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Los padres de familia fincan el futuro de sus hijos en la educación porque ésta es una de las mejores herramientas para que se defiendan y resuelvan los problemas que les planteará la vida. Muchos mexicanos hacen grandes sacrificios para poner a sus hijos en la escuela para que sobrevivan a las trampas de la pobreza y den “un pasito” más allá del que ellos dieron o soñaron dar.
En este ciclo escolar 2023-2024, aproximadamente 35 millones de niños y jóvenes de los niveles preescolar al superior regresarán a clases con estas aspiraciones. Las actividades escolares dinamizarán la economía de todas las ciudades y las comunidades rurales de la República con la compra de útiles, uniformes, calzado, cuotas, etc., porque a pesar de que se difunde que la educación hasta el nivel bachillerato es obligatoria y gratuita, en la práctica no es tan gratuita ni tan obligatoria.
De acuerdo con la Cámara Nacional de Comercio (Canaco), en este inicio del ciclo escolar, los padres de familias gastarán entre cinco mil 500 y siete mil 500 pesos, lo que representará un duro golpe a sus bolsillos, porque los precios de estas mercancías están muy altos y el nivel de la inflación parece muy distinto al que este gobierno festeja con bombo y platillo, como ocurre con la supuesta reducción de la pobreza en México.
Por ello, la mayoría de los padres no entienden cómo es que el dinero no les alcanza para cubrir los gastos de educación y salud de sus hijos; y que para conseguir el dinero faltante deben esforzarse para estirarlo, trabajar un poco más, conseguir otro trabajo, pedir prestado y, en muchos de los casos, tomar la difícil decisión de no mandarlos a la escuela.
Pero este regreso a clases no solo está marcado por los gastos excesivos que realizarán los padres de familia, sino también por la incertidumbre que ha generado el contenido de los nuevos libros de texto gratuitos. Con relación a este asunto, hay opiniones encontradas; el mayor problema radica básicamente en la desconfianza que existe hacia la calidad de la educación; y la idea de que el estudio no garantiza un buen trabajo frente a un mercado laboral cada vez más exigente y cuyos salarios resultan muy precarios.
Y si al desempleo masivo y la mala educación agregamos la ola de inseguridad pública, la violencia delictiva y que los delincuentes están asesinando, a mansalva, a los jóvenes que se niegan a ser cooptados para su negocio –lo recientemente sucedido en los Altos de Jalisco es solo una pequeña muestra de la barbarie y descomposición social a que ha llegado nuestro país– lo único que le queda por hacer a los mexicanos es preguntarse: ¿cómo proteger a nuestros hijos?
Y, ¿qué podemos hacer en un país donde el mandatario es un charlatán para quien el acceso a una educación de calidad no merece ningún cuidado y que cuando se le cuestiona sobre el dominio del narcotráfico hasta el último rincón del territorio únicamente responde con risitas y malos chistes para hacerse el ciego y el sordo? ¿Quién pondrá orden antes de que se llegue a un punto de inflexión? ¿Cuál es el futuro para los jóvenes de este país, con una educación mediocre, en medio de una ola de inseguridad y desempleo? ¿Cuántos decidirán irse de migrantes a Estados Unidos?
¡Ojalá el gobierno de la “Cuarta Transformación” tuviera la capacidad política e intelectual para responder estas preguntas!
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Escrito por Capitán Nemo
COLUMNISTA