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FOTO Vladímir Grebnev/Sputnik
La URSS tuvo que pagar un alto precio para ganar el peor conflicto armado de la historia de la humanidad. Murieron más de 27 millones de soviéticos y vastas zonas desde el Báltico hasta el mar Negro quedaron literalmente calcinadas.
En la batalla contra la Unión Soviética, la Alemania nazi consiguió atraer recursos humanos y materiales de toda Europa. Junto con la Wehrmacht lucharon contra el Ejército Rojo tropas italianas, rumanas, húngaras y finlandesas, contingentes militares de España, Eslovaquia y Croacia, voluntarios de la Francia ocupada, el Benelux y los países escandinavos.
Durante la guerra, la URSS estuvo varias veces al borde del desastre militar. En el otoño de 1941, los alemanes se plantaron a las puertas de Moscú, y en el verano de 1942 estuvieron a punto de despojar al país de su "sangre de guerra": el petróleo.
La Unión Soviética no pudo respirar tranquila hasta el triunfo de la batalla de Stalingrado. Sin embargo, tuvo que soportar otros dos años y medio de sangrienta guerra.
Descubra cómo llegó el Ejército Rojo a su gloriosa victoria, qué duras lecciones tuvo que aprender por el camino y qué batallas decisivas se desarrollaron en la URSS y en Europa Oriental, Meridional y Central, tal y como las vieron los altos mandos militares y los soldados rasos de los bandos enfrentados,
1941: catástrofe de las fuerzas soviéticas y el colapso de la Blitzkrieg alemana
El 22 de junio de 1941 a las 4 de la mañana, las tropas nazis invadieron la Unión Soviética como parte de la operación Barbarroja, avanzando hacia las tres principales ciudades de Moscú, Leningrado y Kiev. El enemigo logró una sorpresa operativa y táctica casi total con su ofensiva.
Hubo grandes problemas con la disponibilidad de radiocomunicación en las tropas, mala organización de los cuarteles generales y control de tropas, unidades mal coordinadas, falta de experiencia en combate y errores del mando soviético, lo que provocaron duras derrotas del Ejército Rojo.
A pesar de la feroz resistencia de las tropas soviéticas, la Wehrmacht avanzó inexorablemente: el 24 de junio fue capturada Vilna, el 28 de junio Minsk, el 1 de julio los alemanes capturaron Riga, el 8 de septiembre se cerró el cerco alrededor de Leningrado y el 15 de ese mes se formó una gran "caldera" alrededor de Kiev. Parecía que no había nada que impidiera a los alemanes tomar Moscú, pero en las afueras de la capital se produjo un completo fiasco.
FOTO Iván Shagin/Sputnik
1942: la URSS al borde de la derrota
Como resultado de una repentina contraofensiva a gran escala del ejército soviético en Moscú, el aturdido enemigo se vio alejado varios cientos de kilómetros de la ciudad. La dirección política del país decidió que había llegado el momento de tomar la iniciativa en la guerra. Sin embargo, como demostraron los acontecimientos posteriores, era demasiado pronto para descartar a los alemanes.
En invierno-primavera de 1942, el Ejército Rojo intentó pasar a la ofensiva a lo largo de todo el frente, pero, al dispersar sus fuerzas, sólo consiguió avances limitados. Aunque los alemanes se vieron obligados a abandonar parcialmente sus posiciones, conservaron una importante cabeza de puente cerca de Rzhev, desde la que la Wehrmacht aún podía amenazar Moscú, rechazaron los intentos de retomar Leningrado y mantuvieron gran parte de la península de Crimea.
En mayo la ofensiva en la región de Járkov terminó en una catástrofe para la URSS, ya que unos 200.000 soldados soviéticos se encontraban en una "caldera". En gran parte debido a esta derrota, la Blitzkrieg alemana en el sur del país cobró una segunda vida.
1943: el gran punto de inflexión
Durante la batalla de Stalingrado, el Ejército Rojo fue capaz de convertir una derrota anticipada en una rotunda victoria. No sólo destruyó una gran agrupación alemana, sino que también aplastó a los aliados italianos, rumanos y húngaros de los nazis.
Apretados por las fuerzas soviéticas, los alemanes se retiraron de las orillas del Volga, del Cáucaso (despidiéndose para siempre del sueño del petróleo soviético) y abandonaron el saliente de Rzhevsky, eliminando por fin la amenaza que pesaba sobre Moscú. Además, aprovechando la situación, el Ejército Rojo rompió finalmente el sitio de Leningrado.
Con la estabilización del frente soviético-alemán en primavera, ambos bandos comenzaron a prepararse para una batalla decisiva en el saliente de Kursk. La ofensiva de la Ciudadela emprendida en verano fue el último intento de Hitler de recuperar la iniciativa en la guerra en el frente oriental.
FOTO Oleg Knorring/Sputnik
1944: Blitzkrieg a la manera soviética
Tras el triunfo en Kursk, los soviéticos no tuvieron freno. A principios de 1944 finalmente levantaron el sitio de Leningrado, y en primavera completaron la liberación de Crimea y de casi toda la margen derecha de Ucrania. El 26 de marzo el Ejército Rojo llegó a la frontera estatal de la URSS con Rumania.
En el verano de 1944 el Ejército Rojo demostró a la Wehrmacht que había aprendido todas las amargas lecciones de 1941 y que ahora podía utilizar eficazmente la estrategia de la Blitzkrieg. El 23 de junio, casi tres años después de que Alemania iniciara la invasión de la URSS, comenzó la operación ofensiva bielorrusa, también conocida como Operación Bagration.
En sólo dos meses, el Ejército Rojo avanzó rápidamente 550-600 km hacia el oeste, destruyendo 17 divisiones alemanas y liberando toda Bielorrusia y gran parte del este de Polonia. Las pérdidas totales alemanas ascendieron a cerca de medio millón de soldados.
1945: en la guarida de la bestia nazi
El Ejército Rojo comenzó el último año de la Segunda Guerra Mundial con intensos combates urbanos en Budapest, preparativos para la liberación de Varsovia y una ofensiva en Prusia Oriental. Maltrecho en 1944, el enemigo aún conservaba una preparación para el combate relativamente alta. A pesar de la pérdida de importantes regiones industriales y de casi todos los aliados clave, los alemanes estaban dispuestos a luchar hasta el final.
A principios de febrero, durante la ofensiva del Vístula-Oder, las tropas del 1er frente bielorruso del mariscal Gueorgui Zhúkov alcanzaron las afueras de Berlín, a sólo 70 km de la capital del Tercer Reich. Mientras se preparaba un ataque decisivo contra la ciudad, los alemanes lanzaron su última ofensiva a gran escala durante la guerra.
Unos 400.000 soldados alemanes y húngaros participaron en la operación "Despertar de primavera" cerca de los lagos Balaton y Wielenetz en marzo de 1945, pero sólo pudieron cortar la defensa soviética unas decenas de kilómetros. Tras el fracaso de la ofensiva alemana se abrió para el Ejército Rojo el camino hacia Viena.
El texto y las fotografías se publicaron originalmente en Russia Beyond con el titular: Cómo ganó la Unión Soviética la Segunda Guerra Mundial.
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Escrito por Boris Egorov .
Colaborador en Russia Beyond