Cargando, por favor espere...

Brújula
El regreso
¿Cómo no recordar el brevísimo cuento de Augusto Monterroso: “Y cuando despertó, el dinosaurio todavía seguía ahí”? Sí, aplica perfectamente a la política mexicana.


¿Cómo no recordar el brevísimo cuento de Augusto Monterroso: “Y cuando despertó, el dinosaurio todavía seguía ahí”? Sí, aplica perfectamente a la política mexicana. Durante sus muchos años en el poder, el partido de la llamada “dictadura perfecta” cambió su piel de tricolor a blanquiazul; pero como es un reptil prehistórico y futurista, desde hace una década, luce el color guinda para continuar engañando perversamente al pueblo mexicano. Al final, son los rostros de siempre: porque para ellos, lo importante consiste en mantenerse en el poder, gozar los privilegios y recursos ilimitados y, al igual que las sanguijuelas, seguir parasitando en cargos públicos y representación popular como funcionarios o políticos de partido para creer que están por encima del resto de la población.

Pero de esta inmovilidad no se han percatado todavía los más “talentosos” periodistas, así como tampoco de la disipada y corrupta vida que se dan los socios, directivos y gerentes del corporativo Morena Inc.; sólo porque de la noche a la mañana éstos adoptaron el lenguaje de las masas y ahora hablan de justicia social, “primero los pobres”, incluso de socialismo. Pero no hay sorpresas: los dinosaurios han vuelto o, para decirlo mejor, siempre han estado aquí. ¿Qué de raro tiene que en una encuesta reciente, los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y Movimiento Ciudadano (MC) enfrenten una crisis terrible de credibilidad ciudadana? 

Si, efectivamente, para muchos ciudadanos está bien claro que la clase política tradicional se encuentra en Morena; es decir, que se hallan a la deriva porque no existe una organización partidista que defienda sus intereses y que solamente les queda esperar que ocurra algo parecido a un milagro; aunque este tipo de milagros sucedan rara vez. Pero además, el grupo gobernante, ensoberbecido por su popularidad entre las masas, ya no trabaja; y a una velocidad nunca vista, la Caja de Pandora ha soltado al viento males como el desempleo y la inflación frente a los que nada pueden hacer la economía interna y los sistemas de salud, educación y transporte. Ni qué argumentar de las familias dependientes de las remesas de migrantes radicados en Estados Unidos: ahora viven en la mayor incertidumbre debido a la política represiva del presidente estadounidense Donald Trump.

¿A los gobernantes de hoy les interesa cuidar las formas frente a los electores? La respuesta a esta pregunta es no; porque son conscientes de que la oposición se halla en sus filas; porque son libres para actuar, hacer y deshacer; y porque pueden usar el erario y los programas asistencialistas para comprar el voto de los ciudadanos más empobrecidos y el de los clasemedieros y emplear su maquinaria de propaganda para anunciar logros que solamente son humo, porque en realidad, el bienestar colectivo se ha perdido. Ni qué decir de la paz, porque la siniestra y exterminadora violencia de los grupos del crimen organizado mantiene a la población paralizada por el terror, del que también están aprovechándose los gobernantes.

El deterioro del nivel de vida y las injusticias que hoy mantienen al pueblo al borde del precipicio provocan que, tarde o temprano, surja una oposición genuina con verdadera vocación revolucionaria que acceda al poder y satisfaga realmente las necesidades de los humildes. Mientras tanto, aprendamos a vivir entre los saurios. 


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


Notas relacionadas

El predominante control social de los contenidos comerciales promovidos por los medios de comunicación masiva destaca debido a la influencia lograda sobre los individuos.

Pero cabe preguntar: ¿cómo salieron de la pobreza 13 millones de mexicanos si la política económica del sexenio anterior fue por demás desastrosa?

A nadie que sea pobre le gusta serlo, aun cuando algunas películas, telecomedias, religiones y gobiernos demagogos –como el de México– romanticen a la pobreza atribuyéndole valores y virtudes como el deseo de superarla con trabajo y esfuerzo.

Los pueblos totonaco y náhuatl habitan la Sierra Norte de Puebla, donde sus pobladores compitieron en esplendor y grandeza antes de la llegada de los españoles y hoy comparten la misma miseria.

El migrante huye del desempleo, de la ausencia de ingresos fijos, la pobreza, incertidumbre sobre el futuro de su familia y viaja a una tierra ajena donde es visto como un extraño a quien las empresas pueden explotar.

En México, los jóvenes pasan más de ocho horas en Internet, aunque la mayoría busque información baladí en las redes sociales.

Esta situación exhibe la hipocresía del nacionalismo oligárquico local, discurso mentiroso del que también se vale para infundir sentimientos patrióticos en la gente y establecer normas para impedir que otros consorcios le arrebaten el privilegio de explotar y saquear.

Cada vez resulta más claro que el imperialismo yanqui solamente reacciona a la pérdida de su poder hegemónico en muchas regiones del mundo.

Resulta inaudito que en pleno Siglo XXI se conserven prejuicios sobre las preferencias sexuales humanas.

En el ramillete de estas celebraciones se incluye el Día del Padre, un festejo que únicamente ha servido para oponerlo al Día de la Madre y bromear a costa de la figura paterna.

ños van, años vienen y el medio ambiente continúa degradándose.

En 1990 se impulsó la educación tecnológica en el país con la creación de decenas de centros educativos especializados.

El mercado laboral ha empeorado no sólo porque ahora es más problemático conseguir un trabajo digno con un salario decoroso

Los gobiernos neoliberales se han multiplicado, haciendo crecer la injusticia, aumentando la corrupción y, con la reforma judicial del gobierno de “los pobres”, se vislumbra más pobreza.

El dicho popular “el Sol no puede ocultarse con un dedo” se refiere a un hecho por demás obvio: que la realidad no puede ser ocultada con mentiras, triquiñuelas y circo, porque más tarde que temprano la verdad sale a la luz.