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4T: ¿reforma o revolución?
Los cambios promovidos por este partido (Morena) se han hecho a nombre del pueblo pero sin el pueblo; y eso es lo grave. Para que haya un verdadero y profundo cambio en México, hay que hacer una revolución pacífica.
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En los primeros días del gobierno de la autodenominada “Cuarta Transformación” (4T), el -ás, declaró que el mal de males de México, que incluso determinaba la pobreza, era la corrupción. Sobre estas bases inició y puso en práctica su sedicente transformación. El pueblo, lamentablemente, no pudo descubrir la navaja que hay dentro del pan morenista y, harto de “todo lo anterior”, se lanzó a votar creyendo que le iría mejor con el discurso que le ofreció “el oro y el moro”. La falta de politización y la manipulación, de la cual fue víctima durante años, no han permitido a nuestro pueblo avizorar que todo lo que el gobierno está haciendo camina hacia un régimen centralista, y que cuando votó por una “esperanza”, en realidad firmó un cheque en blanco para sembrar las bases de una dictadura, de la cual ahora es víctima.

Los programas que el Presidente ha llamado “neoliberales”, eran más seguros y abarcadores que los habilitados por su gobierno. Aquellos programas apoyaban con estancias infantiles a las madres solteras y trabajadoras; a las mujeres víctimas de la violencia se les ofrecían refugios; y algunas asociaciones civiles recibían apoyo gubernamental para dar terapia a personas con capacidades diferentes. De pronto, estos programas fueron dejados a la deriva y las personas que tenían el Seguro Popular quedaron en la orfandad cuando se los quitaron y en su lugar les ofrecieron un sistema de salud “igualito” al de Noruega: el famoso Instituto Nacional del Bienestar (Insabi), con el que llevamos 212 mil muertes por Covid-19, cifra equivalente a mil 665 por cada millón de personas y 18 mil 83 contagios por cada millón. La cifra de contagios, por cierto, es similar a la de Noruega, con la diferencia de que los contagios solo provocan, en promedio, la muerte de 386 personas, es decir, 4.3 veces menos que en México. ¿Es cierto que el sistema de salud mexicano está a la par del noruego? La respuesta es obvia: no. Pero además de esto, hay que decir que el gobierno actual retiró la vacunación contra la poliomielitis (ya erradicada) y el apoyo de medicinas a niños con cáncer.

La actual administración ha cancelado, asimismo, toda oportunidad de solución a las demandas de infraestructura básica para la gente pobre: agua potable, luz, drenaje, pavimentaciones, apoyo a la vivienda, etc., pues con la cancelación del Ramo 23 del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), que se destinaba al desarrollo de las comunidades marginadas, los morenistas se llevaron todo el dinero a las obras faraónicas e inútiles del Presidente: el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto de Santa Lucía. Por ello, ya estamos casi a la mitad del sexenio y la gente sigue sin agua, luz, drenaje y sin obras de servicio público elemental, aunque tampoco haya tren ni refinería ni aeropuerto.

A todos estos desatinos de la 4T hay que agregar la serie de reformas legales con las que pretende consolidar su camino hacia el centralismo y, por ende, hacia la dictadura. Por ello, en vez de regresar al Ejército a los cuarteles, como había previsto, creó la Guardia Nacional (GN), y cambió el Artículo 19° Constitucional para ampliar el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa, modificación con dedicatoria para sus opositores, a quienes, con cualquier pretexto, pueden fincárseles responsabilidades penales, incluso mediante la fabricación de delitos para meterlos a la cárcel.

También se cambió la ley para aplicar la extensión de dominio, con la que el presunto culpable de un delito que amerita prisión preventiva oficiosa puede ser despojado de sus propiedades sin que tenga posibilidad de recuperarlas en su totalidad, aun si es declarado inocente, ya que serían subastadas y solo recuperaría una parte de las mismas, si es que se las regresan.

El régimen de la 4T cuenta, además, con la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) para, con un simple “quítame estas pajas”, bloquear las cuentas de sus opositores; y si el afectado promueve un amparo y obtiene la suspensión definitiva, que obliga a la UIF a liberar las cuentas, se alarga burocráticamente la indicación del Poder Judicial para que no pueda acceder a sus recursos. Esto es represión y violación a la ley.

Y ahora los morenistas lanzaron una sonda con la extensión del mandato por dos años más del Ministro-Presidente del Poder Judicial, con lo que violan la Constitución. Con este tipo de maniobras legales, pretender acostumbrar a los ciudadanos a la idea de que los periodos de gobierno pueden prolongarse para que, llegado el momento, no haya reelección pero sí la “extensión del mandato de Andrés Manuel López Obrador”. Es decir, se fortalece el camino hacia una dictadura.

Al Instituto Nacional Electoral (INE) –cuya autonomía debemos defender, si es necesario, con protestas masivas en las calles– se le ataca desde el Palacio Nacional porque a los de la 4T no les gusta que les enmienden la plana conforme a derecho.

Todas las reformas antes dichas –más las que se han hecho a las leyes de hidrocarburos y para controlar los datos biométricos y vigilar a los ciudadanos como en el Big brother, entre muchas otras– se hicieron en un Poder Legislativo mayoritariamente morenista y sobrerrepresentado, que no cambia ni una coma a todo lo que le envía el Presidente, aun cuando sea perjudicial para el país.

Este gobierno, que se autoproclama “nuevo régimen”, incurre en un grave error al confundir los conceptos reforma y revolución. Pero tal autoproclamación no basta para cambiar de fondo las bases del modelo económico. Morena no está haciendo una revolución, porque ha dejado intacto el régimen de propiedad; además, muchas de sus reformas legales tienen contenido neoliberal. El gobierno de AMLO no es socialista ni comunista y su política dista mucho de los esfuerzos que se han hecho en Cuba y Venezuela para construir una sociedad mejor. Aquí estamos ante un estado centralista que todo lo quiere dirigir desde Palacio Nacional sin que nadie se oponga. Al que se mueve tantito, le lanzan a la UIF o a la Fiscalía General de la República (FGR).

¿Los que votaron por Morena se imaginaron que, lejos de mejorar, la situación de los mexicanos, empeoraría? Los cambios promovidos por este partido se han hecho a nombre del pueblo pero sin el pueblo; y eso es lo grave. Para que haya un verdadero y profundo cambio en México, es el propio pueblo el que debe tomar el poder en sus manos para cambiar a fondo el modelo económico y utilizar uno que reparta más la riqueza. Es decir, hay que hacer una revolución pacífica, porque, con la 4T, los ricos de México son más ricos y los pobres son más pobres que antes. ¿Eso querían los que apoyaron a Morena? No estoy seguro, pero sí estoy seguro de que podemos educar y organizar al pueblo para que luche por un México mejor, meta que no puede lograrse promoviendo enmiendas o reformas, sino con una revolución pacífica y profunda.


Escrito por Brasil Acosta Peña

Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.


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