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Claudia frente al espejo
El dicho popular “el Sol no puede ocultarse con un dedo” se refiere a un hecho por demás obvio: que la realidad no puede ser ocultada con mentiras, triquiñuelas y circo, porque más tarde que temprano la verdad sale a la luz.
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El dicho popular “el Sol no puede ocultarse con un dedo” se refiere a un hecho por demás obvio: que la realidad no puede ser ocultada con mentiras, triquiñuelas y circo, porque más tarde que temprano la verdad sale a la luz. En un primer momento, la gente se acostumbra a las novedades, pero pasado el tiempo, por más malabares que les muestren, abandona la carpa. Igual nos ocurre cuando nos ponemos frente a un espejo para que nos devuelva una imagen distinta o nos “diga cosas bonitas”; pero olvidamos que todos los días nos mirarnos en él: que ésta es la razón por la que no percibimos nuestros cambios y que los espejitos “no distorsionan la realidad”.

Lo que sí cambia es la realidad; y la actual no pinta nada bien para la mayoría de los mexicanos; porque en el sexenio anterior (2018-2024) se deterioró lo poco o muy poco bueno que había en el país. Hoy tenemos un desastre en las variables sociales y económicas. En el sector salud, por ejemplo, lo único bueno es la palabra “bienestar”, cuyo valor conceptual nada tiene que ver con la falta de asistencia médica a 50 millones de personas, la carencia de medicamentos y vacunas en clínicas y hospitales públicos; y con el resurgimiento de epidemias como el sarampión que, desde hace varias décadas, estaba erradicado en México. 

En el sector educativo, el único resultado del afán por adoctrinar a los estudiantes de las escuelas públicas para el “izquierdismo neoliberal” inventado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), es la proliferación de centros escolares de propiedad privada de nivel básico y universitario ‒es decir, del preescolar al profesional‒ en tanto que los públicos están abandonados porque los gobiernos morenistas prefieren destinar el dinero del erario federal a la compra de votos para sus candidatos, para publicidad en los medios de prensa y funciones de circo en las plazas públicas. 

En el ámbito económico, a los mexicanos tampoco les espera un futuro mejor. El crecimiento no llegó siquiera al uno por ciento del promedio respecto al sexenio anterior; las arcas nacionales se malgastaron a manos llenas en la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), en los programas sociales del “bienestar” y en las llamadas “obras emblemáticas” de AMLO: el Tren Maya, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y la refinería Dos Bocas de la que, hasta ahora, no se ha demostrado que funcione bien o de que pronto vaya a operar adecuadamente. 

Es por ello que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo no sabe cuándo y en dónde podrá “saltarle la libre” y su Plan México es más una respuesta a la política agresiva de su homólogo estadounidense, Donald Trump, que una propuesta para resolver los más graves problemas nacionales, porque está colmado de frases vacías y tomaduras de pelo para entretener a las masas, pero no aclara de dónde sacará los recursos financieros para atender prácticamente todas las variables sociales y económicas abandonadas por su antecesor, que son de tal envergadura que urge enmendarlas lo más pronto posible.

¿Dónde están los recursos que se invertirán en educación y ciencia, que deben servir para rescatar o consolidar el aparato productivo? No hay nada respecto a estos rubros, no hay un solo peso adicional; al contrario, se les aplica la “austeridad republicana” y el “arréglenselas como puedan”; ¿y cuándo se cubrirá el pendiente en salud? Se requiere una población sana y vigorosa que con su trabajo y productividad contribuya al crecimiento económico y al desarrollo integral. Pero tampoco la educación, la ciencia y la tecnología son prioridad para el gobierno morenista.

El llamado que la Presidenta ha dirigido, a través del Plan México, a la población, a la iniciativa privada, a los gobiernos estatales y municipales para fortalecer el mercado interno sólo es un espejismo, porque ni el Gobierno Federal ni los empresarios están dispuestos a destinar el capital necesario para sacar al país del hoyo donde lo han metido. Por ello, ahora que los gobiernos morenistas han sido rebasados por la realidad, a las masas desprotegidas no les queda más camino que organizarse y luchar por una vida de bienestar que el “gobierno de los pobres” les ha negado.  


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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