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México se ha convertido en un país violento e impune. La política de “abrazos, no balazos” representa un completo fracaso. Los mexicanos asistimos a una escalada de violencia no vista antes. No hay día en que los noticieros no reporten balazos, muertos, asesinatos, desaparecidos, secuestros, etc., con el agravante de que, desde Palacio Nacional, estos hechos violentos y las “masacres” no son difundidos y se afirma que “vamos bien”.
Los mexicanos no debemos normalizar la violencia; es decir, no debemos acostumbrarnos a las noticias que difunden desaparecidos y muertos descabezados o desmembrados, etc. Estas informaciones deben generarnos asombro, molestia, rabia y una profunda disposición para cambiar las cosas. Debemos sensibilizarnos y disponernos a cambiar el modelo económico y político por uno distinto y mejor, en el que la violencia sea eliminada con la participación consciente del pueblo mediante el ataque directo a sus raíces socioeconómicas.
“Un comando de 20 personas armadas entran a un balneario en Guanajuato y matan a siete personas, entre ellas a un menor”; “dos hombres y una mujer, que asistieron a una consulta médica en la Ciudad de México (CDMX), fueron reportados desaparecidos; sin embargo, al día siguiente se encontraron muertos en el estado de Morelos”; “al concluir un evento de Claudia Sheinbaum en Acapulco, asesinan a balazos a un líder transportista que colocaba microperforados en taxis de Claudia”; “sigue impune el caso de la señorita Debany que fue muerta después de salir de una fiesta”; etc. Noticias como éstas son verdaderamente alarmantes y no forman parte de una película ni son fruto de la imaginación. Esto sucede en México y no podemos ver hacia otro lado como si nada pasara.
Hoy quiero denunciar, en este espacio periodístico, el asesinato de dos dirigentes antorchistas y de su pequeño hijo en el estado de Guerrero, quienes, después de muertos, fueron arrojados en su propio vehículo a un barranco: Conrado Hernández Domínguez, Mercedes Martínez Martínez y Vladimir Tlacaélel, su hijo de seis años. Según la necropsia, a Vladimir Tlacaélel lo ahorcaron antes de acabar con la vida de sus padres. A éstos, acto seguido, los asesinaron con golpes contundentes en la cabeza. ¿Por qué tanta saña? ¿Hemos perdido el sentido de humanidad?
Los animales matan para alimentarse; sin embargo, estas muertes no tienen ninguna justificación. ¿qué calificativos merece matar a una familia indefensa y ahorcar a un niño? Hoy, en el México de la llamada “Cuarta Transformación” se mata a familias indefensas con saña inexplicable. No había ninguna razón para asesinar a los miembros de esa familia. Como padres y luchadores sociales, Conrado y Meche fueron honrados, trabajadores y humildes miembros del Comité Estatal de Antorcha en Guerrero. Ambos se formaron en el área estudiantil y en ella comenzaron su trayectoria como líderes sociales. Como luchadores estudiantiles mostraron sus cualidades como oradores en los mítines; a Meche, por ejemplo, le gustaba declamar, y lo hacía con buena disposición para agradar al pueblo.
Luego, como luchadores sociales comprometidos, decidieron enlazar sus vidas. Poco después, Conrado y Meche tuvieron a Tlacaélel, su pequeño hijo de apenas seis años. El pequeño Tlacaélel era educado con los principios profundamente solidarios hacia los desprotegidos; para combatir el egoísmo, el individualismo, las actitudes violentas. Tlacaélel se formó en un ambiente donde se promueve la solidaridad, la hermandad, la cultura, el deporte, la ciencia: en resumen, con los principios de un hombre nuevo. Pero fue victimado violenta e injustamente, al igual que sus padres.
Estos tres asesinatos no deben quedar impunes como ocurre con muchas otras víctimas de violencia en el país. Es momento de que las figuras de nuestros mártires de Guerrero desempeñen su papel revolucionario y que su muerte no sea en vano: ahora debemos elevar la voz; difundir su muerte injusta y violenta y exigir justicia a las autoridades de Guerrero; pero también debemos convocar al pueblo para que se manifieste con el Movimiento Antorchista Nacional (MAN) para exigir al Gobierno Federal que detenga la violencia dominante en nuestro país.
Los antorchistas llamamos a los deudos, amigos, vecinos y compañeros de las víctimas a que se sumen a nuestra protesta, a exigir a las autoridades que cumplan con su papel para que estos asesinatos no queden impunes y a demandar al Presidente de la República que deje de sembrar odio y división entre los mexicanos, pues nuevamente ha atacado a los antorchistas sin pruebas; y con ello sigue sembrando el resentimiento contra ellos, como en el siglo pasado lo hicieron los nazis contra los judíos, a quienes se masacró por el solo hecho de ser judíos. Esa misma incitación contiene el discurso de odio del Presidente de la República. Por ello, le hacemos un llamado, respetuoso pero enérgico para que ya no divida al país y en su lugar resuelva todos los asesinatos que han golpeado y siguen golpeando a las familias mexicanas.
Ante los cadáveres de nuestros queridos compañeros y este ambiente de dolor, es necesario advertir, sin embargo, que solo el pueblo de México educado y organizado podrá cambiar profundamente las cosas y construir una sociedad distinta; el pueblo organizado debe tomar el poder para, desde éste, cambiar de raíz la economía y el modo de hacer política e iniciar un proceso de desarrollo hacia una sociedad armoniosa, pacífica, hermanada, equitativa, libre de intereses mezquinos y de violencia. Pero mientras esta nueva sociedad se construye, ¿qué podemos hacer? Denunciar, organizarnos, manifestarnos, mostrarnos y exigir a las autoridades correspondientes que cumplan con los deberes constitucionales que protestaron cumplir y que, en consecuencia, son obligatorios. Exigimos justicia.
Camaradas Conrado, Meche y Vladimir: los antorchistas del Estado de México estamos listos para exigir justicia y para luchar por la construcción de una patria más equitativa y mejor, la que ustedes también estaban construyendo en el MAN. ¡Camaradas queridos, en Antorcha siguen vivos!
Entre los objetivos alcanzados con ataques aéreos y misiles guiados figuran muchas viviendas y mezquitas.
Hay muertos y casas quemadas tras varios días de enfrentamiento entre dos grupos armados, lo que ha provocado el éxodo de la población.
En la celebración del Día del Niño de este año rechazaron armar a sus hijos e hicieron un llamado al gobierno del estado para que cree las condiciones de seguridad, garantice la educación y la salud a los indígenas nahuas asediados por grupos delictivos.
Un grupo de hombres armados disparó y atacó la comunidad de Lázaro Cárdenas, en el municipio de San Miguel El Grande, Oaxaca.
La diputada local del blanquiazul, Luisa Gutiérrez, acusó a Ernestina Godoy de negligencia en el caso de la joven Montserrat Juárez, al subestimar que se tratara de “un feminicidio”.
De acuerdo con el análisis de la AMESIS, reveló que los abarrotes son los productos más afectados.
Los migrantes son originarios de la India y Vietnam.
Una mujer policía que cumplía funciones de seguridad en la empresa paraestatal y un empleado más, perdieron la vida.
Presencia de grupos armados, supuesta compra del voto y retraso en apertura de casillas fue el saldo de las elecciones en Hidalgo.
Solo en octubre pasado se registraron más de 90 homicidios dolosos, cinco feminicidios y tres secuestros, un alza cuyo promedio mensual subió de 60 a 80 asesinatos, según la FGEO.
Ni el gobierno municipal de Chimalhuacán, ni el de Nezahualcóyotl, han realizado obras o acciones para sustituir el puente peatonal Los Rosales que colapsó hace ya más de cuatro meses.
La lista de balaceras y amenazas de tiroteo en México en escuelas evidencia el grave problema de inseguridad que existe en varias regiones de México. En los últimos años se han registrado tiroteos en Torreón, Monterrey y CDMX que han estremecido al país.
Los municipios de Naucalpan y Ecatepec ocupan el tercer y cuarto lugar a nivel nacional.
Desde el inicio de la administración del presidente López Obrador hasta finales de este año, el número de militares en las calles del país ha alcanzado cifra récord al contabilizarse más de 80 mil 210 soldados.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.