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En medio del momento más duro de la pandemia en México, el presidente publicó un ensayo titulado “La nueva política económica en los tiempos del coronavirus”. Pero el título es engañoso. El documento de 30 páginas es, en realidad, una reformulación de los mismos planteamientos que AMLO ha repetido hasta el cansancio desde su campaña presidencial, con un añadido especial: tratar de dar sustento a su afirmación reciente de que el crecimiento económico es secundario y que lo fundamental es la felicidad y el bienestar del pueblo, afirmación que realizó tras confirmarse la contracción de la economía en el primer trimestre del año (además de la ocurrida en 2019). Sin embargo, el objetivo de este artículo no es demostrar las falacias lógicas, inconsistencias y mentiras abiertas* presentes en el documento, pues esto ya se ha hecho en múltiples ocasiones por varios investigadores, sino demostrar que el presidente miente con respecto al manejo económico que su gobierno ha hecho durante la pandemia.
Ayudando a AMLO a ordenar sus ideas, el mensaje se puede sintetizar de la siguiente manera:
México ha sido exitoso en el manejo de la pandemia.
El éxito se debe, entre otras cosas, a la reducción en la movilidad de los mexicanos, es decir a que se han quedado en casa.
Los mexicanos se han podido quedar en casa por: a) la política social que ya estaba implementando el gobierno federal, y b) las medidas extraordinarias que se han implementado a partir de la crisis.
A continuación, demostraremos que a) y b) del punto 3 son falsas. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar los siguientes puntos:
No hay evidencia para respaldar la afirmación de AMLO acerca de la reducción en la movilidad de las personas. A finales de abril, México era el país de América Latina donde menos había reducido la movilidad de las personas (55%), mientras que Argentina había sido el más exitoso en esto con el 88% (DW, 28/04/2020).
Aun tomando por ciertos los datos que provee el gobierno federal acerca de contagios y decesos, estos no permiten afirmar que el manejo haya sido exitoso. Al momento de escribir estas líneas, de acuerdo con las cifras oficiales, México cuenta con 41,144 casos de coronavirus (número 16 a nivel mundial) y siguen creciendo, con 5,045 decesos (una tasa de mortalidad del 12.3%).
Finalmente, es necesario tratar de entender la lógica detrás de las medidas extraordinarias que se están implementando en todo el mundo a raíz de la crisis. El estallido de la pandemia representa un choque a lo que los economistas llaman “la oferta”, es decir la producción, en tanto que las actividades consideradas no esenciales se han detenido. El efecto inmediato es que las personas que laboran en estas actividades ven su ingreso (salario) mermado o definitivamente perdido. Pero, dado el carácter anárquico del mercado, esto desencadena otros problemas: la caída en los ingresos de quienes laboran en estos sectores significa menor demanda por el resto de productos: esto significa menos ventas y ganancias, incremento de los despidos y, por lo tanto, una mayor pérdida en el ingreso. Estas dinámicas implosivas, en realidad, están en el corazón del capitalismo y suceden regularmente, con o sin pandemia: son las formas por medio de las cuales se elimina la sobreproducción de capital que obstaculiza la acumulación. El Estado puede implementar medidas para retardarlas o atenuar sus efectos, pero nunca evitarlas por completo.
En este contexto, las medidas extraordinarias se vuelven necesarias para, al menos, dos cosas: la primera, compensar total o parcialmente el ingreso perdido de las personas, especialmente aquellas que dependen de su ingreso cotidiano para subsistir, pues el choque puede poner en riesgo la seguridad alimentaria de sus hogares, ya de por sí bastante frágil; un programa nacional de distribución de alimentos para estos hogares sería lo mínimo necesario. Y la segunda, evitar que se desencadene la espiral recesiva por la caída de la demanda agregada.
Dicho esto, pasemos a la primera afirmación de AMLO:
La política social del nuevo gobierno ha sido la base para que la gente pueda quedarse en casa
AMLO afirma que “millones de beneficiarios de esos programas han podido permanecer en sus viviendas porque disponen de un ingreso que les permite solventar al menos las necesidades más acuciantes” (p. 5).
Ante este razonamiento sería posible lanzar una avalancha de datos, pero basta decir lo siguiente: el gasto que el gobierno destina a programas sociales es menor que el de los años 2009-2016 (Jaramillo, 2020). Con respecto a la asignación del presupuesto, son relevantes dos puntos: el primero, que se reasignó presupuesto de las becas de educación básica (-50 %) a educación media superior (+70%) y superior (+74%), lo que representa un empeoramiento en la redistribución, pues los hogares más pobres tienen menos hijos en estos niveles educativos; el segundo, se eliminaron los componentes alimenticios y de salud que eran parte del desaparecido PROSPERA. Estos componentes podrían desempeñar un papel importante en la crisis actual.
A esto hay que agregar los siguiente: antes de la pandemia, 60 millones de mexicanos ya eran pobres por ingresos y la mitad de los hogares dependía de su ingreso diario para vivir (ENIGH 2018); en el contexto de la crisis, el ingreso de esas personas —sobre todo el de aquellas que laboran en el sector informal— se verá reducido drásticamente, lo que se traducirá en millones de nuevos pobres: 10 millones estima el CONEVAL, 12 millones la CEPAL y 21 millones el Centro de Estudios Espinosa Yglesias.
Así pues, la política social del gobierno actual no solo no representa ninguna novedad, sino que es incluso menos cuantiosa que la de sexenios pasados, por lo que resulta casi imposible que, dada la disminución de ingresos, la gente pueda quedarse en sus casas. Además, esta receta de transferencias monetarias ha sido un fracaso incluso en tiempos de crecimiento económico. ¿Qué nos puede hacer pensar que será un éxito en medio de la crisis económica más grande desde la Gran Depresión de 1929?
2. La inyección de recursos en respuesta a la pandemia es suficiente
AMLO afirma que “a partir de la pandemia del coronavirus decidimos reforzar los apoyos sociales, ampliando el presupuesto destinado a la gente. En este mes de mayo tenemos contemplado bajar recursos por alrededor de 120 mil millones de pesos (…) Con esta inyección de recursos, rápida y directa a las familias se está fortaleciendo la capacidad de compra o de consumo de la gente y con ello podremos reactivar pronto la economía” (p. 8).
En primer lugar, no es claro cómo se conecta el fortalecimiento del poder de compra con la reactivación de la economía. Pero de estos razonamientos está lleno el documento y no vale mucho la pena perder el tiempo en ellos. Lo que es importante es que el gobierno presenta esa inyección de recursos como suficiente, pero no es así.
Para verlo, podemos comparar las medidas tomadas por el gobierno mexicano con la de otros países. Para que la comparación sea adecuada, tomaremos como referencia a los países de América Latina que tienen economías similares —tanto en tamaño como en composición— a la de México. Sería erróneo comparar las posibilidades de la economía mexicana con la de los países imperialistas como Estados Unidos o los de Europa occidental.
Lo que encontramos en esta comparación es que solamente las Islas Bahamas tienen un plan más pequeño en relación con el tamaño de su economía. De acuerdo con el resumen elaborado por el Fondo Monetario Internacional, el paquete implementado por México representa aproximadamente el 0.7 % del PIB. Esto contrasta con países como Perú, Chile y Brasil, donde los paquetes son el 12, 10 y 6.4 por ciento del PIB respectivamente. Pero el paquete económico mexicano también se queda corto con respecto a los países de Centroamérica como El Salvador, Panamá y Guatemala, cuyos paquetes económicos están cerca del 4% del PIB.
Ahora bien, estos datos no son suficientes para demostrar que el plan económico de México es insuficiente e inadecuado. AMLO bien podría argumentar que esos países están desembolsando esas cantidades de recursos para rescatar a los de arriba, endeudando estrepitosamente a sus países, y que el gobierno mexicano está salvando a los de abajo y a los de en medio sin contraer deuda. No es el objetivo aquí demostrar la falsedad de la proposición de AMLO acerca de que México no se va a endeudar. Basta señalar que la deuda crecerá, con o sin aumento del gasto público, en tanto que la recesión representa una caída sustancial de los ingresos del gobierno. Así que, incluso manteniendo constante el gasto, habrá déficit fiscal y, por lo tanto, deuda. Más aún: mientras más pronunciada sea la recesión, mayor será la caída en los ingresos del gobierno y por lo tanto mayor será la deuda.
Independientemente de eso, aquí argumentamos que las medidas del gobierno de AMLO son inadecuadas e insuficientes si se les compara con las de otros países. En México hay una sola medida extraordinaria: el otorgamiento de entre 2 y 3 millones de créditos a la palabra a pequeñas y medias empresas por un monto de 25 mil pesos. Hay varios problemas con esta política, entre ellos los siguientes:
Dada la magnitud de la recesión, es poco probable que las empresas puedan pagar el crédito, aun cuando no se cobren intereses.
El monto de 25 mil pesos será especialmente complicado de pagar para empresas con menos de 5 empleados, y es absolutamente insuficiente para empresas con más de 5 empleados.
El monto también es insuficiente si observamos su alcance total: solo llegarían a 1 de cada 10 negocios (Animal Político, 08/05/20).
La asignación se hará con base en el llamado “Censo de Bienestar”, un ejercicio opaco y nada transparente, en donde no se contabilizó a todas las familias mexicanas que necesitan de un programa social.
A estos cuatro puntos habría que agregar la clasificación moralista que el gobierno hizo de empresas “responsables” e “irresponsables”, basada en si estas despidieron o no a trabajadores al inicio de la pandemia. Incluso ignorando las inconsistencias técnicas de esta operación, en esta acción el gobierno vuelve a demostrar su incomprensión absoluta acerca del funcionamiento del modo capitalista de producción, un sistema económico que se rige por la búsqueda de ganancias o el autoincremento del valor invertido, y que el dueño de la empresa no hace más que plegarse lo mejor que puede a esta lógica, puesto que no tiene otra opción en un ambiente competitivo. Esto es aún más crítico en el caso de las empresas informales, que, más que unidades en permanente crecimiento y desarrollo, son pantanos de subsistencia, en donde un choque imprevisto puede representar su muerte inmediata. De tal forma que el gobierno, al hacer una clasificación moralista de las empresas, termina excluyendo injustamente a las empresas más débiles, que menos capacidad de aguantar choques externos tienen.
Por lo demás, resulta curioso -por no decir hipócrita- que el énfasis de AMLO con respecto a evitar la deuda (que ya vimos que no es el caso) aplica para el gobierno, pero no para los millones de mexicanos que laboran en pequeños y medianos negocios, a quienes lo único que se les ofrece es endeudarse por tiempo indefinido.
Por último, veamos rápidamente las medidas que han implementado otros gobiernos de América Latina. El Banco Mundial clasifica las distintas medidas en:
Financiamiento de deuda
Apoyo al empleo
Impuestos
Costos de negocios
Demanda
Ambiente de negocios
Consejo a negocios
Otros
Los más importantes para hacer frente a la crisis y los más usados a nivel mundial y en América Latina son las categorías que van del 1 al 5. De todas estas medidas, el gobierno mexicano solo está aplicando dos de ellas: el financiamiento de deuda (los créditos que ya discutimos) y el apoyo al empleo. Sin embargo, esta última se refiere al anuncio del gobierno mexicano acerca de la concesión del pago de créditos a la vivienda por medio del Infonavit, que en realidad guarda muy poca relación con la crisis actual. En los hechos, cientos de miles de empleos se están destruyendo en México y la pobreza laboral crece. En contraste con otros países de América Latina, que aplican medidas en las categorías del 1 al 5, México no pospone, reduce o concesiona el pago de impuestos o servicios (categoría 3), no subsidia a los negocios afectados para que no despidan trabajadores (categoría 4) y no evita la caída de la demanda agregada aplicando transferencias extraordinarias que compensen la pérdida en los ingresos de los trabajadores, como sí se está haciendo en muchos países de América Latina. Pero esto ya sería mucho pedir: no se está haciendo nada para evitar que el hambre se expanda entre los mexicanos que viven al día. Un programa nacional de distribución de alimentos sería lo mínimo necesario que un gobierno que se dice de izquierda debería aplicar.
Conclusión
En este artículo se ha demostrado que las afirmaciones de AMLO con respecto al manejo económico por la crisis del coronavirus son falsas. La política social de este gobierno no representa nada extraordinario con respecto a lo que había en sexenios pasados: en todo caso es menor y, por lo tanto, no puede explicar el supuesto éxito del gobierno para asegurar que las familias puedan quedarse en casa. En segundo lugar, mostramos que el gobierno mexicano tiene el segundo paquete económico más pequeño de América Latina y que la única medida que está implementando —los créditos— es insuficiente e inadecuada.
Ahora bien, ¿cuál es el objetivo de refutar a AMLO por enésima vez? Uno solo: aportar más elementos que le muestren al pueblo, es decir, a todas las clases sociales explotadas u oprimidas, que el gobierno de López Obrador lo ha dejado totalmente solo en uno de los momentos más duros en la historia de nuestro país. La consecuencia es inmediata: no se puede apoyar a quien te abandona en momentos de crisis. Lo que sigue es, pues, acelerar la consolidación y educación de una organización política popular para que lo más pronto posible, tome el poder político del país e inicie, de una vez por todas, la transformación radical que los tiempos demandan.
El autor es economista por El Colegio de México e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
*Una muestra: en la página 12 afirma que “aún con la crisis por la pandemia del COVID-19, la recaudación del primero de enero al 15 de mayo fue de un billón 597 mil 097 millones de pesos; o sea, 4.9 por ciento superior en términos reales al mismo periodo del año pasado”. Sin embargo, de acuerdo con el Informes sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública, la recaudación tributaria en los primeros 6 meses de 2019 fue de 2,029,655.1 millones de pesos. Es decir, la recaudación fiscal este año ha sido 6.8% menor aún sin contar la inflación.
Bibliografía y referencias
Jaramillo-Molina, M. (2020). ¿Una nueva política social?: cambios y continuidades en los programas sociales de la 4T.
Los insuficientes microcréditos para afrontar la crisis en México, en Animal Político (08/05/2020) https://www.animalpolitico.com/el-ronroneo/los-insuficientes-microcreditos-para-afrontar-la-crisis-en-mexico/
De Argentina a México: ¿dónde se respeta más la cuarentena por coronavirus?, en DW 28.04.2020 https://www.dw.com/es/de-argentina-a-m%C3%A9xico-d%C3%B3nde-se-respeta-m%C3%A1s-la-cuarentena-por-coronavirus/a-53274566
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Escrito por Jesús Lara
Licenciado en Economía por El Colegio de México. Doctorante en Economía en la Universidad de Massachusetts Amherst de EE.UU.