Cargando, por favor espere...
En una conferencia sobre la dialéctica como método de investigación, impartida por el ingeniero Aquiles Córdova Morán a académicos especializados en ciencias naturales y ciencias exactas, a la que acudieron también estudiantes de economía, historia y estudios latinoamericanos, el ponente puso el acento en la importancia de la religión en el desarrollo de la humanidad. Entre los argumentos que encadenó en su defensa, llegó incluso a decir que la religión no siempre fue el arma de los poderosos para someter a los débiles, que la religión es una creación popular, que está enraizada en la gente porque es una expresión de sus necesidades. Llama la atención que un marxista-leninista se pronuncie en defensa de un fenómeno al que generalmente los marxistas han llegado a referirse como al opio del pueblo.
La reflexión del ingeniero Aquiles Córdova forma parte, sin embargo, de la tradición más humanista del materialismo histórico, de una lectura de los acontecimientos desembarazada de la ortodoxia soviética y del flanco positivista y mecanicista que se puede interpretar a partir de una lectura dogmática y parcial de algunos de los textos de Marx. En consecuencia, hemos de tratar de entender cuál fue la posición de Marx en torno a la religión y cuál es la interpretación que el materialismo histórico ha hecho de ese fenómeno y en qué se diferencia de otras corrientes de pensamiento.
Hablando en términos marxistas, la religión fue una necesidad histórica. Un elemento ineludible para el discurrir de la historia humana. La prueba es que no existen civilizaciones masivas irreligiosas o ateas. La religión no fue asunto particular de individuos ignorantes, fanáticos o fundamentalistas. Sin la religión, las civilizaciones habrían sido incapaces de afrontar los procesos de incertidumbre que dominaron la conciencia de los individuos.
Así, como la religión se había incrustado en el ADN de las sociedades, aplicar un programa antirreligioso radical fue uno de los objetivos de la Ilustración, ejemplo de ello fue la Revolución Francesa, que luchó por derrotarla. Esa actitud antirreligiosa no dio los resultados esperados. La gente no se durmió creyente y se despertó atea. Antes bien, enardeció la fe intransigente de los individuos. Al negarse la existencia de su dios, se conformaron milicias recalcitrantes para la restauración del antiguo régimen.
En cambio, la actitud del materialismo histórico fue diferente y mucho más reflexiva. En alguna parte de El Anti-Dühring, Engels comenta que la matanza de curas sólo generaba más y más fieles partidarios de las religiones.
El materialismo histórico es radicalmente ateo, es cierto, pero el matiz que lo distingue de la crítica de la Ilustración clásica es no sólo importante, sino determinante. Marx entiende que la religión cumple una función práctica e insustituible en un mundo dividido en clases sociales, donde la opresión y la explotación son la moneda corriente y los desposeídos del mundo son los que sufren en carne propia los peores oprobios inimaginables. La religión cumple la función de la ilusión, pero también de la denuncia de las injusticias del mundo, por eso es el opio del pueblo, porque atenúa y evade en la conciencia el impacto de las condiciones materiales reales que, en otras circunstancias, atentarían contra la estabilidad mental de los individuos.
Por eso no se trata, según Marx, de quitar la ilusión a la gente, sino de mejorar las circunstancias materiales que urgen la necesidad de esa ilusión. La Ilustración pretende prácticamente lo contrario: arrancar las flores imaginarias para que soportemos las cadenas sin ilusiones ni consuelo. En otras palabras, el mundo construido por la ilustración, después de desembarazarse de la pesada carga de la religión, como diría Reyes Mate, son ruinas que poco tienen que ver con el mundo prometido. Nos hemos arrancado las cadenas de las ilusiones prometidas, pero no nos hemos liberado. Marx, como vimos, propone el itinerario opuesto.
Quien quiere cambiar el mundo se somete a un trabajo de doble tipo.
Su obra no no tiene hoy la difusión que merece; sobre ella se cierne esa conjura del silencio que siempre ha intentado acallar a quienes contradicen el ideario y la tradición dominantes.
América Latina es la región más desigual del mundo.
Los antidialécticos asumen en definitiva que la filosofía de la dialéctica no sirve de nada o en todo caso de casi nada. Más todavía...
El ser humano ha entendido las diferentes formas de vida a través de la observación, distinguiendo las similitudes y diferencias de los organismos.
El filósofo griego Parménides fue el primero en usar el pensamiento lógico deductivo para establecer la verdadera naturaleza del mundo.
El libro invoca con frecuencia el índice de oportunidad, el cual plantea que si todos los individuos murieran a la misma edad y tuvieran el mismo número de hijos no habría selección natural porque ésta es propiciada por la mortalidad.
El Siglo XVII fue el gran viraje en la exploración humana: varios reinos se adueñaron de los océanos Atlántico y Pacífico y Oceanía (Australia y Nueva Zelanda) y de buena parte de las regiones de India y China...
El expresidente Andrés Manuel López Obrador describió al humanismo mexicano como una combinación de justicia social, desarrollo económico con bienestar y valores comunitarios.
Empresarios y trabajadores han comenzado a abandonar el puerto de Acapulco, en Guerrero, tras un año del huracán "Otis".
En nuestros días se piensa a la filosofía como cosa de místicos, como si hablara de cosas que no tienen que ver con lo real. ¿De dónde salió dicha concepción? Herzen, un importante populista ruso, cree que esto se debe...
La educación es uno de los procesos que contribuyen a que las personas se formen como seres humanos y como seres sociales y políticos.
Irán saliendo fritos y refritos, intentonas que seguirán haciendo todo lo posible para manchar el pensamiento y obra del hueso duro de roer, pues la consigna es muy clara: impedir el retorno de Lenin.
La ideología cumple un doble objetivo: aliviar la consciencia de los hombres y someterlos a las exigencias de un sistema que requiere de ellos trabajo y obediencia.
Lafargue llega al objetivo central de su alegato en El derecho a la pereza: la reducción de los horarios de trabajo que en esa época prevalecían en Europa y el mundo.
México sin soberanía energética y Pemex endeudada
Vecinos de Iztapalapa bloquean Calzada Ignacio Zaragoza
Gaseros aplazan paro nacional; buscan aumento de 4 pesos
Indiferencia legislativa, rechazan supervisión a escuelas en ruinas
Hugo Aguilar Ortiz lidera la carrera para presidir la SCJN
Continúan afectaciones por lluvia en el Valle de México
Escrito por Aquiles Celis
Maestro en Historia por la UNAM. Especialista en movimientos estudiantiles y populares y en la historia del comunismo en el México contemporáneo.