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Lo que le pedimos a la Guadalupana
El 12 de diciembre sigue siendo una fecha muy arraigada entre los mexicanos, si bien la cantidad de católicos viene disminuyendo.
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El 12 de diciembre sigue siendo una fecha muy arraigada entre los mexicanos, si bien la cantidad de católicos viene disminuyendo. La última cifra del censo de 2010 reveló que hasta ese año había 82.9 por ciento de católicos.  La religión católica sigue siendo la preponderante en el país. El 12 de diciembre se celebra la “aparición” de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, ocurrida en el año 1531, justo cuando habían pasado 10 años de la conquista y la devastación de las culturas mexicanas.

La aparición de la Virgen fue un catalizador para acelerar el proceso de evangelización, ya que los grupos naturales de estas tierras se resistían a abandonar sus creencias y sus dioses. El milagro guadalupano tuvo el efecto esperado, rápidamente se convirtió en refugio de los afligidos y atribulados mexicanos que no solo sufrían bajo el yugo español, sino padecían las enfermedades que éste trajo consigo. Más tarde, Hidalgo utilizó la imagen para llamar a la independencia de México, convirtiendola en unos de los símbolos de la nacionalidad mexicana.

Hoy las cosas se complican cada día más y los oprimidos de la patria, los que padecen un sinfín de injusticias y de carencias, buscan en la Guadalupana algún milagro y cada año peregrinan, desde todos los rincones de la geografía nacional, para venerar a la Virgen en el Cerro del Tepeyac. Los grupos de peregrinos están formados principalmente por gente joven de los estratos sociales más bajos; son ríos de jóvenes que a caballo, en bicicletas, o simplemente caminando, tratan de llegar puntuales el día 12 de diciembre; para ello toman todo tipo de previsiones, como juntar recursos económicos, organizarse con otros vecinos y dedicar a su viaje los días que sean necesarios.

Ir de peregrino no es sencillo, aun cuando se vaya a pie, pues implica varios gastos y riesgos en el camino. Pero la fe que se pone en esta actividad no puede pasar desapercibida por los estudiosos de los fenómenos sociales, porque si esta misma fe se pusiera en la solución de los problemas que nos agobian muchas cosas cambiarían. Por otro lado, los medios de comunicación le dan mucha difusión y cobertura, pues conviene así a sus intereses y les permite permutar la fría realidad, y la identidad de los verdaderos culpables de la mala situación que se vive en el país, por la inocencia y buena fe de la gente.

La Guadalupana, sin pretenderlo, se convierte en un buen indicador de lo que le duele al pueblo mexicano, pues los fieles solicitan favores totalmente mundanos y terrenales; y no es para menos, de los efectos de la pobreza, la violencia y la incertidumbre política de nuestros días. A la Guadalupana se le pide salud, o la cura de alguna enfermedad, porque los servicios de salud no alcanzan para todos, su calidad es mala y más del 80 por ciento de la población se encuentra sumergida en la pobreza ¡Qué fácil es enfermarse! Pero qué difícil es curarse; y a veces hasta imposible, porque la pobreza deja estragos irreversibles, los medicamentos y los estudios clínicos son muy caros.

Esto va de la mano con los bajos salarios y el escaso empleo: un 43.6 por ciento de los mexicanos vive con hambre, como en el cuento Macario de Juan Rulfo, donde el personaje siempre tiene hambre y pide a la Virgen que el dinero rinda y los alimentos no falten en su mesa. El empleo es una petición importante a la Virgen. Tener trabajo en estos tiempos es una bendición, ya que el 70 por ciento de los que trabajan, es decir, la mayoría, se encuentra en situación vulnerable, porque su empleo es informal y precario o está desempleado. ¿Qué se le deja a la gente que requiere de un ingreso honrado? ¿Orillarla a la delincuencia o la migración?

Los años pasan, las cosas se complican y la esperanza de que se cumplan los favores de la Virgen se ven cada vez más lejanos. Más ahora, que el nuevo gobierno pretende jugar con la moral y conciencia de los mexicanos, con su nueva constitución, con la que está creando una gran confusión, pues ahora ya no sabemos qué es mejor: pedir favores a la Guadalupana o ser cobijados por el manto protector del gobierno de la Cuarta Transformación. El único problema es que al paso que vamos nos están vendiendo la idea de que los malos serán los buenos y que los buenos seremos los malos. ¿Será que ha llegado la hora de usar nuestra fe para organizarnos y trabajar en un cambio verdadero?


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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