Cargando, por favor espere...
En la circunstancia actual de Estados Unidos (EE. UU.), en la que el uno por ciento más rico de la población posee alrededor del 40 por ciento de la riqueza de ese país, David Smith, corresponsal del diario británico The Guardian, dedicó su columna a un reporte emitido hace poco por el Council of Economic Advisers de la Casa Blanca. Este documento, “casualmente” publicado en vísperas de las elecciones de los miembros del Congreso estadounidense, dice a la letra: “Coincidente con el 200° aniversario del nacimiento de Karl Marx, el socialismo está volviendo a presentarse en el discurso político americano. Propuestas políticas detalladas de socialistas autodeclarados están ganando apoyo en el Congreso y entre una parte del electorado” (traducción mía).
El supuesto “socialismo” que denuncia el texto de la oficina de la Casa Blanca (dirigida por una republicana) consiste en algunas propuestas de campaña de los candidatos del Partido Demócrata relativas a la seguridad social; se trata señaladamente de un Medicare for all que costaría al erario varios miles de millones de dólares. Sin embargo, dice Smith, los propios demócratas se consideran a sí mismos “capitalistas”. De esta manera, sus propuestas de seguridad social son, más que socialistas, solo un recurso político para anular al oponente y ganarse al electorado perdido ante Donald Trump, y las acusaciones de “socialismo” son, a su vez, un recurso republicano para mantener fuerte su frente electoral.
El subterfugio de ofrecer al socialismo como amenaza a los intereses de los estadounidenses fue utilizado en la Guerra Fría para revocar los logros de la clase obrera durante la aplicación de la política del new deal del expresidente Franklin D. Roosevelt. Según el historiador Josep Fontana, en los difíciles años de la crisis económica del año 29, los obreros se movilizaron vigorosamente contra los grandes capitales, de manera que hubo casos como la “huelga de Flint”, de diciembre de 1936 a febrero de 1937, que detuvo toda la producción de la General Motors. La combatividad obrera obligó a Roosevelt a negociar. Así, entre 1934 y 1935, además de la American Federation of Labor (AFL), sindicato de oficios, se creó el sindicato de fábrica llamado Congress of Industrial Organizations (CIO) con varios miles de afiliados, y se formuló una National Labor Relations Act (1935), que permitió “la sindicación de los trabajadores y la negociación colectiva”. Es decir, en ese periodo, las organizaciones obreras de EE. UU. lograron independencia y mayor peso político.
Pero después de la Segunda Guerra Mundial vino la contraofensiva capitalista. Una fuerte propaganda ideológica, impulsada por el Estado y transmitida diariamente por televisión, radio y periódicos, indujo al pueblo estadounidense a creer que los soviéticos, a través de los pocos comunistas estadounidenses y los sindicatos combativos de los tiempos de Roosevelt, planeaban subvertir la sociedad y eliminar sus “libertades”. Los ciudadanos de ese país sintieron un “miedo rojo” y, gracias a ello, el Estado comenzó a deshacer las organizaciones sindicales independientes que oponían resistencia a los abusos de los empresarios, entre otras a la CIO, que fue perseguida enconadamente.
Ese temor a “los rojos” permitió también que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) del gobierno estadounidense se deshicieran de los hombres que se oponían, de cualquier manera, así fuera superflua, a la expansión sin trabas de la “libre empresa”. En pocas palabras, la propaganda dio pie a que el miedo se convirtiera en repulsión y a que el pueblo de EE. UU. se mantuviera inerme e incluso aplaudiera las medidas de persecución y supresión contra “los rojos” que amenazaban el modo de vida de la Unión Americana. El Estado estadounidense volvió a ceñir férreamente el trabajo al capital.
Ahora, en el contexto de las elecciones legislativas en puerta, puede pensarse que el planteamiento de Smith tiene validez y que el reporte acusatorio de la Casa Blanca es mera propaganda electoral. Sin embargo, ¿no será que la sociedad estadounidense, con cada vez más pobres y más carencias y con menos ricos con más riqueza, está saliéndose de control y a través de un nuevo “miedo rojo” el Estado busca cincharla y ponerla a merced de aquel uno por ciento?
Ante este panorama el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, no se ha pronunciado al respecto.
El martes 6 de junio una multitud inmensa de agraviados por los crímenes y por la impunidad, marchará por las calles de Chilpancingo para que el Estado de la 4T castigue a los autores de esos atroces crímenes.
Ricardo Anaya consideró que al presidente Andrés Manuel López Obrador “lo traicionó el subconsciente” cuando dijo que había presentado las 20 iniciativas en este momento porque “vienen las elecciones”.
Ricardo Anaya Cortés aseguró que asistirá puntualmente a sus responsabilidades parlamentarias en la Cámara Alta.
No argumenta que los hombres que se manifiestan hoy lo hacen porque realmente no viven bien, y esconde que esta situación nació desde que las famosas “democracias occidentales”, entre ellas las de los países más ricos.
Sin fecha precisa de reapertura al tramo elevado de la Línea 12 del Metro, diputados locales y federales exigieron “una sanción ejemplar” al Grupo Carso e ICA por retrasos en las obras.
Esta propuesta con el fin de reforzar la protección de los menores de edad y garantizar su desarrollo pleno y seguro.
Este proyecto de Trolebús se suma a las inversiones en movilidad que se destinarán para desahogar la zona oriente de la capital
Para algunos especialistas, la propuesta presidencial, hoy en manos de los legisladores, es una trampa en la que, de aprobarse, caerá el mismo gobierno de la “Cuarta Transformación”.
Echar mano de todos los recursos legales de la lucha de masas directa para conseguir un poco de justicia social, ha sido y es nuestra verdadera lucha; no el enriquecimiento ilícito a costa de los pobres.
“Ya nos cansamos de que cada vez que queremos hablar con ellos no nos escuchan, y que cada vez que nos movilizamos, nos piden saber cuáles son nuestras necesidades".
Con la desinformación, los medios al servicio del imperialismo ganan batallas entre la opinión pública; y a través de la guerra psicológica logran aislar al enemigo de sus posibles aliados o lo hacen perder el respaldo popular.
Recursos indispensables para la vida, como el agua y la tierra, se han convertido en mercancías, en valores que se juegan en la bolsa junto a los metales preciosos y el petróleo.
Urge sustituir a la clase política actual; crear un partido de auténtica raigambre popular, surgido de la entraña del pueblo, conformado por la vanguardia del mismo, dispuesto a transformar la terrible realidad que nos aqueja.
Sectores importantes de la población capitalina están inconformes y manifiestan su descontento con la política general del gobierno de la Ciudad de México, gobernada por Claudia Sheinbaum.
Toma protesta nuevo director de la DICEA en Chapingo
México sin soberanía energética y Pemex endeudada
El imperialismo muerde a México una vez más
UAM supera a IPN en ranking de las mejores universidades de México
Gaseros alistan paro nacional a 4 años de Gas Bienestar sin utilidades
Brote de gripe aviar encarece el pollo en México
Escrito por Anaximandro Pérez
Doctor en Historia y Civilizaciones por la École de Hautes Étus en Sciences Sociales (EHESS) de París, Francia.