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Lagos de Cuitzeo y Pátzcuaro, ubicados en el corazón de Michoacán, están expuestos hoy a una severa crisis hídrica que arriesga el equilibrio ecológico de la región y amenaza la existencia misma de las comunidades dependientes de sus aguas.
La implacable sequía de los últimos años ha asumido el control de ambos lagos, borrado paulatinamente las imágenes de grandes masas de agua, desprotegido vastas extensiones de lecho lacustre y abatido refugios naturales, paisajes únicos e historias.
Los cada vez más bajos niveles de agua han obligado a las comunidades ribereñas a cuidar mejor la ya escasa agua potable, a suplir la pesca por otras actividades productivas y a enfrentar una situación socioeconómica en extremo precaria.
El nombre Pátzcuaro significa en español “puerta del cielo”, ya que los ancestros de los 26 pueblos purépechas que rodean el lago pensaban que éste era el lugar donde ascendían y descendían sus dioses.
La etnia mayoritaria en la región es la purépecha y es la más reconocida del estado; sus costumbres y tradiciones aportan la identidad genérica de Michoacán, así como la existencia de cuatro lagos: Cuitzeo, Pátzcuaro, Zirahuén y Queréndaro.
Pero actualmente éstos, en particular los dos primeros y más grandes, han sido afectados por la combinación de las actividades humanas y el cambio climático. En el lago de Pátzcuaro, la mayor disminución del nivel del agua se ha atribuido a la sobreexplotación con fines agrícolas, la urbanización creciente y también a los cambios en el patrón climático global.
De acuerdo con datos de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), el lago muestra una superficie de 260 kilómetros cuadrados y capacidad para albergar 550 millones de metros cúbicos de agua (m3), pero durante 2023, debido a la sequía, sólo dispuso de entre 15 y 40 por ciento de esta capacidad.
“El muelle San Pedrito se encuentra seco en estos momentos; el lago tiene una problemática fuerte desde hace cinco años. Uno de esos problemas se produce en el lado de Erongarícuaro, pues ahí dicen que son unas 50 pipas al día las que sacan agua para riego de aguacate, fresa, arándano y zarzamora.
“Se les ha querido hacer frente, pero ellos se defienden afirmando que tienen convenio. Incluso una vez, los de unas pipas sacaron pistolas para que los ribereños los dejaran surtirse del agua”, reportó a buzos la señora Morales, comerciante en el muelle Las Garzas del lago de Pátzcuaro.
El miércoles 21 de febrero se suspendió temporalmente el servicio de navegación de lanchas a comuneros y turistas por el bajo nivel de agua. Integrantes de la Cooperativa del Muelle General informaron que varias lanchas se vararon a ocho metros del muelle debido al bajo nivel del agua.
La Capitanía del Puerto informó que, cada año, el lago pierde 30 centímetros de profundidad. Esta situación ha preocupado a los habitantes de la ribera.
La señora Morales informó que hay proyectos para salvar el manto acuífero, entre ellos el de unos japoneses que prometen regresar el lago a sus niveles antiguos sin dañar la flora y fauna, a cambio de viáticos y los recursos económicos necesarios para solventarlo.
Sin embargo, no se explica la razón por la que no se efectúan; y como lo considera el más completo, cuestionó por qué el Gobierno Federal o el estatal no destinan recursos para concretarlo.
“Yo como comerciante y ribereña propongo juntar a todas las comunidades colindantes al lago para que suelten dinero, el que sea. Si uno pone cantidades fuertes para las fiestas de los pueblos, ¿por qué no poner para nuestro lago? Así se juntaría una cantidad grande y que eso sea destinado para el lago.
“Ya estando ahí el dinero, ahora le tocaría al gobierno hacer y también supervisar. Esto es trabajo en equipo; nosotros, como ribereños, supervisaremos que los trabajos se estén haciendo; y que el gobierno también ponga lo que le toca para que se realice el proyecto. De aquí comemos todos, el lago es nuestro sustento y está pidiendo a gritos ayuda”, alertó.
Baja el turismo en Pátzcuaro
Otra de las afectaciones derivadas del bajo nivel del lago de Pátzcuaro se resiente entre los lugareños dedicados a los servicios turísticos, entre ellos los lancheros, cuyos vehículos de navegación ahora no pueden con la misma cantidad de personas que antes.
José Manuel Vargas, habitante de la ribera de Pátzcuaro, asegura que el gobierno debe liberar obras de infraestructura pública que aún no ha desarrollado; y que rehaga “como se debe las que ha ejecutado con errores.
“Es urgente que se le dé funcionamiento a las plantas de agua para tratarla como debe ser, ya que sólo están como elefantes blancos porque no hay el dinero ni el interés para hacer el tratamiento. Las aguas nunca llegan tratadas al lago, no tratan ni el 30 por ciento del agua negra que entra al lago.
“La planta de San Pedrito es un elefante blanco. Es más, ninguna tratadora está funcionando al 100 por ciento; al lago le está entrando agua sucia de toda la población; y vaya que la población ha crecido; es una problemática muy grande; hay partes del lago que huelen horrible. Qué pena que el turismo vea que, en algunos lugares del lago, no hay agua; y que donde hay, huela como huele”, denunció.
José advirtió: “Ahorita, lo más hondo está del lado de Ucasanastacua. Creo que son cinco o seis metros de profundidad después de haber tenido unos 70 o 75 metros de hondo. Yo creo que los muelles tendrán que recorrer hasta donde queda el agua para que así los lancheros sigan trabajando y pescando”.