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Dos caras en Los Cabos: agua en exceso para turistas y colonias con sed
Mientras en Los Cabos, los campos de golf se riegan con precisión milimétrica y los hoteles mantienen albercas cristalinas y jardines exuberantes, en el otro Cabo San Lucas, el de las colonias populares, miles de familias sobreviven sin acceso regular al agua potable.
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Mientras en Los Cabos, los campos de golf se riegan con precisión milimétrica y los hoteles mantienen albercas cristalinas y jardines exuberantes, en el otro Cabo San Lucas, el de las colonias populares, miles de familias sobreviven sin acceso regular al agua potable.

Debido a la escasez de agua, los habitantes de la periferia de Cabo San Lucas dependen de pipas para abastecerse, lo que representa un gasto significativo y agrava la precariedad económica de muchas familias. El agua, un derecho fundamental, se ha convertido en un lujo difícil de costear, mientras la infraestructura hídrica parece no avanzar al mismo ritmo del desarrollo turístico.

De acuerdo con testimonios de residentes, los cortes en el suministro son constantes y prolongados y dejan a comunidades enteras sin agua durante días o incluso semanas. En colonias como Lomas del Sol, Caribe Bajo y Leonardo Gastélum, los vecinos deben reorganizar su vida diaria a espera de las pipas que comercian el agua muy cara, y eso afecta gravemente sus bolsillos.

“Cada semana gastamos entre 500 y 800 pesos en pipas, y aun así no nos alcanza para todo el mes. Es un abuso”, denunció Mariana Rodríguez, vecina de la colonia Caribe Bajo.

Comunidades enteras permanecen sin agua durante días, incluso semanas por los cortes prolongados y constantes en el suministro: “aquí pasamos hasta 15 días sin una gota de agua. Nos dicen que regularizarán el servicio, pero seguimos igual”, lamenta Juan Pérez, residente de Lomas del Sol.

En colonias como Leonardo Gastélum, la situación es insostenible. “Vemos cómo riegan los campos de golf y llenan las albercas de los hoteles sin problema; mientras, debemos medir cada cubeta de agua”, denuncia Rosa Hernández, madre de tres niños.

La desigualdad en el acceso al agua en Los Cabos refleja las prioridades de la región: una economía que prospera gracias al turismo de lujos, mientras miles de personas luchan diariamente por un recurso que debería estar garantizado para todos.

El auge del golf en Los Cabos ha impulsado el turismo y el desarrollo inmobiliario ostentoso; pero también ha generado preocupaciones ambientales y sociales, especialmente por el alto consumo de agua en una región con escasez hídrica.

Expertos advierten sobre la falta de regulación del agua potable, porque no existe control claro sobre qué campos emplean agua potable o tratada. Mientras la industria turística prospera, comunidades locales enfrentan racionamientos y un déficit hídrico creciente.

Los Cabos, reconocido mundialmente por sus paisajes desérticos con el Mar de Cortés, se convirtieron ya en un destino suntuoso para los amantes del golf. En las últimas décadas, la región ha experimentado un crecimiento exponencial del acondicionamiento de campos de golf que atraen a turistas de alto poder adquisitivo, inversionistas y desarrolladores inmobiliarios. Sin embargo, este auge también motiva preocupaciones ambientales y sociales, especialmente concernientes al acceso a la distribución del agua y la conservación del ecosistema.

Desde los años 90, el golf en Los Cabos dejó de ser una actividad recreativa de un grupo selecto de turistas, a convertirse en uno de los principales motores del desarrollo inmobiliario y esparcimiento. Actualmente, la región alberga más de 18 campos de golf de clase mundial, diseñados por figuras emblemáticas como Jack Nicklaus, Greg Norman y Tiger Woods. Estos campos han consolidado fundamentalmente a Los Cabos como un destino turístico premium, con empleos y derrama económica. Los hoteles de lujo y residencias privadas han aprovechado el prestigio de estos campos para atraer inversionistas y compradores internacionales, que incrementan significativamente el valor de la tierra y fomentan el desarrollo acelerado de bienes raíces. Pero, por otro lado, ha restringido o disminuido varios recursos en las colonias más apartadas, principalmente el agua.

Impacto ambiental: el dilema del agua y la conservación

Uno de los principales desafíos para la proliferación de campos de golf en Los Cabos es el consumo de agua. La región, caracterizada por su clima árido y escasez de recursos hídricos, ha visto cómo el crecimiento del turismo de lujos demanda grandes cantidades de agua para mantener los campos de golf en óptimas condiciones. Se estima que cada campo requiere millones de litros de agua diarios, un recurso vital en comunidades enteras que sufren dificultades por acceder al agua potable.

Si bien algunos desarrolladores han implementado sistemas de riego con aguas tratadas y desalinizadas para minimizar el impacto ambiental, estas soluciones no resultan suficientes para compensar el estrés hídrico en la región. Además, la transformación del paisaje natural para acondicionar estos proyectos causa preocupaciones por la erosión del suelo, la afectación a la flora y fauna nativa, y la alteración de los ecosistemas costeros.

Para poner esto en perspectiva, el mantenimiento de cada campo de golf requiere un promedio de dos mil 300 metros cúbicos de agua diarios, suficientes para satisfacer las necesidades diarias de ocho mil residentes. Si se considera que hay al menos 23 campos en operación, el consumo total equivaldría al abastecimiento de 184 mil personas.

María Z. Flores López, responsable académica de la carrera en Gestión y Ciencias del Agua de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, estimó que, aunque no todos estos campos utilizan fuentes municipales, la falta de supervisión gubernamental sobre su consumo causa inquietud.

Regulación discrecional de agua en campos de golf 

En Baja California Sur, la falta de regulación estricta del uso del agua en los campos de golf produce incertidumbre sobre la cantidad del recurso natural destinado al riego de tales instalaciones recreativas.

La investigadora María Z. Flores López sostiene que no existe un registro oficial que aclare precisamente qué campos utilizan aguas residuales tratadas y cuáles emplean agua potable, lo que impide un control adecuado de las autoridades.

Flores López destacó que, aunque algunos complejos turísticos han instalado plantas de tratamiento o desalinizadoras, muchas empresas reservan la información sobre sus fuentes de abastecimiento debido a su carácter privado, y esto oculta la supervisión del recurso.

“La regulación es insuficiente y, en muchos casos, inexistente. No hay normativas claras que obliguen a los desarrollos turísticos a reportar el origen del agua utilizada para el mantenimiento de sus campos de golf. Esto incentiva la posibilidad de que utilicen agua potable sin restricciones”, alertó la especialista.

En un estado donde la disponibilidad de agua resulta limitada y las comunidades enfrentan problemas recurrentes de abasto, el uso del recurso en la industria turística resulta polémico. A decir de Flores López, una de las soluciones consistiría en establecer normativas más estrictas que condicionen a los complejos turísticos con infraestructura propia para tratar o desalinizar el agua.

“La única manera de garantizar que no se está utilizando agua potable es exigir que todos los campos de golf cuenten con plantas de tratamiento o desalinizadoras. Si no se establecen estas medidas, el riesgo de sobreexplotación y desperdicio del recurso afectará más a la población”, sentenció.

Pese a la urgencia del problema, hasta el momento no se han presentado iniciativas legislativas que atiendan esta carencia de regulación y esto permite a los desarrollos turísticos decidir sobre el uso del agua en sus instalaciones.

¿Beneficios económicos por encima de la falta de agua?

A pesar de las controversias, la industria del golf ha tenido un impacto positivo en la economía de Los Cabos. Se advierte que estos desarrollos generan miles de empleos directos e indirectos en sectores como hotelería, construcción, mantenimiento y servicios turísticos.

Además, los torneos internacionales de golf han contribuido a la proyección global de Los Cabos y lo sitúan como un destino de élite en el mapa del turismo deportivo.

El incremento de la plusvalía topográfica también ha beneficiado a inversionistas locales y extranjeros porque consolida un mercado inmobiliario dinámico. Sin embargo, el reto consiste en garantizar que este crecimiento sea sostenible y que los beneficios económicos no se concentren en un solo sector, sino que también lleguen a toda la población.

El futuro del golf en Los Cabos dependerá de la capacidad de los desarrolladores y las autoridades para combinar el crecimiento económico con la conservación del medio ambiente y los derechos de la comunidad.

La implementación de prácticas más sustentables, como el uso eficiente del agua, la reforestación con especies nativas y el diseño de campos con menor impacto ambiental será fundamental para garantizar la viabilidad de estos proyectos a largo plazo.

Además, el fortalecimiento de regulaciones que aseguren el acceso equitativo a las playas y recursos naturales podría contribuir a una mejor convivencia entre el turismo ostentoso y la población local. La colaboración entre el sector privado, el gobierno y la sociedad civil será esencial para definir un modelo de desarrollo que priorice tanto la prosperidad económica como la sostenibilidad ambiental y social.

En conclusión, los campos de golf en Los Cabos han promovido el crecimiento de la región; pero también han planteado desafíos importantes sobre los recursos naturales, equidad en el acceso a espacios públicos y sustentabilidad. Encontrar el equilibrio entre desarrollo y conservación será primordial para el futuro de este destino turístico de clase mundial.

Sector turístico: consumo elevado de agua

El alto consumo de agua no se limita únicamente a los campos de golf. De acuerdo con la experta María Z. Flores López, la diferencia en el consumo de agua entre los residentes locales y los turistas en Baja California Sur es alarmante.

“Un ciudadano promedio en el estado utiliza alrededor de 120 litros de agua diarios para cubrir sus necesidades básicas, como higiene personal, limpieza del hogar y preparación de alimentos. Sin embargo, un turista hospedado en Los Cabos puede consumir hasta 450 litros diarios, es decir, casi cuatro veces más”, reveló Flores López.

Este elevado consumo se debe principalmente a las comodidades ofrecidas por los hoteles y resorts suntuosos, donde los huéspedes tienen acceso a piscinas, jacuzzis, saunas y regaderas de alta presión, además del frecuente cambio de toallas y sábanas que implica un gasto considerable de agua en lavandería.

“Los hoteles y centros turísticos deben garantizar un estándar de servicio que muchas veces no considera la disponibilidad del recurso. Las piscinas deben mantenerse con agua limpia constantemente, los spas requieren grandes volúmenes para funcionar y el uso excesivo en las habitaciones genera una demanda altísima. Resulta preocupante que esta agua provenga de fuentes que también abastecen a la población”, advirtió la especialista.

La diferencia del consumo de agua representa un desafío para la distribución equitativa en la región. Con el crecimiento del sector turístico y la proliferación de desarrollos inmobiliarios ostentosos, la presión sobre los acuíferos y otras fuentes hídricas aumenta, y reduce la disponibilidad para los habitantes locales.

“Mientras, en muchas colonias de Baja California Sur, las familias deben racionar el agua y dependen del suministro en tandeo; en la zona turística, el acceso es ininterrumpido y de calidad mayor. Esto genera una desigualdad preocupante, ya que el derecho al agua debería ser prioritario para la población, no sólo para la industria hotelera”, destacó Flores López.

Déficit de agua y escasez de lluvias

La crisis hídrica en Baja California Sur es alarmante y se agrava anualmente debido a la constante pérdida en los acuíferos. De acuerdo con la experta María Z. Flores López, el problema radica en la sobreexplotación del agua subterránea, pues se extrae más líquido del que logra infiltrarse naturalmente.

“En el caso del acuífero de La Paz, el déficit es de 13 millones de metros cúbicos, una cifra crítica que compromete la sostenibilidad del suministro en la capital del estado. Pero no es el único caso preocupante; los acuíferos de San José del Cabo y Cabo San Lucas también enfrentan una situación límite, con niveles de extracción que superan considerablemente la capacidad de recarga”, señaló la especialista.

A esta crisis estructural se suma un factor aun más devastador: la escasez de precipitaciones. Durante 2024, las lluvias en el estado fueron mínimas en la mayor parte y dejaron sin recarga natural los mantos acuíferos. Y en los primeros meses de 2025, el panorama no ha mejorado.

Según datos recientes, en Guerrero Negro apenas se registraron 6.5 mm de lluvia; en Ciudad Constitución, la cifra es aún más baja, con solamente un milímetro; y en el resto del estado, las precipitaciones han sido prácticamente inexistentes.

“Esto significa que la poca agua disponible proviene únicamente de la extracción subterránea, lo que acelera el agotamiento de los acuíferos y agrava la crisis de acceso al agua potable”, advirtió Flores López.

El problema no sólo afecta a las comunidades rurales que dependen del abastecimiento por pipas, sino también a las zonas urbanas, donde el tandeo se ha convertido en una medida recurrente para administrar el recurso. “Cada vez más colonias reciben agua sólo unos días a la semana, mientras que el sector turístico y los desarrollos inmobiliarios de lujo mantienen un suministro constante, lo que genera un grave problema de inequidad en la distribución”, aclaró la experta.

A pesar de esta situación crítica, la falta de regulación efectiva representa un obstáculo para la gestión sostenible del agua en la entidad. “No existen controles estrictos para limitar el consumo de grandes desarrollos ni políticas públicas que prioricen el abastecimiento de la población sobre la demanda del turismo. Mientras no se implementen acciones concretas, la crisis únicamente se profundizará en los próximos años”, sentenció Flores López.

Ante la crisis hídrica que enfrenta Baja California Sur, el gobierno estatal ha implementado diversas estrategias para mejorar el abastecimiento y garantizar el acceso al recurso. Sin embargo, estas acciones se desarrollan en un contexto desafiante, marcado por la sobreexplotación de los acuíferos y la escasez de precipitaciones.

Una de las iniciativas importantes es la construcción de la presa El Novillo, un proyecto diseñado para optimizar la captación de agua pluvial y mejorar la disponibilidad del recurso en la región. Tal infraestructura busca reducir la dependencia de los acuíferos y aprovechar las lluvias al máximo. No obstante, expertos advierten que, debido a los bajos niveles de precipitación registrados durante los últimos años, su impacto podría ser limitado si no se complementa con estrategias para recargar los mantos freáticos.

Otra medida destacada consiste en la potabilización del agua de la presa La Buena Mujer para conducir el líquido hasta la ciudad y distribuirla. Esta acción representa una alternativa viable para incrementar el suministro de agua potable, aunque enfrenta un obstáculo significativo: la sequía prolongada ha afectado severamente su almacenamiento actualmente conservado al 25 por ciento de su capacidad.

Simultáneamente se han impulsado soluciones enfocadas en mejorar la infraestructura y eficiencia en la distribución, entre ellas la instalación de tanques elevados de almacenamiento, una medida que permite optimizar el reparto del agua mediante la gravedad, porque reduce la dependencia de sistemas de bombeo costosos y vulnerables a fallas eléctricas. Tal estrategia ha sido implementada en diversas colonias con problemas de abastecimiento, pero logra mejorar la presión y regularidad del servicio en algunas zonas.

Además, el gobierno intensificó los esfuerzos para monitorear y reparar fugas en la red hídrica, problema que representa uno de los principales desperdicios en el estado. Se estima que hasta 40 por ciento del agua potable se pierde debido a filtraciones en tuberías deterioradas, conexiones clandestinas y deficiencias en la infraestructura. Con el fin de abordar esta situación, se han destinado recursos para la detección y corrección de fugas, aunque especialistas insisten en que la inversión en rehabilitar redes debería ser aun mayor ante un impacto significativo.

Pese a estos esfuerzos, la crisis hídrica permanece como una amenaza latente. Organizaciones civiles y expertos en gestión del agua señalan que, si bien las obras de infraestructura son necesarias, no resultan suficientes sin una regulación estricta del consumo, particularmente en el sector turístico e inmobiliario que demandan grandes volúmenes de agua.

“El problema no se resolverá sólo con más presas o tanques elevados. Es urgente establecer políticas que regulen el uso del recurso y que garanticen el acceso equitativo para la población local”, advirtió Flores López, especialista en control de agua potable.

El consumo de este recurso en los campos de golf y el turismo representa un reto significativo para Baja California Sur. La falta de regulaciones estrictas y registros detallados dificulta la correcta gestión del recurso. La sequía se agrava y el déficit en los acuíferos empeora, por lo que urge implementar estrategias sostenibles para garantizar el acceso al agua en el futuro. Es necesario un compromiso tanto del gobierno como de las empresas privadas para asegurar el equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación de los recursos naturales. 


Escrito por Rocío Casas .

Colaboradora


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