero en realidad únicamente están pensando en favorecer los intereses de los poderosos.
De acuerdo con una previsión del ingeniero Aquiles Córdova Morán, dirigente del Movimiento Antorchista Nacional (MAN), ya llegamos al punto de mayor incertidumbre, al que siempre ha estado expuesto el sistema político mexicano: en nuestra “democracia de mercado” gana quien tiene más dinero y que con claridad no se sabe si este dinero tiene un origen “bueno o malo”.
Sí, muchos de los electores del país están a la espera de ver quién les ofrece más por su voto y establecen un “contrato” de corto plazo perverso con el que a cambio reciben una determinada cantidad de dinero. Sin embargo, una vez que se cumple el acuerdo de compraventa, el partido político y sus candidatos se deslindan de sus compromisos de campaña y los ciudadanos no tienen derecho a exigir la concreción de los servicios ni las obras públicas que les prometieron.
Como se ve, el sistema “democrático” vigente en México está roto y ningún partido, incluido el que gobierna, se salva de estas desviaciones. Por ello, es necesario que el pueblo tome conciencia del problema y resuelva el asunto. Todos los partidos, todos, dicen gobernar en nombre del pueblo; pero una vez que llegan al poder, satisfacen intereses que no son los del pueblo al que suponen defender.
La solución, ante esta cruda y cruel realidad, es teóricamente sencilla: que el pueblo no deje su destino en manos de otros; es decir, que no siga confiando en quienes aseguran gobernarán para él, sino que se organice y luche para que el poder quede en sus manos, con un programa de gobierno que mejore sus condiciones de trabajo; que ponga el acento en la educación y la salud de sus hijos; en la seguridad pública para todos y se comprometa a garantizar un futuro luminoso y colectivo, en el que las riquezas y las oportunidades sean alcanzables para quien decida trabajar en esa dirección.
Ésta es la tarea a seguir, no la del Tren Maya, cuyo descarrilamiento se debió a que siguió la misma ruta del sistema político “democrático” de México. Carlos Marx escribió: la liberación del pueblo debe ser obra del propio pueblo; y con los logros de su partido revolucionario en Rusia, Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, demostró que el ejercicio del poder en manos del pueblo es perfectamente posible. Aprendamos de la historia y construyamos un nuevo futuro.
Durante la madrugada del nueve de septiembre, se desataron en la Huasteca torrenciales lluvias que provocaron inundaciones, deslaves, destrucción de caminos y viviendas.
Dos semanas después de las intensas lluvias que afectaron a cinco estados del país, todavía siguen incomunicadas 93 comunidades.
El mayor problema que enfrenta ahora el pueblo de México radica en que una junta de “notables” ejerce el poder, dice gobernar para los pobres, pero está en contra de éstos, porque en realidad representa los intereses de las clases poderosas.
La reciente reforma a la Ley de Amparo fortalece a las autoridades y limita el acceso a la justicia de los gobernados.
México se ahoga en las aguas negras de la incompetencia, insensibilidad y corrupción.
Imposible tratar de elaborar y difundir en este momento un análisis sobre los graves problemas por los que atraviesa nuestro país y la nada remota posibilidad de que se compliquen en el corto plazo.
Una reciente noticia sobre Gaza ha centrado la atención mundial y exhibe la prepotencia y el cinismo con que las potencias imperialistas occidentales continúan su plan de apoderarse a como dé lugar de Palestina.
El argumento de que fallaron los pronósticos y de que llovió más de lo esperado es autoincriminatoria, como dijo el periodista Carlos Ramírez.
El imperialismo no es un fenómeno nuevo en la historia. Los imperios aparecieron desde los albores de la sociedad dividida en clases: el acadio, el egipcio, el asirio, el griego, el persa, el romano, el chino, por nombrar algunos de los más conocidos y antiguos.
Con Morena se han incrementado los niveles de inseguridad en todo el país; y todo mundo sabe esto y lo sufre de una u otra manera.
El sistema capitalista se sustenta en el robo constante y cada vez más amplio y despiadado de tiempo de trabajo no pagado.
La inhumanidad, la perfidia, el odio y la maldad de un hombre no son nunca suficientes para imponerse a la lógica económica y política de la que forma parte.
La explotación capitalista, si bien mantiene la esencia de toda sujeción de clase, se caracteriza por una forma específica y encubierta, que la distingue de los modos de producción anteriores.
De inmediato inició la agrupación Voz en punto, que presentó una serie de canciones de diferentes estados de nuestra variada cultura mexicana y algunas canciones temáticas en homenaje a Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri.
En un momento histórico determinado, la ideología dominante es la ideología de la clase dominante.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.