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100 mil muertos
México es el país de América Latina y el Caribe (ALC) con la tasa de letalidad más alta entre las personas infectadas por el Covid-19 y el cuarto con mayor mortandad en el mundo.
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México es el país de América Latina y el Caribe (ALC) con la tasa de letalidad más alta entre las personas infectadas por el Covid-19 y el cuarto con mayor mortandad en el mundo. Casi un año después de que se descubriera la enfermedad, especialistas en el tema aseguran que las autoridades sanitarias del país siguen sin asimilar las experiencias de otras naciones que han sorteado mejor la crisis sanitaria.

El jueves 19 de noviembre, México sumó 100 mil fallecidos por Covid-19, cifra que solo superan otros tres países en el mundo: Estados Unidos (EE. UU.), 252 mil; Brasil, 168 mil; y La India, 132 mil (al cierre de esta edición). Desde que los científicos advirtieron que el Covid-19 podría generar una tragedia de magnitud mundial –como al final sucedió– las autoridades mexicanas desdeñaron los avisos de alarma de países como Italia, España y China, que entre enero y febrero concentraron el mayor número de contagios y muertes y decretaron el uso obligatorio de cubrebocas, aplicaron pruebas a la población en general, cerraron las fronteras y ordenaron el encierro obligatorio de sus poblaciones.

Desde que el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) confirmó el primer caso de Covid-19 en México, el jueves 27 de febrero, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que no cancelaría sus “mañaneras”, ni sus giras por el país. Y ante la insistencia de los periodistas que lo cuestionaron sobre las medidas que tomaría para prevenir el contagio, el titular del Ejecutivo federal respondió con despreocupación: “Miren, lo del coronavirus, eso de que no se puede uno abrazar... hay que abrazarse, no pasa nada”.

Pero ésta no fue la primera ni la última expresión polémica que López Obrador mostró con respecto a la pandemia. El 15 de marzo, cuando los contagios aumentaron a 53, en un evento público realizado en Guerrero, declaró: “Tengo mucha fe de que vamos a sacar a nuestro querido México, no nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias, nada de eso”.

El 18 de marzo cuando la Secretaría de Salud (SS) confirmó el primer fallecimiento por Covid-19. En ese momento, los gobiernos de Jalisco, Guanajuato y Yucatán decidieron suspender clases en las escuelas públicas; la ​Ciudad de México (CDMX) anunció la suspensión de actividades culturales y ciudadanas; incluso la Arquidiócesis de Toluca recomendó a sus feligreses no asistir a misa.

Pese a que la alarma cundía en gran parte del país, el Presidente protagonizó, ese mismo día, una de las escenas más recordadas en lo que va de su administración: con estampitas del Sagrado Corazón de Jesús en mano y ante la televisión nacional declaró que el Covid-19 se combatía con fe: “El escudo protector es como el detente (…) El escudo protector es la honestidad, eso es lo que protege, el no permitir la corrupción (…) detente, enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”.

Pero el “Corazón de Jesús” no ha logrado salvar a 100 mil mexicanos de la muerte. A decir de especialistas, la poca prudencia del Ejecutivo federal y su actitud irresponsable ante la pandemia del SARS-COV2 lo han hecho blanco de la censura internacional, pero sobre todo, han colocado al país en la posición número cuatro de mayor mortandad en el mundo y en la posición número uno de letalidad en ALC.

En México mueren 11 de cada 100 afectados por el Covid-19. Este 19 de noviembre, las muertes por la pandemia llegaron a 100 mil, aunque se sabe que podrían ser mucho más, pues al igual que en otros países, aquí solo se contabilizan los fallecimientos confirmados con pruebas de laboratorio y se descartan los que no ocurren en hospitales, es decir, en el domicilio de los pacientes; además de los casos de muerte catalogados por neumonía atípica, como lo documentó la BBC en su reportaje Cinco claves de la confusión sobre cuántos muertos ha dejado el Covid-19.

Campeón en mortalidad

Un estudio publicado por la Revista Panamericana de Salud Pública, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), analizó las acciones que los países latinoamericanos realizaron para contener la pandemia en los primeros 90 días de la emergencia sanitaria. Dicha revisión mostró que México fue el país con mayor porcentaje de letalidad, con el 11 por ciento; le siguieron Ecuador, con el 8.6 por ciento; y Brasil, con 6.2 por ciento. Las menores tasas se observaron en Venezuela, que registró 0.8 por ciento; y Costa Rica, el 0.9.

La OPS citó tres factores que han colocado a México en esta pésima situación. El primero, que el Gobierno Federal anunció que solo haría pruebas de Covid-19 a pacientes con cuadros graves y que solo el 10 por ciento de las personas con síntomas leves podrían acceder a ella. “Eso dejó al país con un universo reducido para medir letalidad y con una muestra de personas con alta probabilidad de morir”, explica la revista especializada.

El segundo factor tiene que ver con la estructura demográfica de los casos y las muertes. Con base en estudios de países europeos como España e Italia, puede deducirse que una gran proporción de la población adulta mayor contagiada provocó el aumento en la proporción de muertes y, por lo tanto, en la letalidad. El tercero está relacionado con la disponibilidad de recursos en salud para hacer frente a la pandemia. “En los sistemas con menores recursos de infraestructura y recursos humanos puede haber un mayor número de muertes”.

Un dato más revelador fue el que difundió el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades, que en su informe Exceso de Mortalidad, realizado de enero a septiembre de 2020, afirma que de cada 100 muertes registradas en el país, 72 fueron causadas por Covid-19.

Ninguno de estos datos ha afectado la estrategia del Presidente de la República y el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, el encargado de contener los estragos de la pandemia en México. De hecho, López Obrador aseguró que la pandemia era algo positivo para el país, como cuando el 26 de marzo anunció: “nos vino esto como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación de México”.

En su conferencia vespertina del 28 de febrero, López-Gatell incluso aseguró que el cubrebocas no servía para prevenir el contagio, por lo que no era necesario su uso. “No se necesita tener cubrebocas en este momento y posiblemente tampoco si llegáramos al episodio tres. El cubrebocas convencional, que es este elemento de tela azul con una pequeña liga, no sirve para protegernos de infecciones respiratorias, incluido el coronavirus. No sirve”.

Se tuvo que desdecir cuando México se vio obligado a reactivar su economía y a poner en marcha el plan para una “nueva normalidad”, que ha implicado mayor circulación y la vuelta al trabajo de millones de mexicanos. López-Gatell publicó el 23 de mayo, en su cuenta de Twitter: “En el tránsito a la ‘nueva normalidad’, el cubrebocas será una medida auxiliar para evitar la propagación de Covid-19”.

Contradicciones como éstas han marcado la gestión de López-Gatell, que ha resultado ineficiente y lo ha exhibido como un profesional poco interesado en sacar al país de la emergencia sanitaria y solo preocupado en no contradecir nunca a López Obrador, aun en situaciones en las que esto era necesario. Un ejemplo de esta actitud servil se dio el 16 de marzo, cuando indicó que éste no tenía por qué usar cubrebocas: “La fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio”.

Esta forma de proceder ha generado críticas nacionales e internacionales contra el Gobierno mexicano. El diario suizo Der Bund publicó, en su portada del 17 de marzo, una foto del Presidente saludando de mano y sin cubrebocas a una multitud de adeptos en Guerrero, que tampoco llevaban protección de ningún tipo. El texto se tituló Donde es más peligroso el coronavirus y fue firmado por Sandro Benini, quien criticó el desdén de López Obrador hacia las recomendaciones de otros países y de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de cancelar eventos públicos y multitudinarios.

“Obviamente no lo entendió. En un viaje de fin de semana por el estado mexicano de Guerrero, el Presidente de México, López Obrador, abrazó y besó a sus seguidores como si nada fuera a suceder. Dijo cosas involuntariamente graciosas, (como que) en un país sin corrupción, siempre hay dinero para combatir la enfermedad con éxito. Y una nación con una cultura tan venerable como México está de todos modos preparada. Ésa es la locura desatada, la irresponsabilidad galopante”, publicó el medio suizo.

El gobierno no solo no impuso el uso obligatorio de mascarillas desde el inicio de la pandemia ni aumentó el número de pruebas ni mejoró las condiciones del sistema de salud. En junio, cuando la OPS advertía sobre el avance del virus y se entraba al pico de contagios, las autoridades mexicanas decidieron concluir la Fase Tres de la contingencia y poner en marcha la “nueva normalidad” para reactivar la economía del país.

El plan consistía en reabrir escalonadamente, mediante el uso de “semáforos”,  las diferentes actividades económicas, sociales y educativas del país. “Hay que vencer el miedo a salir y hacerlo poco a poco”, fueron las palabras del Presidente; pero en esas condiciones, la “nueva normalidad” fue la peor decisión. En solo 36 días, los contagios crecieron el 189 por ciento y las muertes el 213 por ciento, según el propio gobierno.

Médicos, víctimas entre las víctimas

México también es campeón en otro rubro: el de muertes del personal sanitario por Covid-19. La Dirección General de Epidemiología declaró que, en ocho meses, se han infectado 140 mil 196 profesionales de la salud y han muerto mil 884. A decir de su director general, el mayor número de defunciones se ubica en la CDMX, el Estado de México, Veracruz, Puebla, Tabasco, Jalisco, Tamaulipas, Guanajuato, Sonora y Nuevo León.

En el reportaje Entendiendo las muertes de trabajadores de salud mexicanos por Covid-19, la revista británica The Lancet reveló que el personal sanitario mexicano encabeza la lista de fallecidos. Esta información se publicó en septiembre, cuando México registraba el fallecimiento de mil 320 trabajadores de la salud.

“Algunos puntos de la estrategia de México frente al coronavirus, así como la carencia de equipo de protección para los trabajadores de la salud, podrían ser los causantes de estas cifras (…). El país ha seguido una estrategia de no realizar pruebas de manera amplia o de rastreo de contactos, sino monitorear la capacidad de los hospitales para informar sobre la relajación de las restricciones”, aseguró el medio británico.

La investigación de The Lancet se basó en un informe editado por Amnistía Internacional (AI) sobre el personal menos protegido en el mundo: “Es revelador que una encuesta de trabajadores de la salud en México mostró que casi la mitad no recibió EPP (equipo de protección personal) en el trabajo”, explicó a la agencia Reuters la directora de AI-México, Edith Olivares.

En su conferencia de prensa, el subsecretario López-Gatell negó que ésas fueran las circunstancias en las que labora el personal médico y aseguró que AI y The Lancet incurrían en francas mentiras:

“Me llamó la atención ver una nota de una famosa revista británica; es una noticia, no un artículo científico, que habla sobre México y asume cosas… relatan con mucha soltura las características de la respuesta en México, e incurren en francas mentiras, como decir que tenemos una política de no realizar pruebas o no rastrear contactos. Y hemos hablado aquí, en más de 201 ocasiones, del papel que juega el rastreo de los contactos para interrumpir las cadenas de transmisión”.

En una entrevista con la BBC, el vocero de la Unión Nacional de Trabajadores por la Salud de México, Rafael Soto advirtió que, aunque su situación ha mejorado un poco desde el inicio de la pandemia, el personal médico continúa reclamando mejoras en sus condiciones de trabajo para disminuir su vulnerabilidad ante el virus. “Sigue muriendo mucho compañero. Todos conocíamos gente con la que cruzábamos cada día en el hospital y ya no está”, denunció el vocero.

A pesar de la crisis sanitaria y el peligro por el que atraviesa el personal médico, el 13 noviembre, 305 diputados federales aprobaron el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2021, que incluye una reducción en el gasto del sector salud. Éste dispondrá de un presupuesto funcional de 314 mil 710 millones de pesos (mdp), cifra menor a los 319 mil 345 mdp que tuvo en 2020, equivalente al 1.5 por ciento, a decir del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Los institutos Mexicano del Seguro Social (IMSS) y de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores (ISSSTE) tendrán recortes del 1.5 y 1.8 por ciento respectivamente.

“Aunque los recursos para IMSS e ISSSTE crecen, esto se debe a las pensiones, no a que se vaya a gastar más en salud”, explicó la citada institución de análisis. Para el IMCO, este presupuesto no está pensado para atender la crisis sanitaria por la que atraviesa el país; por el contrario, “es inercial y está enfocado en financiar los proyectos prioritarios de la actual administración sin que exista la certeza de que se trata de las apuestas adecuadas que requiere el país”.

El recorte en el gasto público de 2021 fue aprobado solo dos semanas después de que el Congreso de la Unión, con el respaldo de los diputados morenistas, declaró la extinción de 109 fideicomisos, entre ellos el Fondo de Salud, para recuperar 33 mil mdp que supuestamente serán destinados a la atención de la emergencia sanitaria generada por el Covid-19.

A través del titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Arturo Herrera, el Gobierno Federal anunció que pagará cerca de siete mil mdp para la adquisición de la vacuna contra el Covid-19. El pasado 21 de octubre, Herrera había asegurado, en la Reunión Nacional de Consejeros Regionales de BBVA México, que el PEF 2021 contemplaría un aumento del nueve por ciento en salud pública para este gasto.

Sin embargo, el PEF 2021 no incluye ningún rubro donde se precise cuánto gastará el Gobierno Federal en la compra de dosis para combatir el SARS-COV2. El documento solamente explica que dos mil 491 mdp serán destinados a la adquisición de vacunas del cuadro habitual aplicado por la SS: varicela, papiloma humano, sarampión, hepatitis, tétanos y difteria, entre otras enfermedades.

Cuando el 18 de marzo, la SS informó sobre el primer fallecimiento por Covid-19, Italia registraba mil 809 muertos; España, 288; y China, tres mil 203. Ocho meses después, mientras México llega a los 100 mil muertos y más de un millón de contagiados, China, que ha logrado casi vencer a la pandemia, apenas registra cuatro mil 634 muertes.

Italia y España contuvieron los fallecimientos en 44 mil y 40 mil, respectivamente. En México, las muertes siguen al alza.


Escrito por Adamina Márquez Díaz

Directora editorial de buzos. Egresada de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación por la UNAM.


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